Amos Smith: Pa’encima

Amos Smith: Pa’encima

Muchos de mis mejores y peores recuerdos de la infancia tienen que ver con mi terca militancia en los Tiburones de la Guaira, un equipo del béisbol profesional venezolano, al cual se le ha endilgado una fama de perdedor que combatiré hasta el fín de mis días.

A mi me tocó en los campos de sueños de mis caimaneras y en el Grupo Escolar Punto fijo, en la península Paraguaná, recibir las burlas de una cruel fanaticada, repartida entre Magallaneros y caraqueños.

Después seguiría llevando palo, cuando me fui a estudiar periodismo a Maracaibo, nido de las omnipresentes Águilas del Zulia.Aquí la lealtad a este equipo es una religión, como la devoción a la Chinita.





Me recuerdo de pequeño, con mi radiecito naranja de plástico, marca Sanyo, escuchando al inolvidable Musiú Lacavalerie con Tom Gonzalez, un profesor de secundaria, también de Punto fijo, convertido en comentarista del circuito radial tiburón.

Muchas de las ocurrencias del Musiú, se convirtieron en su momento, en parte del habla popular; como se goza ganando!!. Vengan pa que lo vean!, Más hipócrita que un saludo de alcabala. A correr piojos que llegó un peine (cuando bateaban un extrabase con las bases llenas).Apareció el negrito (cuando un outfielder de esa tez, le llegaba a un batazo). Esto esta de novela. Ese no va pal baile (cuando se ponchaba un bateador) y nuestro grito de guerra. Tiburones Pa’encima.

Una vez perdiendo por doce carreras a cero, la guaira contra los cardenales de Lara, en el estadio universitario, noveno inning, con dos outs, un bateador de los salados se embasa con un infieldhit y el Musiu, con todo su entusiasmo vociferabá: A que le ganamos voy!!.

Un fanático de los tiburones es un optimista por convicción. Toda una lección de vida en este país provisional modo campamento. Es, por lo general, una persona altamente confiable, como le leí por estos días a Mari Montes, en su homenaje a Teodoro Petkoff, a través de su querencia guaireña.

Se puede estar perdiendo por muchas carreras, pero la esperanza de remontar nunca se pierde, porque ganando o perdiendo, siempre hay samba en el estadio. La alegría no es solo brasileña.

Nunca nos resignaremos a perder, porque sabemos que ganar esta cerca.

En los últimos veinte años han querido acostumbrarnos a perder como si la mayoría de los venezolanos, viviéramos en un apartheid muy particular como si fuéramos, para seguir escribiendo en términos béisboleros, importados dentro de nuestro propio país, como si nos cesantearan en el equipo que intentamos jugar y nos obligaron a buscar oportunidades de jugar en otras ligas en el extranjero.

Todo, gracias a unos ladrones de bases que dejaron en pañales a Lou Brooks y a Rickey Henderson. Ladrones de las bases de nuestra institucionalidad, de nuestra riqueza petrolera en extinción y de la paciencia de toda una nación, llevada a un largo extrainning.

Ser fanático de los Tiburones de la Guaira, me ha convertido en un corazón terco. Esta temporada nos volvimos a quedar como la guayabera, pero yo no me rindo, ni renuncio, como alguna vez lo hizo el recordado dramaturgo José Ignacio Cabrujas, con una legendaria carta de renuncia a su militancia guaireña, dirigida a Pedro Padrón Panza, propietario original de la divisa.

El béisbol sigue siendo para los venezolanos una esencia de nosotros mismos. Un pueblo que se toma con humor, su destruida vida cotidiana, siempre a la espera de un Lucky seven, aunque hoy, después de un largo juego, con rabo e cochino incluido. Ahora, a un equipo con un largo slump de veinte años, parece querer soltarse a batear cuando más lo necesita.

Lo bueno es que este juego no ha terminado. A pesar, que a comienzos de este año, el otro equipo creyó que el out 27 ya habia caído. Nada de eso. El juego esta más vivo que nunca.

Por cierto que Juan Gerardo Guaidó es fanático de los Tiburones de la Guaira. Otro terco más. Epa mi pueblo!!. Vengan pa que lo vean.

@amos.smith