José Gato Briceño: Entre la aflicción y la certeza – Camino sin desvíos

Por eso cuando lo que percibo de buena parte de mi gente  es aflicción, congoja, angustia, depresión,  después de la secuencia de acontecimientos del sábado 23  y el lunes 25 en la reunión del grupo de Lima, los comprendo muy bien. Las vivencias descarnadas y el sufrimiento diario para resolver las mínimas necesidades básicas y el dolor de ver la decadencia a la que hemos llegado en nuestra patria, acorta la capacidad de paciencia y confianza en lo que se ha planteado desde la Asamblea Nacional y la colalición internacional para volver a ser libres. Queremos y con razón  ver resultados a corto plazo. Ya ha sido mucho el tiempo de penuria y según la forma en la que nos brindaron la información, los ejecutores del  plan de rescate de la constitucionalidad, se visualizó o se entendió que   las acciones pautadas en la última semana serían de mayor concreción y con menos riesgos que los que presenciamos. La agresión del “narcotirano” llegó  sin  sonrojo  y más bien con orgullo, perpetraron los asesinos comunistas usurpadores de nuevo una masacre contra nuestra hermana sangre y repito, se entiende, es lógico sentir rabia, impotencia y más al no lograr los avances esperados. Yo tengo el mismo desespero de millones de venezolanos, de que haya un desenlace rápido, para que no sigan muriendo miles de paisanos por falta de medicamentos y de comida. En mi humilde análisis e información, debo expresar a mis lectores que estimo un tiempo  mayor para ver los resultados de la diplomacia y de la estrategia de sanciones económicas, materializando  lo que deseamos y estamos esperando el 90% de los ciudadanos nacidos en Venezuela: La llegada de las fuerzas liberadoras internacionales, logrando la tan anhelada LIBERTAD E INDEPENDENCIA, para hacer nuevamente a  Venezuela, tierra de paz y de prosperidad. Dicho sea de paso una tranquilidad para el mundo y no lo que es ahora, una guarida del terrorismo internacional, saqueada, mancillada, devastada, sometida y convertida en una vulgar provincia Castro-Cubana.

A  pesar del lógico desespero estoy más optimista que nunca. Venezuela recobrará su independencia y resplandecerá; retornaremos los millones de venezolanos que estamos en la diáspora, para dar lo mejor de cada uno y nacerá la Nueva Venezuela, la de la decencia, de la fraternidad, de la tecnología y de la dedicación de todos para levantar de las ruinas comunistas a nuestra adorada patria.

No queremos ver más escenas que asquean en nuestro horizonte, como las que el mundo pudo ver con máxima  vergüenza y tristeza  a  presidiarios, colectivos asesinos, paramilitares, terroristas que actuaron bajo las órdenes macabras del clan funesto del PSUV, para impedir la entrada de la ayuda humanitaria. Algo increíble, inhumano y además con el estúpido argumento de la “narcotirania” al comunicar al mundo que eran armas y comida podrida y cancerígena, lo que había en los contenedores. Nicolás Maduro y los cubanos quedaron desenmascarados con esa cruel actuación. Para mí fue un grave error no dejar entrar la ayuda humanitaria. Si la dejan entrar en paz, se nos hubiese puesto muy cuesta arriba. La presión internacional, los hubiese aliviado y no quedarían tan al desnudo ante el universo. Con esa actuación la comunidad internacional comprobó, que Venezuela está secuestrada por unos “narcoterroristas” dirigidos por los “narcoschoros” de la Habana. No conformes con todo el ataque, la vicepresidenta usurpadora Delcy Rodríguez, dió desafiantes declaraciones con indumentaria del grupo Hamas, diciendo ufanamente que eso era apenas una muestra pequeña, de lo que son capaces de hacer. No ponemos en duda su capacidad destructiva y su esencia desalmada, somos testigos del odio que le tienen a los venezolanos.

Por más que disimulen y aparezcan envalentonados, sabemos que están haciendo maletas y sacando a sus familias  del país, como quedó evidenciado con el capo Diosdado Cabello, quien sacó a sus hijos con nombres cambiados, pasaportes “chimbos” y toda clase de “marramucias” como es normal en su comportamiento. No les queda otra que ir escogiendo su lugar de huida o, definitivamente salir con los pies para adelante, lo que sería un alivio para todos los venezolanos.

Lo cierto es que se comieron la luz y bien comida, asesinando a nuestros aborígenes (PEMONES). En la frontera con Brasil, pudimos ver en numerosas imágenes a la deforme e impresentable ministra de los pranes, dirigiendo a  los presidiarios liberados para esta barbarie, con guardaespaldas cubanos y disfrutando al máximo su misión, mostrando a quienes aún dudan de nuestros relatos, la verdadera cara de su forma de dialogar. Su plan fue  interceptar la carga utilizando la policía nacional al ingresar en territorio venezolano y prendiéndole fuego. Acabando así con la esperanza de mejorar su salud, a miles de venezolanos en situación de abandono institucional.

Quedó evidenciado una vez más, que Venezuela está secuestrada por unos crueles criminales y ya se agotó la vía pacífica del diálogo, que los capos se burlaron descaradamente del Papa y parte de la comunidad internacional.

Como Venezolano apoyo al presidente Interino. Hay decisiones difíciles de comprender, como la  que el pasado domingo 24  Juan Guaidó difundió,  comunicando que proponía el USO DE LA FUERZA CONTRA EL RÉGIMEN POR BLOQUEAR LA AYUDA HUMANITARIA . Luego el día lunes vota su representante en el documento final, en donde se EXCLUYE EL USO DE LA FUERZA y seguir buscando medidas diplomáticas para reforzar la asfixia institucional y financiera a la NARCOTIRANIA. Igualmente a sabiendas de que hay un plan  el voto de confianza al presidente Juan Guaidó no está condicionado ni cuestionado, solo tememos por su seguridad. Estos “malandros” no creen en leyes ni  en nada que no sea su anarquía y su impunidad sin limites. Lo que reitero ya repetidas veces es que la  única posibilidad de que esta pandilla de “choros” salga del poder, es por la fuerza y sin contemplaciones.

Mi optimismo se desborda. Estoy casi seguro que los capos y pranes se seguirán comiendo la luz como ya lo hicieron con la ayuda humanitaria y si se la vuelven a comer, deteniendo al presidente Interino Juan Guaidó en los próximos días al entrar al país, tendremos un desenlace muy rápido pues es un desafío y compromiso ineludible de los Estados Unidos, quienes no pueden mostrarse débiles ante este grupo  de “narcomalandros” y obviamente tendrían que adelantar los planes de intervención .

Sin complejos falsos, me sumo a quienes clamamos por  la ayuda de una alianza militar y APOYO LA INTERVENCIÓN HUMANITARIA Y MILITAR YA, y así lo afirmo categóricamente. Es peor que se mueran más de 500.000 mil personas enfermas que están esperando su medicamento y aparte millones de venezolanos que se están muriendo de hambre, porque no encuentra ningún tipo de alimentos y si lo hallan no lo pueden obtener  por tener 2 millones de inflación. Es un verdadero holocausto, el aparato productivo del país está destrozado en más del 80 %.

Agradezco a muchos activistas de gran influencia y seriedad  como Williy Colón, quien se ha pronunciado diciendo verdades que se conocen a mil voces, desnudando a los que se la dan de patriotas y soberanos, a sabiendas de que nuestro petróleo, ha sido la ficha de soborno de muchos países que se han chuleado nuestras riquezas y ahora quieren acusar a los gringos de un supuesto interés, siendo ellos los únicos que pagan lo que compran.

Es mucho lo avanzado en estos últimos 40 días, tomando en cuenta de que hace muy poco no teníamos nada cierto   en nuestro horizonte político.  Con el apoyo de Estados Unidos, se abren muchas posibilidades reales a pesar de nuestras angustias y el desespero. Sabemos que esto se da por la inaguantable  situación de Venezuela. Por eso no es factible seguir pensando en diálogo, en diplomacia. Sería insultar, ofender y jugar con la paciencia del pueblo venezolano.

Vamos en un camino claro y sin desvíos, la ruta se conoce y solo falta más paciencia. Yo me comprometo a seguir apoyando las decisiones para lograr nuestra libertad desde la cárcel del exilio, con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA.

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