La mayor migración humana arranca con el nuevo Año del Cerdo en el horizonte

La mayor migración humana arranca con el nuevo Año del Cerdo en el horizonte

Varios pasajeros chinos esperan junto a su equipaje poder entrar en la Estación de Ferrocarril de Pekín (China) este lunes, para regresar a sus localidades de origen y celebrar el Año Nuevo Lunar chino, o Festival de la Primavera. Se prevén 2,99 millones de desplazamientos para celebrar esta festividad que tiene lugar el 5 de febrero para dar inicio al año del cerdo. EFE/ Roman Pilipey

 

Millones de chinos comenzaron hoy el conocido como “pico de viajes”, un periodo de cuarenta días en el que la China urbana viaja mayoritariamente hacia las zonas rurales, a sus lugares de origen, para celebrar el Año Nuevo Lunar.

En la estación central de tren de Pekín, la riada de gente cargada con bártulos no cesó ni un minuto desde primera hora de la mañana, cuando el sol se asomaba de forma tímida por encima de las torres del edificio.





A los pies de éstas, miles de personas circulaban cargando grandes fardos o tirando de maletas, rumbo a la entrada, aunque otros preferían apurar el tiempo fumando fuera, ya que dentro está prohibido.

El tren es uno de los medios de locomoción predilectos de la población local, y las cifras oficiales lo certifican: dos semanas antes de comenzar el “chunyun” (“movimiento de primavera”, en la trasliteración del mandarín a caracteres latinos), la empresa de ferrocarriles de China aseguró que ya habían vendido 200 millones de billetes.

Para ayudar a la muchedumbre viajera, un batallón de 230.000 voluntarios vestidos de azulón se ha sumado a la causa, aunque cuando un par de ellos se acercan a practicar su inglés con los extranjeros, un vigilante de seguridad se lo impide.

Porque esta nueva edición de la considerada mayor migración humana del planeta no ha pillado ni mucho menos desprevenidas a las autoridades de Pekín, obsesionadas con el orden y el control, y el despliegue de seguridad era bien visible tanto dentro como fuera de la estación.

Parejas de soldados del Ejército de Liberación Popular enfundados en sus característicos uniformes verdes, policías de azul oscuro y hasta fuerzas especiales pertrechadas con chaleco antibalas, casco y rifle hacían rondas por las instalaciones.

Aunque la patrulla más frenética la realizaba el personal de limpieza, armado de un cubo de basura con ruedas, escoba y recogedor, retirando los restos de comida que los viajeros engullían en las salas de espera.

En ellas, presidía el olor a fideos instantáneos comprados en las tiendas de comida aledañas, cubos de pasta liofilizada que se hacían comestibles al añadirles el agua caliente que los pasajeros se afanaban en recoger de grandes pilas al uso.

Entre fideos, albóndigas, arroz y muslos de pollo empanados, había quien descabezaba una siesta en posiciones imposibles, bien presa de la digestión, bien para amenizar las horas de espera hasta la partida del tren de turno.

Los más, sin embargo, eran esclavos de sus teléfonos móviles, en los que veían películas o series, escuchaban música o intercambiaban mensajes, quizá, con los parientes que les esperaban al final del trayecto.

A la llamada al embarque, una nueva y larga fila emergía -una más, tras la de la recogida de billetes o el acceso a la estación o el control de seguridad- y la marea humana descendía a los andenes con parsimonia, salvo algún rezagado que siempre ha de correr para no perder el tren.

Para agilizar los accesos, las autoridades de la provincia de la provincia suroriental de Cantón pusieron este año en marcha un sistema de viaje sin billete, mediante el que los pasajeros pueden pagar a través de sus teléfonos móviles y pasar los controles mediante el escaneo de un código QR.

En los trenes de Pekín, mientras tanto, los asientos hacían de cama para quienes no pudieron comprar billete en los compartimentos de literas, y los empleados del vagón cafetería aprovechaban la parada en la estación de Pekín para tomarse un respiro y comer algo.

Para poder abastecer la mastodóntica demanda, se han puesto en marcha las clásicas medidas de contingencia: casi 4.800 trenes kilométricos de ida y mismo número para la vuelta, antes y después de los días que rodean al Año Nuevo, el próximo día 5 de febrero.

Tres cuartas partes de estos trenes serán de alta velocidad, a lo que se sumarán 532.000 vuelos, según la prensa estatal, y una cifra más difícil de sumar de viajes por carretera.

En total se estiman casi 3.000 millones de desplazamientos durante estos 40 días.

Por este motivo, estaciones y aeropuertos seguirán más desbordadas de lo habitual hasta el final del “chunyun”, el próximo 1 de marzo, cuando China ya esté inmersa en el nuevo Año del Cerdo. EFE