A mes y días de aquel 23 de febrero en que Guaidó prometió que la ayuda humamitaria entraría al país desde Cúcuta “per se o per se”, nos hemos olvidado que se trató de un acto fallido, puesto que, de tan contundunte promesa solo quedaron dos container quemados en las calles de San Cristóbal por la acción criminal de colectivos enardecidos y enloquecidos y toda la soberbia que puede generar en una dictadura el hecho de deshacerse con relativa facilidad de las amenazas de sus opositores.
No debe olvidarse que, el ingreso de la ayuda humanitaria anunciada por Guaidó a comienzos de aquel febrero revistió el carácter de una acción internacional, dado que, la misma llegó a la capital del Norte de Santander, no solo desde Estados Unidos sino de Argentina, Chile, Brasil y Panamá, que recibió el apoyo entusiata de los gobiernos de esos paises y de muchos otros de América y Europa, arrimando, por tanto, a los exasperados millones de venezolanos la esperanza que de “humanitaria” pasaría a una acción política y militar que le pusiera fin a la peor tragedia que han sufrido en una historia que las ha conocido largas y frecuentes.
Pero si hasta el excéntrico y exótico millonario inglés, Richard Branson -el magnate que ha hecho historia creando una empresa para realizar viajes de turismo a la luna-, se sintió llamado a poner su grano de arena y organizó un concierto en la frontera colombovenezolana que reunió un millón de personas, decenas de cantantes de los cinco continentes y cien millones de dólares producto de colaboraciones privadas porque las entradas fueron gratis.
En otras palabras que, todos los recursos que hicieron falta -sobre todo el millón de personas-cuando Guaidó quiso cumplir su promesa de que la ayuda ingresaría “per se o per se” y vio como los dos primeros containers eran detenidos por colectivos que dieron cuenta de su carga a punta de bombas Molotov, mientras provocaban un saldo sangriento de dos muertos y un número no precisado de heridos.
En definitiva, que un enorme error de cálculo de Guaido y de quienes le afinan la estrategia, en cuanto a la tolerancia que tendría el gobierno madurista con relación al ingreso de la ayuda y no haber previsto que, bien desde dentro o fuera del país, debió contar con alguna protección militar.
Pero nada que contuviera la ofensiva de Guiadó en proyectar su liderazgo como presidente del único gobierno legítimo de Venezuela, y tan pronto se apagó la llama de la ilusión de la ayuda humanitaria, inició una gira por países de Sur y Centro América (Colombia, Ecuador, Perú, Argentina y Panamá) dejando esa impronta de frescura, sencillez, soltura y audacia que lo convierten en el último fenómeno político de Venezuela, América y el mundo.
En breve, todo lo que se necesitaba para crearle a Maduro el dilema sobre si lo detenía a su regreso al país, o aceptaba confrontarlo, calle a calle y pueblo a pueblo, de modo que, si no en unas elecciones de las convocadas por el CNE de Tibisay Lucena, fuera en esta suerte de democracia directa, plebiscitaria y tumultuaria donde se desidiera quién era el “verdadero” presidente del país.
Y los dos lo aceptaron, ya que Guaidó regresó al país el lunes 4 de marzo (lunes de carnaval, por cierto) sin acosos de ningún tipo y desde entonces ha realizado soberbias manifestaciones en Caracas y en el interior que demuestran que el fracaso del ingreso de la ayuda humanitaria no haya mellado su pegada en todas las clases del país.
Pero Maduro tampoco se ha mantenido de brazos cruzados, sino que, al contrario, ha arreciado el control que tiene de la población a punta de bayonetas, fusiles y cañones, y llevó acabo un aprovechamiento “eficiente” del colapso por falta de mantenimiento del sistema eléctrico que es la marca de fábrica del socialismo, ejecutando una represión bestial contra trabajadores opositores del sector y ordenando saqueos contra ciudades como Maracaibo que siempre se han caracterizado como inconmoviblemente adversas al madurismo.
En otras palabras que, el enfrentamiento entre los dos gobiernos que se dividen al país, el Legislativo y el Ejecutivo, el de Guaidó y el Maduro, continúa como cuando Guaidó se fue a la frontera a ingresar la ayuda humanitaria “per se o per se”, y Maduro tembló ante la perspectiva de que la misma se realizara apoyada en fuerzas militares de Estados Unidos, Colombia y Brasil.
Pero aun quedan muchos rounds por empeñarse en los “idus de marzo” en que se confrontan en este momento gobierno Legislativo vs gobierno Ejecutivo y uno que merecer mencionarse “por lo histórico” es el Informe que acaba de publicar la Comisión Técnica de la ONU que viajó a Venezuela a “evaluar el tema de los Derechos Humanos” y fue 100 por ciento contrario a una dictadura que es ducha en correr la especie de que la “tragedia venezolana es obra de la propaganda y no de la realidad”
Verdadero derechazo al mentón del cual no se esperaba si no que Maduro saliera con la bandera blanca o la pipa de la paz, mareara a Guaidó y a su gente, al menos, con otra oferta de diálogo (lo cual explicaría la presencia en Caracas a comienzos de semana del inefable Zapatero), pero no, si Zapatero vino a Caracas fue para ser consultado sobre las consecuencias en Europa, y particularmente en España, de la detención arbitraria del segundo hombre al mando del gobierno de Guiadó, Roberto Marrero.
Poco conocido y menos publicitado, este operador que fue Secretario de la Asamblea Nacional en el período pasado -el que presidió Julio Borges-, pero que desde el 2014 viene disparándose en un ascenso medio secreto, pero incontenible en el entorno más cercano al Secretario General de “Voluntad Popular”, Leopoldo López.
Por esa vía, fue nombrado Secretario o Jefe del Despacho (auténtico Primer Ministro) del gobierno de Guaidó y considerándosele el “cerebro”, o por lo menos, el hombre que, siendo también, el primero entre los colaboradores del López, era, por tanto, el responsable de las cosas buenas y malas que le estaban sucediendo al gobierno del político opositor más popular después de Capriles.
La gran pregunta es: ¿qué le queda hacer a Guiadó y a los países que apoyan su gobierno para contener a un Maduro que recibe sanciones tras sanciones pero sin dar muestras de retroceder y más bien se atreve a amenazar con que el próximo preso será el presidente legítimo que preside la Asamblea Nacional y es uno de los líderes políticos más populares de América y el mundo?
¿Ir a un embargo petrolero, comercial y financiero con todas las reglas, como los que se llevan a cabo contra gobiernos que hacen parte del narcotráfico, el terrorismo y la delincuencia organizada, seguir con las sanciones ya implementadas pero que no detienen al dictador, o empezar a ejecutar acciones militares desde afuera contra bastiones del poder represivo de Maduro como pueden ser los cuarteles o instalaciones como las sedes del Sebín, la Dgicim o el FAES?
¿O sucederá la tan ansiada y controversial intervención militar uni o multilateral enormente “sustentada” ahora, legal y constitucionalmente, por el Informe de la Comisión Técnica del la ONU sobre las flagrantes violaciones de los DDHH en la dictadura de Maduro?
“Todas las acciones están sobre la mesa” volvieron a decir recientemente Trump, Elliot Abrams y Pompeo, y Guaidó insinuó que siguen considerándose políticas (sean cuales fueran) para contener al dictador.
Pero de los cuatro reyes de la baraja venezolana el menos contundente fue Guiadó, quién debe tomar muy en cuenta la detención de Marrero, ya que después de la caída del Jefe de su Despacho, no puede seguir sino la del Jefe mismo, Guiadó.