Plinio Apuleyo Mendoza: Guaidó, una esperanza

Plinio Apuleyo Mendoza: Guaidó, una esperanza

Era de esperarse; el 23 de enero volvió a ser una fecha milagrosa. Como un ave fénix, la oposición resurgió de sus cenizas. Ríos de gente llenaron las calles de Caracas y de las principales ciudades del país. Al frente de estas marchas apareció un joven y valeroso líder: Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Como tal, y obedeciendo la Constitución, fue proclamado presidente interino con el fin de convocar nuevas y limpias elecciones, poniendo así una lápida sobre la atroz dictadura de Maduro. De inmediato, Estado Unidos y trece países latinoamericanos, encabezados por Colombia, le dieron su aval. Por su parte, el Parlamento Europeo también lo reconoció.

Acorralado internacionalmente, Maduro no ha podido recurrir a sus medidas represivas de siempre. Ahora, el fiscal chavista, Tarek William Saab, ordenó congelar sus cuentas y le prohibió salir del país. ¿Qué se urde en los salones de Miraflores? Maduro considera que solo tiene dos caminos: uno político y otro militar.

¿Son fieles a él las fuerzas armadas? Desde luego, tiene el apoyo de la cúpula militar que se ha enriquecido bajo su gobierno, gracias al narcotráfico y la explotación ilegal de minerales como el oro y el coltán, pero tales beneficios son ajenos a los mandos medios del Ejército. Al contrario, muchos militares no son indiferentes a la pobreza y la escasez que sufre la población en ciudades y campos. Por tanto, la posibilidad de un levantamiento apoyado por la opinión internacional no es descartada por Maduro. Para afrontar este riesgo cuenta de tiempo atrás con las llamadas Milicias Bolivarianas o colectivos civiles armados; también, con los 40.000 agentes cubanos radicados en Venezuela, entre ellos 3.700 funcionarios del G2 que asesoran a la ingeniería militar en áreas estratégicas.





Otro componente aliado del gobierno chavista es el Eln, por cierto nada despreciable. De manera equivocada, en Colombia se piensa que es solo una guerrilla clandestina que se ampara en territorio fronterizo venezolano. No es así; el Eln cuenta allí con 1.500 guerrilleros y ha instalado públicamente sus campamentos en nueve estados del país vecino, incluso en la remota frontera con las Guayanas. Tiene el apoyo del Gobierno, en detrimento de la población rural y minera.

Una salida política por la vía negociada es propuesta por Maduro y recogida en México por López Obrador. Conociendo las artimañas del gobierno chavista, Juan Guaidó aclara que él no se prestará para falsos diálogos con el régimen. La población lo respalda, así como también los gobiernos que califican a Maduro como un usurpador.

De todas maneras, el panorama que encontraría el nuevo régimen democrático es incierto. El voto electrónico instalado por Maduro permitió que las elecciones pasadas fueran amañadas. Los barrios populares de las colinas de Caracas que fueron baluarte electoral de Chávez, como Petare y Catia, abrumados por la pobreza y la escasez, se rebelan contra el Gobierno y apoyan a Guaidó. Estados Unidos congela las cuentas y los activos de PDVSA, que hoy solo produce un millón diario de barriles, cuando antes producía tres millones. Ahora, cuatro empresas rusas suspenden negociaciones con el régimen. El parque automotor se ha reducido a 20 por ciento por falta de repuestos. Las empresas siderúrgicas del Orinoco corren la misma suerte.

Todas las áreas de producción que hacían de Venezuela el país más rico del continente están en quiebra. También la agricultura. Siete millones de hectáreas expropiadas hoy solo producen el 10 por ciento. El nivel de desabastecimiento supera el doloroso 85 por ciento en comida y medicinas. La situación es caótica en todas las áreas (los hospitales, las universidades públicas, y mercados, etc.).

La valentía de Guaidó y el nutrido apoyo internacional abrieron una puerta de esperanza para poder reconstruir a Venezuela después de 20 años de la funesta ‘revolución bolivariana’.

 

Publicado originalmente en el diario El Tiempo (Colombia)