Estados Unidos investiga el dinero de los Kirchner, por Joaquín Morales Solá

Era un momento extraño. Fiscales y periodistas hablaban aquí de que los Kirchner habían lavado dinero (unos 70 millones de dólares, por ahora) en los Estados Unidos , pero nadie advertía ningún movimiento en los norteamericanos referido a esa cuestión. Era como si se hablara de un paraíso fiscal o de un país caribeño. Se trataba solo de apariencias. Según inmejorables fuentes diplomáticas, una task force de fiscales norteamericanos está trabajando intensamente para establecer qué hicieron los Kirchner en los Estados Unidos con su dinero mal habido.

Por Joaquín Morales Solá /LA NACION

Es probable que todos los bienes sospechados de haber sido adquiridos en los Estados Unidos con dólares de la corrupción sean incautados hasta que la Justicia de aquí y la de allá determinen si los recursos que se usaron fueron lícitos o ilícitos. De acuerdo con esas fuentes, la Justicia estadounidense comenzó a actuar de oficio no bien tuvo conocimiento de que se había utilizado territorio norteamericano para lavar dinero.





El “imperio” es malísimo cuando se lo alude desde la tribuna, pero es un buen refugio del dinero corrupto a la hora de elegir un lugar seguro. Hay dosis de hipocresía que son intolerables hasta para la política. Ya había sucedido con la boliburguesía venezolana (los empresarios y funcionarios que se enriquecieron durante el régimen de Hugo Chávez ), que se instaló en Miami hasta que parte de sus bienes comenzaron a ser incautados por la Justicia norteamericana.

En los últimos días, cobró notoriedad esa debilidad de los Kirchner por invertir a través de testaferros en los Estados Unidos, sobre todo en Miami y Nueva York . La primera parte de esa operación fue comandada directamente por Néstor Kirchner, que le encargó el trasiego del dinero a su entonces secretario privado Daniel Muñoz , quien murió de cáncer seis años después que el expresidente, en 2016. Muñoz había creado con su esposa, Carolina Pochetti, también presa ahora, varias empresas en paraísos fiscales y una amplia estructura de testaferros. Cuando Muñoz murió ya estaba siendo investigado por la Justicia local.

Resulta que Muñoz era un hombre de confianza de Néstor Kirchner , no de la esposa de este. Después de la muerte del expresidente, cuando Cristina Kirchner tomó conocimiento del dinero camuflado que existía en los Estados Unidos, le encomendó a un exsecretario privado suyo, Isidro Bounine, que auditara los bienes que controlaba Muñoz. Bounine es un hombre de formación muy limitada (lo fue todo el entorno de los Kirchner), que recurrió al asesoramiento de un exministro santacruceño de Néstor Kirchner, Juan Manuel Campillo. Campillo, un contador preso por orden del juez Claudio Bonadio y que respondía a Néstor y no a Cristina, es quien contó la historia de Bounine, también preso desde el jueves pasado. Muñoz, Bounine y Campillo fueron los que movieron el dinero corrupto en los Estados Unidos y los que decidieron sobre esas inversiones. Bounine ya había sido investigado por enriquecimiento ilícito, lo que provocó su salida del gobierno en 2011. Pero siguió al lado de Cristina. Los secretarios nunca mueren en el universo kirchnerista.

Dentro de esa oscuridad sobre la que la Justicia está echando luz, hay algunas cosas que sucedieron durante la década kirchnerista que hablan de la desconfianza innata del exmatrimonio presidencial y también de su predisposición a respaldarse en personas sin nivel ni calidad técnica. No estamos hablando de moral, sino del necesario conocimiento técnico para administrar dinero. Hubo, por ejemplo, una madeja de secretarios privados que manejaban cientos de millones de dólares. Muñoz era, al parecer, el testaferro de los bienes en los Estados Unidos. Fabián Gutiérrez, exsecretario de Cristina, también investigado por enriquecimiento ilícito, fue quien le pidió a José López , el exsecretario de Obras Públicas, que moviera el dinero que terminó en un convento de General Rodríguez durante una noche inverosímil. López le contó después el juez Bonadio que ese dinero que revoleó era de Cristina, porque Gutiérrez solo hablaba en nombre de ella. Gutiérrez ya había sido denunciado en 2017 por lavado de activos por la Unidad de Información Financiera ante el juez Marcelo Martínez de Giorgi . Bounine fue, según las últimas revelaciones, el auditor confiable de lo que hacía el recelado Muñoz en los Estados Unidos. Versiones seguras señalan que la desconfianza de Cristina Kirchner en Muñoz comenzó cuando ella se enteró por un tercero, no por el propio Muñoz, del entramado de lavado de dinero ordenado por Néstor Kirchner en los Estados Unidos.

Se desvanece, así, aunque no fue descartada del todo, la teoría judicial de que Muñoz había acumulado esa fortuna en los Estados Unidos robando pequeños trozos del dinero que recibía en nombre del matrimonio Kirchner. Hasta la reciente aparición de Campillo y Bounine, esa fue la principal teoría de la Justicia argentina. De hecho, casi todos los que contaron el pago y el cobro de coimas durante el kirchnerismo señalaron que le entregaron el dinero a Muñoz. Muñoz, Gutiérrez o Bounine. Ningún valijero testificó hasta ahora que fueron Néstor o Cristina Kirchner quienes recibieron personalmente la plata sucia. El dinero era del poderoso matrimonio, obviamente. O fue así o estuvimos ante un gobierno de secretarios privados en el que los dos presidentes Kirchner ignoraban todo. Imposible. Eso solo lo puede creer el bloque de cemento intelectual que construyó el fanatismo kirchnerista.

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