¡Caracas necesita un PDUL!, por Daniela Velásquez Arenas

¡Caracas necesita un PDUL!, por Daniela Velásquez Arenas

 

Dado que Caracas durante los últimos 60 años ha sido víctima del populismo (pasando de un sistema populista de “Conciliación” que duró desde 1958 hasta el año 1998, a un sistema populista de “confrontación” desde 1999 hasta nuestros días **) no albergamos dudas en catalogar su situación como crítica, por decir lo menos; lo cual imprime la urgente necesidad de replantearnos la concepción de ciudad en que queremos vivir las próximas décadas.





Por Daniela Velásquez Arenas

En atención a lo anterior, desde nuestra perspectiva, deberíamos enfocarnos principalmente en los siguientes criterios:

1- CRITERIO SOCIAL. Orientado principalmente en alcanzar la equidad en la distribución de las obras públicas, el equipamiento urbano y la infraestructura que se desarrollen durante el proceso de transformación de la ciudad, teniendo en cuenta que en ocasiones es cíclico y dinámico, por tanto, tomando las previsiones a que hubiere lugar. Ello con el objeto de integrar a los sectores populares plenamente a la ciudad, compensando y equilibrando las diferencias existente entre distintos sectores de una misma urbe; savizando las percepciones de desigualdad social que tanto mal le han hecho a nuestra ciudadanía.

2- CRITERIO LEGAL. Encaminado a generar un nuevo pacto social entre el Estado y los ciudadanos que garantice estabilidad, seguridad y confianza para la inversión de capitales.

3- CRITERIO ECONÓMICO. Dirigido a impulsar el desarrollo en las ciudades, propiciando zonificaciones que generen el mayor número posible de oportunidades laborales de la mano del sector privado.

4- CRITERIO SISTÉMICO. Buscando lograr la interrelación entre los diferentes sistemas urbanos en beneficio de los ciudadanos.

5- CRITERIO AMBIENTAL. Encaminado a la conservación y mantenimiento de los recursos naturales, así como la mitigación de los impactos negativos que tiene el desarrollo urbano sobre el medio.

6- CRITERIO HISTÓRICO, CULTURAL Y RELIGIOSO. Orientado principalmente a la preservación del acervo histórico de la ciudad, pues la expresión físico-espacial de una cultura y sus habitantes encuentra su voz en la construcción de las calles, edificios, plazas, e iglesias, entre otros.

Así pues, para que la planificación de la ciudad sea efectiva, es necesario asumir el “tiempo” como una variable a tener en cuenta en el ámbito del desarrollo urbano. Es por ello que es necesario prever lo que ocurrirá en la ciudad a lo largo de las décadas y con los cambios de gobierno. El principal objetivo de este enfoque es que lo que lo diseñado y construido permanezca vigente el mayor tiempo posible y que los proyectos a mediano y largo plazo gradualmente sean ejecutados por las distintas administraciones de turno.

Está de más comentar que hace ya mucho tiempo que en el Municipio Libertador de Caracas no se desarrolla un Plan Maestro Urbano; razón por la cual podemos decir sin temor a equivocarnos que la ciudad se encaminó directamente hacia el caos, sumergiéndose en la completa anarquía.

En atención a lo anterior, no debe se nos debe escapar que el desastre en que se hundió Caracas responde a intereses políticos que bajo el amparo de discursos populistas han medrado con ostensible éxito, desconociendo y omitiendo el impacto negativo que tienen sobre los sistemas y subsistemas que funcionan como engranajes dentro de la ciudad. Ejemplo de lo anterior lo encontramos en:

a) El favorecimiento de las invasiones, la venta irregular de las tierras periurbanas y la construcción de viviendas populares que contravienen toda la normativa jurídica aplicable en materia de control urbano.

b) La inaudita tolerancia hacia el comercio informal, que ocupa de manera arbitraria los espacios públicos bajo la mirada cómplice de las autoridades, en desmedro de la calidad de vida de la ciudadanía; tales actividades, además de ser fuente incesante de contaminación ambiental, sónica y visual, propician una injusta competencia en contra del comercio formal, que tributa a la administración y por tanto, debe ser su prioridad.

El bienestar colectivo, desde nuestra perspectiva, debe estar por encima de los intereses particulares de los gobernantes de turno. En efecto, cualquiera que tenga la intención de ser alcalde de Caracas, o de alguna de las unidades político administrativas resultantes de su municipalización debe concientizar que tendrá un breve periodo de gestión y por tanto, su visión de ciudad deberá estar integrada a un cambio de paradigma que incluya el término “continuidad de gestión”. En efecto, hasta que ello no ocurra y los gobernantes de turno se dediquen a satanizar a las anteriores gestiones, haciendo borrón y cuenta nueva, todas sus acciones serán inconsistentes en el tiempo, generalmente descoordinadas y poco aprovechables en términos de calidad de vida.

¡Hace falta un plan a largo plazo que sea creíble, necesitamos un PDUL! En efecto, cuando no existe un Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL) las acciones improvisadas y discontinuas de los gobernantes tienden a empeorar los problemas, llegando al punto en que los sistemas urbanos dejan de ser viables social y económicamente, pues la gran cantidad de obras inconclusas, así como el despilfarro en contrataciones de proyectos entre gestiones, arruinan el paisaje urbano, desfalcan a la administración e irrumpen en la cotidianidad de los ciudadanos.

Así las cosas, cuando los sistemas urbanos son tan ineficientes comienzan generar elevados costos sociales, tales como:

1. Incremento de la cantidad de horas hombre perdidas en transporte público o privado.

2. Aumento de la contaminación ambiental (smog y basura).

3. Intensificación de la escasez de agua, en especial en sectores populares, que ya de por sí están bastante deprimidos.

¿Cómo operativizar los planes locales cuando cada 4 años cambian las administraciones municipales y los funcionarios entrantes no conocen el plan urbano diseñado o desarrollado previamente, la gestión anterior se lleva toda la información, y/o los funcionarios de carrera que quedan no colaboran?

La realidad es que normalmente el alcalde entrante y su tren ejecutivo pasan el primer año aprendiendo a gobernar y observando cómo funcionan los diferentes órganos municipales, luego van resolviendo los problemas según se presentan, mediante la improvisada “política de parches”, sin que haya una congruencia real con las obras y proyectos que dejó la administración anterior.

En respuesta a la pregunta anterior, desde nuestra perspectiva, debemos señalar la necesidad de activar una oficina de planeamiento urbano meramente técnica, deslindada de los intereses políticos que pueda tener cada alcalde; es decir, un ente que no dependa de la marea electoral para la designación de sus cargos rectores.

En otras palabras, proponemos descentralizar la función de planificar el municipio para que pueda tener la capacidad y la autoridad de ejecutar el plan urbano sin injerencia de intereses políticos, para lo cual habrá que incorporar a representantes de la sociedad civil, especialistas de diversas procedencias y funcionarios. Esto permitiría una continuidad en la realización, actualización e instrumentalización de los proyectos urbanos.

Insistimos pues, ya no es sostenible quedarse de brazos cruzados contemplando los errores que las autoridades municipales cometen al pretender resolver de forma aislada los problemas urbanos que nos afectan, y por cuyas deficiencias todos los habitantes de la urbe terminamos pagando un costo muy elevado.