La crisis de Venezuela desde adentro: violencia, niños hurgando por comida y soldados al límite de su paciencia

La crisis de Venezuela desde adentro: violencia, niños hurgando por comida y soldados al límite de su paciencia

EFE/Miguel Gutiérrez/

 

 

Nick Paton Walsh, corresponsal de CNN, registró la situación que se vive en Caracas, donde se mantienen las protestas contra Nicolás Maduro y la represión gubernamental, mientras el presidente de la Asamblea Nacional, el opositor Juan Guaidó, es reconocido por distintas naciones como primer mandatario interino de Venezuela. En el medio, los ciudadanos —y en particular, los más pobres, que son los más vulnerables— sufren, publica Infobae.





“El petróleo lo hizo alguna vez el país más rico de América del Sur, pero ahora esta es la fila, de tres días y tres noches, para conseguir llenar un tanque”, ilustró el periodista británico, mientras señalaba una larga sucesión de vehículos.

“En la capital hay colas para cualquier cosa, en todas partes”. Y, no obstante, nada hay en los supermercados, ni en los refrigeradores de los hogares. Y cuando hay, la hiperinflación deja su marca: “La gente paga hoy los precios de mañana”.

El corresponsal de CNN subió a los cerros, las laderas que rodean a Caracas donde se hallan los residentes más pobres. Allí encontró una olla con lo que parecían ser restos, pero debía convertirse en la comida para una mujer y dos niños. Y encontró también a las fuerzas especiales de la policía ingresando a las casas y llevándose a los residentes.

Esos barrios humildes habían sido históricamente leales al chavismo. Pero la escasez socavó la base de Maduro: “Dicen ahora que ellos también quieren que Maduro se vaya”. Uno de los vecinos abundó: “Nos están aplastando. Ahora somos mendigos. Siempre mendigando. Esto no es político, es supervivencia. La gente se mata entre sí por un kilo de arroz, por agua”.

Mientras que Estados Unidos, Gran Bretaña y varios países de América Latina reconocieron la autoridad de Guaidó, la disputa pasó a un plano geopolítico superior ya que Rusia manifestó su apoyo a Maduro. Pero para el venezolano común, comparó Paton Walsh, “es una emergencia de hambre muy simple”.

En un supermercado de Caracas no encontró huevos ni pan. “Una modesta cesta de agua, nueces, queso, jamón y fruta cuesta 200 dólares”, mostró, y advirtió que la hiperinflación la hará rápidamente más costosa. El Fondo Monetario Internacional estimó que el índice inflacionario de 2019 llegará 10.000.000 por ciento.

La Organización de las Naciones Unidas estimó que 2 millones de personas dejarán Venezuela este año, para unirse a los más de 3 millones de emigrados ya diseminados por América del Sur.

Hay niños que hurgan en la basura: “Recolectamos cosas. Mendigamos un trozo de piel de pollo para llevar a casa”, le dijo Uzmaria, de 14 años, al periodista de CNN. Al lado practican el uso de un objeto cortante: “A mi hermano lo mataron en julio”, agregó. “Encontraron el cuerpo en el río”.

Paton Walsh estuvo con los manifestantes que tiraban piedras a la base aérea militar de La Carlota. “Todas las miradas se dirigieron al ejército, para ver si también se levantaría. La pregunta esencial en esta resistencia es sobre el ejército: acaso tiran piedras, pero lo que realmente necesitan es que el ejército cambie de bando. Eso no sucedió. Y la policía cargó con gas lacrimógeno y motocicletas”. Hubo decenas de muertos y heridos.

Mientras el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, emitía un mensaje de lealtad al gobierno de Maduro en la televisión estatal, el corresponsal hablaba con un oficial de bajo rango, quien le explicó que “el 80% de los soldados están en contra del gobierno; algunos incluso van a las manifestaciones”. Pero los altos mandos no se cuentan entre ellos.

—Recibo un dólar y medio cada mes, al inicio. Suficiente para un pollo y una caja de alimentos de las barracas. Después tenemos que hacer magia para lograr que dure, como todo el mundo—le dijo el militar.

—Usted, o alguno de los soldados que usted conoce, ¿dispararían contra la gente de la resistencia en la calle? —le preguntó Paton Walsh.

—Preferiría renunciar. Esa persona podría ser mi hermano, o mi madre. Necesitamos que un general se dé vuelta para hacer un cambio.

El británico concluyó: “Washington DC dice que Maduro no es presidente pero Moscú insiste en que sí lo es. El resto de la gente avanza, como zombies, un paso más, y más cerca, de la hambruna”.