Laureano Márquez: Vamos bien

Laureano Márquez: Vamos bien

Es un duro momento para Venezuela, estamos recibiendo muchas palmadas en el hombro y mensajes contundentes de apoyo -que se agradecen, es más de lo que teníamos antes-, pero el usurpador sigue allí, con su capacidad de aniquilamiento y destrucción intacta y en pleno desarrollo, bailando su macabra danza y decretando su carnaval de sangre.

El principal enemigo de los venezolanos en este momento es el desánimo que nace de ver frustradas nuestras expectativas, en una tarea que ha resultado en extremo difícil. También la angustia, la certeza de que cada día que esta pesadilla se mantenga en el poder es un día de muerte, de hambre, de maldad sin límite, acompañada -a la postre- de la burla a quienes humillan, asesinan y hacen sufrir. Es decir, todo aquello que emana de la ausencia total de escrúpulos en el ejercicio del poder.





La frase “vamos bien” resume con sencillez este “momentum” que vivimos. “Momentum” en latín, como en español, se refiere a un corto periodo de tiempo en el que sucede algo: “es el momento de la liberacion”. También se refiere a algo que no es tan breve, que puede prolongarse: “llega un momento en que las palabras no son suficientes y hay que demostrar con hechos qué queremos y hacia dónde vamos” (Adolfo Suárez). Con Newton, en física, “momentum” denota movimiento de un cuerpo. Creo que en todos estos sentidos, aunque a veces sintamos que no, vamos bien.

Estas son algunas de las razones que tenemos para levantar el ánimo:

Venezuela en esta hora capta la atención del mundo entero. Eso hace que, por primera vez, cada nueva atrocidad usurpadora, cada nueva violación a los derechos humanos cometida desde el poder sea reseñada con fuerza en los medios internacionales.

El mundo democrático ha comprendido que la dictadura venezolana es insostenible y ha tomado acciones. Es cierto que dichas acciones son insuficientes, pero no por ello dejan de ser importantes.
Venezuela tiene una hoja de ruta, clara, lógica y contundente: cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Estamos todos alineados en esa dirección.

Al menos la segunda fase ya ha comenzado. Venezuela cuenta ya con un gobierno de transición, que ya desarrolla acciones de gobierno y que es reconocido por la comunidad internacional.

Esta hoja de ruta está apegada al ordenamiento constitucional y en su defensa frente a las arbitrariedades y violaciones continuadas del mismo por parte de régimen.

En el sentimiento nacional existe la convicción de que este proceso es irreversible y que contamos -por vez primera- con respaldo y ayuda internacional.

Tenemos nuevamente una oposición unificada, un líder que representa a las nuevas generaciones nacidas o criadas en la dictadura, con una honda convicción democrática y extraordinaria capacidad profesional. No se trata de un liderazgo personalista, carismático ni mesiánico. Juan Guaidó representa la recuperación de la vida democrática en Venezuela, del estado de derecho, de la posibilidad de alternabilidad y elecciones libres. Es decir, la vuelta a un liderazgo racional, no el de una sociedad primitiva que sigue a un caudillo, sino el de una sociedad avanzada que persigue ideales y empatiza o no con sus políticos en función de ellos.

“Vamos bien”, no es una frase vacía, sintetiza un conjunto de acciones para la recuperación y la democracia en Venezuela. ¿Que hay razones para el desánimo? Sin duda: ver un cargamento que puede salvar vidas ardiendo en la frontera, descorazona al más pintado.

Ese es el objetivo principal del régimen es hacernos creer que todo será inútil. Sin embargo, cada día que pasa se equivocan más, resultan cada vez más patéticas sus acciones y más acorralados están en sus propios delitos y delirios.

Así que, como decía el general López Contreras: “calma y cordura” o dicho en palabras del Chapulín Colorado: “que no panda el cúnico”.