Dictador Buteflika renuncia a la reelección y abre paso a la incertidumbre en Argelia

Dictador Buteflika renuncia a la reelección y abre paso a la incertidumbre en Argelia

Buteflika. Archivo.

 

El mandatario de Argelia, Abdelaziz Buteflika, renunció hoy a presentarse a la reelección, aplazó los comicios presidenciales previstos para el 18 de abril y abrió con ello un periodo de gran incertidumbre en un país clave para la estabilidad en el Mediterráneo.

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Esta retirada se produce en medio de una oleada de protestas masivas en todos los rincones del país y apenas 24 horas después de que el mandatario, de 82 años y gravemente enfermo, regresara a Argel tras dos semanas ingresado en un hospital de Suiza.

En un mensaje a la nación leído en el principal informativo de la noche, Buteflika anunció, igualmente, la apertura de un periodo de transición que tendrá como objetivo elegir a un sucesor a través de unos comicios que tardaran varios meses en convocarse.

Un proceso que se vertebrará a través de la convocatoria de una conferencia nacional “independiente e inclusiva”, cuyos detalles no ofreció, y que estará tutelado por “un gobierno de unidad nacional”, cuya composición tampoco desveló.

En este sentido, la renuncia al que hubiera sido su quinto mandato consecutivo llegó acompañada de la salida del primer ministro, Ahmed Ouyahia, y de todo su gabinete.

“Argelia atraviesa una etapa sensible de su historia. El 8 de marzo, por tercer viernes consecutivo, hubo importantes marchas populares en todo el país”, señaló el mandatario, quien dijo “comprender las motivaciones del pueblo” y “la necesidad de poner en marcha un proyecto renovador” para la nación.

Por ello, “no me presentaré a un quinto mandato y esta ya no será una cuestión para mí. Mi estado de salud y mi edad me han asignado como último deber con el pueblo argelino contribuir a colocar los cimientos para una nueva República, como parte del nuevo sistema que todos ambicionamos”, explicó.

La renuncia se produce después de tres semanas de intensas protestas en las que millones de personas han exigido de forma pacífica en las calles tanto la salida de Buteflika como la caída de su régimen, al que acusan de corrupto.

Y era una de las opciones que barajaba el círculo de poder militar que domina el país, ante la deriva que comenzaban a tomar unas protestas que arrancaron hace varios meses en los campos de fútbol y saltaron a las calles el pasado 22 de febrero, dos días antes de que Buteflika fuera trasladado al hospital de Ginebra.

Ya el 3 de marzo se había divulgado otro “mensaje a la nación” atribuido al enfermo dignatario en el que éste prometía renunciar a la presidencia y abrir el citado periodo de transición una vez que hubiera resultado elegido en los comicios ahora aplazados.

Aun así, las protestas volvieron a intensificarse este viernes, impulsadas por las reivindicaciones feministas del 8 de marzo, y comenzaron a mutar, con ataques directos al régimen militar, que controla Argelia desde la independencia de Francia en 1962.

Una presión popular que entre semana mantenían los estudiantes y a la que este lunes se sumaron los jueces, en medio de un llamamiento a la huelga general y a la desobediencia civil pacífica que empezaba a prender en todo el territorio nacional.

“La otra habría sido apostar por la represión, lo que habría creado una situación insostenible y un posible estallido de la violencia que no convenía a nadie. Es la solución más lógica”, declaró a Efe un diplomático europeo destinado en Argel.

“La presión en la calle va a descender y va a haber tiempo para una transición que en cualquier caso no puede ser muy larga”, agregó el diplomático, para quien la renuncia también es un “síntoma claro” de que la salud del mandatario es verdaderamente crítica.

En la presidencia desde 1999, Buteflika sufrió en 2005 una “úlcera sangrante de estómago” y en 2013 un agudo “derrame cerebral” que mermó sus facultades físicas y que ya le impidió hacer campaña en las presidenciales del año siguiente, pero no ganar sus cuartos comicios consecutivos.

Desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano Said y sus apariciones públicas son cada vez más esporádicas, reducidas a las imágenes grabadas por la cadena estatal con motivo del consejo de ministros o de visitas de altos dignatarios extranjeros.

Hace un lustro que no viaja al exterior y en los dos últimos años ha cancelado en el último momento por “recaídas de salud” reuniones ya confirmadas con altos responsables como la canciller alemana, Angela Merkel, o el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamad bin Salmán.

Su renuncia abre ahora un capítulo de gran incertidumbre también para Europa, y en particular para España, país cuya industria depende en gran parte del gas de Argelia, que supone el 54 por ciento del total que compra.

Con información de EFE.