Colapso económico en Venezuela intensifica presencia de piratas en las costas del Caribe

Colapso económico en Venezuela intensifica presencia de piratas en las costas del Caribe

Algunos pescadores van armados para defenderse de ataques de piratas (AP)

 

 

La piratería no es un fenómeno nuevo en las aguas del Caribe, ni en la costa venezolana. Siglos atrás, eran habituales los ataques de criminales a barcos que transportaban tesoros o a personas importantes, publica Infobae.





Con la consolidación de los estados nacionales y el perfeccionamiento de los dispositivos de seguridad, los piratas se fueron extinguiendo. Sin embargo, el colapso económico y social venezolano está logrando lo que parecía imposible: el retorno de esta amenaza.

Quienes más lo sufren son los habitantes de Trinidad, la isla más grande y poblada de Trinidad y Tobago, que está pegada a la costa nordeste de Venezuela. Los que transitan las aguas del Golfo de Paria —compartido por ambos países— se están volviendo blancos habituales de los nuevos piratas.

“Hay unos 50 pescadores en el pueblo que han tenido roces con ellos, ya sea siendo robados o secuestrados. Nuestra única posibilidad es pescar en la oscuridad, para que no nos vean, o comprar motores más grandes para poder ir más rápido que ellos”, contó el pescador trinitense Gerry Padarath en una entrevista con la BBC. “Todos les tenemos miedo ahora”.

Muchos de estos delincuentes también eran pescadores años atrás. Pero la política de nacionalizaciones impulsada por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro destruyó la industria.

Al cierre de las empresas que los contrataban, se sumó la debacle económica. La hiperinflación y la escasez generalizada llevó a algunas personas a buscar vías alternativas de subsistencia.

Ya tenían los botes, y las aguas del Caribe las conocían a la perfección. Sólo les faltaban armas, una de las pocas cosas que no escasean en una Venezuela donde el crimen organizado no para de crecer.

Candy Edwards es otra de las víctimas que habló con la cadena británica. Tiempo atrás, estaba pescando en la zona junto a dos amigos cuando fue interceptado por piratas venezolanos.

“Se subieron a bordo y nos ataron. Luego nos llevaron a Venezuela y nos encerraron en una jaula en algún bosque. Pidieron un rescate de 35.000 dólares para liberarnos. La comunidad aquí en Icacos (Trinidad) recolectó lo que pudo y nos liberaron después de siete días. Pero quedé tan asustado que no volví al mar durante un año”, contó.

Según un informe sobre la piratería en el mundo elaborado por la ONG One Earth Future, en 2017 se registraron 71 asaltos de este tipo en el Caribe, la mayoría de ellos en el litoral venezolano. Esto constituye un aumento del 163% con respecto a los 27 de 2016.

En el reporte denominado “Ocean Beyond Piracy” (Océanos más allá de la piratería), la ONG compara esta situación con la que se vivió en Somalia tras la guerra civil y las hambrunas. Grupos de ex pescadores y pequeños contrabandistas se dedicaron a la piratería de los grandes cargueros que pasaban por el Cuerno de África.

Sólo la intervención de los cruceros de la marina estadounidense logró detener temporalmente las acciones de estos filibusteros del siglo XXI. La situación en las aguas venezolanas no es tan grave como la somalí. En particular, porque los sudamericanos aún no cuentan con las poderosas lanchas rápidas ni con el armamento que tenían los africanos.

Pero ya se están pertrechando para lanzar operaciones cada vez más arriesgadas. En los últimos dos años se registraron denuncias de actos de piratería en Honduras, Nicaragua, Haití y Santa Lucía. Pero en ninguna parte han sido tantas como en la costa de Venezuela.

El acto más espectacular se produjo en marzo de 2016, cuando un grupo de venezolanos enmascarados mataron a un marinero alemán e hirieron al capitán de un poderoso yate en la bahía de Wallilabou de la isla de Saint Vincent. Es el mismo lugar en el que se filmó una buena parte de la serie de películas de los Piratas del Caribe con Johnny Depp, a la cabeza del elenco.

El famoso empresario británico Sir Richard Branson, que tiene varios yates de envergadura en Necker, su isla privada, también tuvo la aproximación a su marina de varios barcos piratas en los últimos meses. Sus custodios los repelieron.