Ledezma pide al presidente de Uruguay unirse a la lucha por la democracia de Venezuela (Carta)

Ledezma pide al presidente de Uruguay unirse a la lucha por la democracia de Venezuela (Carta)

Foto: Cortesía

 

Antonio Ledezma, ex alcalde Metropolitano de Caracas, escribió una carta para dirigirse al presidente de Uruguay Tabaré Vásquez, y pedirle colaboración con respecto a la transición de gobierno en Venezuela liderada por el presidente encargado Juan Guaidó.

lapatilla.com

-COMUNICADO-

EXCELENTÍSIMO SEÑOR PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
DOCTOR TABARÉ VÁSQUEZ
SU DESPACHO

SEÑOR PRESIDENTE:

A pesar de los más de veinte años transcurridos desde que coincidiéramos ocupando las principales alcaldías de Montevideo y Caracas, entre los años 1996 y 1999, y nos reuniéramos aunando esfuerzos por adelantar proyectos y realizaciones plenos de ilusiones y esperanzas en el marco de la UCCI, la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas, mantengo frescos en mi memoria los ideales que compartiéramos en los encuentros internacionales con nuestros colegas en México, Buenos Aires y Madrid.

Pocas actividades políticas nos preparan mejor para las tareas mayores de la administración pública que el manejo de la vida cotidiana de nuestros conciudadanos. De allí que intuyera, ya desde entonces, los altos destinos que le esperaban al frente de su amada Patria. ¿Qué mejor preparación profesional para ocupar la presidencia de la República que la medicina y la experiencia directa de los problemas edilicios que entonces encaráramos?

Es en esa condición de médico y hombre público que le caracteriza, cercano siempre a la comprensión social de los problemas políticos y al humanismo, próximos Usted y yo a la dimensión progresista de esta maravillosa actividad que es la nuestra, que quisiera dirigirme a Usted, Señor Presidente, seguro de encontrar su comprensión y acogida.
No debe serle ajena ni desconocida la terrible dimensión que han adquirido los problemas que enfrentamos los venezolanos desde que viéramos coartados nuestros derechos civiles más fundamentales. Asunto que tanto más nos hiere a quienes hemos dedicado nuestra vida a las luchas sociales, provenimos de los sectores más populares y necesitados de nuestra sociedad y hemos hecho de la superación de las dificultades individuales y colectivas motivo de máxima preocupación en nuestras vidas.

Venezuela, en aquellos lejanos tiempos en que nos conociéramos, era un país privilegiado por la fortuna y la historia. Un acendrado democratismo, tanto más activo cuanto que arrancado con inmensos sacrificios y esfuerzos a la tradición dictatorial que mancillara nuestro pasado, nos había permitido ahorrarnos las amargas experiencias de las dictaduras militares que en los años setenta y ochenta castigaran al llamado Cono Sur. Y no fueron pocos los naturales de su país, la tierra de José Gervasio Artigas, que se avecindaran en la Caracas progresista, próspera y libertaria, para sumarse a nuestras universidades, a nuestros centros de investigación, a nuestros medios de comunicación, a nuestros centros de arte. Inolvidables para nosotros, venezolanos, las figuras de Ángel Rama, de su entonces esposa, la laureada poeta Ida Vitale, de Mario Benedetti, de Juan Carlos Onetti, de Alfredo Zitarrosa. Periodistas, académicos, hombres del teatro, las artes y la cultura se hicieron parte de nuestras vidas.

Nada de eso, Señor Presidente, sobrevive. Venezuela pareciera arrasada por un apocalipsis. Y no deja de ser contradictorio, incluso asombroso, que uno de los países más ricos de nuestra región y del hemisferio, principal reservorio de petróleo en el planeta, dotado por la naturaleza de incalculables riquezas minerales, de inmensos llanos y monumentales ríos, pródigo en agricultura y ganadería, y favorecido con una población joven e industriosa, haya sido como devorado por una crisis humanitaria. Su población haya mermado dramáticamente, diezmada por el hambre, enfermedades endémicas otrora erradicadas, obligada a huir en busca de mejores oportunidades de sobrevivencia. Son casi cuatro los millones de venezolanos que han debido escapar de las garras de esta crisis humanitaria. Muchos han encontrado refugio en su país, cosa que nos embarga de agradecimiento.

No ha sido la naturaleza: este desastre de dimensiones bíblicas ha sido provocado por erradas políticas públicas, por la voracidad insaciable de quienes, abusando del poder armado a ellos conferidos, han atropellado los derechos ciudadanos, han saqueado los dineros públicos, han perseguido, encarcelado y torturado a sus conciudadanos sumiéndolos en una inaceptable tiranía. Y lo que tanto a Usted como a mi nos debiera conmover en lo más profundo, ha sido hecho en nombre de sagradas utopías de las que los hombres hemos esperado la redención. Viéndose sometida a la violencia de sus propios ejércitos, traicionada en lo más profundo de su espíritu.

Llegado al punto de nuestro máximo esfuerzo por liberarnos del yugo de la dictadura y habiendo logrado la feliz concurrencia de la práctica unanimidad continental y hemisférica en favor del joven presidente que en obediencia a los dictados constitucionales ha sido proclamado presidente interino de la República, el diputado y presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, nos aflige constatar que su gobierno aún duda en reconocerlo. Más aún: que se sume a una iniciativa de diálogo, sin otro propósito objetivo y real que oxigenar al dictador, como ha sucedido en todas las ocasiones en que dicho recurso ha sido invocado. La oposición decidió negarse a seguir siendo manipulada bajo el enmascaramiento de salidas diplomáticas. No existe otra salida a nuestra grave crisis que el cese de la usurpación inmediata de su causante. Lo ha planteado con su admirable lucidez y coraje el Secretario General de la OEA, doctor Luis Almagro, refrendado por el Grupo de Lima.

De allí mi decisión de dirigirme a Usted, Sr. Presidente, con el deseo de solicitarle respetuosamente comprenda la insoportable y trágica gravedad de nuestra crisis y se sume a la voluntad general de nuestra región, uniendo sus esfuerzos a los nuestros por hacer brillar en mi país, que también es el suyo, el sol de la libertad. Mi Patria sabrá agradecérselo.

Afectuoso, se despide de Ud.

Antonio Ledezma
Alcalde Metropolitano de Caracas

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