Juan Guerrero: Férrea unidad nacional

Esta semana asistí a un foro para comprender las claves de la ayuda humanitaria que se organiza para Venezuela. Puedo indicar que la logística para la asistencia, recepción, control y distribución de alimentos y medicinas, se encuentra en manos de especialistas y personas que tienen años trabajando en esta área.

El trabajo profesional se comenzó a enfocar de manera sostenida y bajo protocolos internacionales, a partir de 2015. Ha sido un arduo y laborioso trabajo que finalmente está dando sus frutos. Estudios estadísticos, recepción de denuncias y su validación. Así como el soporte y formalización de las denuncias fundamentadas por expertos en cada área, son el resultado de un planificado trabajo en equipo.





Por ello ahora en varias ciudades del mundo, como Madrid, Miami, Los Ángeles, Ciudad de Panamá, las organizaciones de ayuda humanitaria mantienen una constante recepción de donativos que a su vez, se destinan a los centros nacionales donde finalmente se hacen llegar.

A su vez, las denuncias sobre detenciones arbitrarias, tratos crueles, torturas, asesinatos, masacres, desapariciones forzosas y demás violaciones contra los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, son tramitados con sus respectivos soportes, por equipos profesionales y remitidos a los organismos internacionales correspondientes.

Observo al auditorio mientras una señora expone su caso como paciente renal que debe dializarse dos veces a la semana. El pasado año entré en crisis, expone. –Ahora me quiero ir del país porque mi calidad de vida ha empeorado y tengo temor de no conseguir las medicinas para mi diálisis.

La extrema gravedad de la catástrofe humanitaria y económico-financiera venezolana es de dimensiones regionales, tanto por la migración de venezolanos –poco más de 3 millones- como por la introducción de dinero proveniente del narcotráfico en los sistemas financieros de varios países, y además, por la evidente presencia de fuerzas militares y paramilitares extranjeras. Tal y como reseñan las agencias de noticias, la presencia reciente en territorio venezolano de militares rusos, así como la ya vieja permanencia de militares cubanos castristas, eleva la gravedad de la crisis a una alarma en occidente, con la presencia de brigadas de paramilitares del ELN/FARC y los grupos terroristas, del Hamas y Hezbolah.

No es fácil entender que la coyuntura actual de la catástrofe humanitaria venezolana ha pasado de una diatriba ideológico-política, de izquierda/derecha, en tiempos del pasado y fallecido Chávez, entre 1998-2013, a un abierto enfrentamiento entre grupos de pandilleros, dirigidos desde el poder del Estado contra la población civil. Que no tiene nada de ideología y sí de afrenta contra la dignidad humana.

Lo que ocurre en la actualidad en Venezuela es simplemente una situación de crimen organizado generalizado, por acción directa u omisión de su responsabilidad constitucional, tanto de los grupos políticos oficialistas como del régimen totalitario en el poder. Es una clara y descarada situación de desprecio, humillación contra la condición humana del ser venezolano.

Paulatinamente el liderazgo político partidista nacional va tomando cuerpo en torno de la figura del presidente encargado Juan Guaidó, quien representa para el 87,3% de la población venezolana, la aspiración de un cambio real e inevitable retorno de un gobierno de unidad nacional, para la reinstitucionalización y democratización del Estado.

Es evidente que la dirigencia opositora venezolana se encuentra en las actuales circunstancias, mejor que el pasado año. Pero también es cierto que el régimen totalitario de pandillas que lidera Maduro, está en su fase más agresiva en el uso y abuso del poder.

Entre el público una muchacha de no más de 21 años, levanta la mano para exponer su caso: -Quisiera saber si ustedes están en disposición de suministrar baterías para marcapasos. –Es que mi papá tiene desde hace varios años un marcapasos y ya en dos oportunidades la batería ha fallado. Por eso se ha agravado y ya el cardiólogo nos advirtió que la próxima vez que la batería falle, no va a soportarlo.

Todos quedamos en silencio. La respuesta del expositor fue tomar nota mientras le indicaba una serie de direcciones donde pudiera acceder a la donación de una batería para salvarle la vida a su padre.

Ahora, mientras estoy conversando con mi esposa en medio de la oscuridad de este segundo Gran Apagón nacional, que ya lleva varios días, ella lee unos tuits que pudieron llegar a su teléfono. De los mensajes que escriben, uno me despierta de la somnolencia y me enmudece. “Mi mamá acaba de morir en Venezuela, tenía Alzheimer. No tienen luz en la casa, los teléfonos no tienen señal ni batería. No podemos hablar con mi papá, solo con una prima que nos pone al tanto. No es justo morir así. No es justo despedirse así. No es justo.”

La lucha de la sociedad venezolana ya no es contra un sistema ideológico-político. Tampoco es sobre la prevalencia o sustitución de izquierda/derecha. Es básicamente de sobrevivencia. De encontrar medicinas, alimentos, y ahora de la electricidad, las comunicaciones y el agua potable.

Esta catástrofe humanitaria, planificada y generalizada por el régimen totalitario de pandilleros que lidera Maduro, debe ser denunciada por la comunidad internacional. No podemos solos contra un poder que se soporta en las armas, tanto de un ejército de militares y paramilitares venezolanos, como de militares extranjeros y grupos terroristas y del crimen organizado. Es justo, legítimo y urgente, la responsabilidad de proteger (R2P) por razones humanitarias. Por tanto, la coalición militar internacional debe intervenir.

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1