José Manuel Rodríguez: Tierra arrasada

José Manuel Rodríguez: Tierra arrasada

Tierra inmolada Maracaibo señorial, 
aún deberás continuar sacrificada.
Maracaibo tierra mía idolatrada y olvidada por ser leal, Maracaibo marginada y sin un real. 
¿Qué más te puede pasar, que ya no te haya pasado?” 
 
Ricardo Aguirre. “Maracaibo marginada”.1969.
Jamás se pudo imaginar “El Monumental de la Gaita”, Ricardo Aguirre, cuán apocalípticamente premonitoria sería su gaita protesta “Maracaibo marginada” mientras la escribía, a mediados del siglo pasado. “¿Qué más te puede pasar, que ya no te haya pasado?” Sin duda no conocía de lo que podían llegar a ser capaces los señores que hoy nos desgobiernan.
La política o estrategia de tierra arrasada es una táctica militar que consiste en destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad al enemigo cuando una fuerza avanza a través de un territorio o se retira de él. Podemos inferir entonces que el socialismo del siglo XXI está en guerra contra los venezolanos, porque en 20 años que tiene transitando por nuestro territorio ha arrasado sistemáticamente con todo, hasta con la manera de vivir y la idiosincrasia del venezolano. Más aún, diera la impresión de que su más dura batalla la está librando contra el pueblo zuliano, concentrando sus más duros esfuerzos en la ciudad de Maracaibo.
La gran crisis que atraviesa el país pareciera que solo tiene solución si su real magnitud no se hace visible en Caracas. La ciudad capital concentra el centro del poder y además es asiento de importantes sectores populares, que en su momento fueron bastión del oficialismo.
El exacerbado centralismo, que parece ser una enfermedad que va en los genes de quienes gobiernan y de quienes quieren gobernar en nuestro país desde tiempos inmemoriales, condena siempre a la provincia a sufrir de abandono y de cuanta desgracia pulula por estos caminos de Dios.
El Zulia es dueño de la masa de agua más grande de Latinoamérica, y su cuenca abarca una de las más grandes reservas de petróleo y gas del planeta, que provee el 80% de la producción de hidrocarburos del país. Sus minas de carbón son las más importantes del país. Es el primer estado productor de plátanos, palma aceitera, uva, leche, carne y aves; el segundo en producción de huevos, además de cualquier cantidad de otros rubros agrícolas y pecuarios. Y por si fuera poco, es el estado, electoralmente hablando, más importante del país.
El Zulia parió a Rafael Urdaneta, a Rafael María Baralt, a Ambrosio Alfinger, a Humberto Fernández Morán, a Gabriel Bracho, a Manuel Belloso, Manuel Dagnino, Francisco Eugenio Bustamante, Udón Pérez, Jesús María Semprúm, Luis Aparicio y a Jesús Enrique Lossada, entre otros venezolanos insignes. Además, podríamos llenar páginas enteras con lo que ha aportado la región zuliana al desarrollo económico, social y cultural de Venezuela. ¡Carajo, al Zulia le debemos hasta el nombre del país!
Es sencillamente inconcebible que el estado Zulia sea uno de los estados más golpeados, y cuidado sino el más vapuleado, por la política de tierra arrasada a la que pareciera que nos están sometiendo a todos los ciudadanos de este país. Su capital, Maracaibo, otrora orgullo de los zulianos y de todos los venezolanos, es hoy una ciudad desolada, sometida a la falta de luz, de agua y de seguridad. Una ciudad saqueada donde campea la anarquía, donde sus ciudadanos deben hacer colas de hasta seis de horas para abastecer un tanque de gasolina.
Imagínese usted mi estimado lector que no vive en Maracaibo o en un ninguna otra ciudad del estado Zulia, cómo sería su existencia durante ocho o nueve días consecutivos sin electricidad y sin agua, con temperaturas que alcanzan hasta 40 grados o un poquito más, sin la posibilidad de poder siquiera encender un ventilador que por lo menos sople aire caliente ni agua fría para beber. Imagínese en medio de una ciudad saqueada producto del colapso de los servicios, donde muy poco se consigue para comprar, donde hay que hacer colas de hasta dos horas para pagar un producto porque los puntos de venta no funcionan y que la moneda corriente sea el dólar o el peso colombiano al precio que le dé la gana de pagarlo o recibirlo el especulador de turno.
Imagínese amigo lector si fuera usted parte de esas familias enteras que duermen tipo campamento de refugiados en los frentes de las casas y techos de edificios, o que fueran sus niños los que no pudieran ir a la escuela, o que usted o los suyos mueran de hambre o por falta de medicinas o atención médica por el colapso de la red hospitalaria.
Imagínese que fuera usted quien estuviera en medio de ese caos. Aparte de intentar sobrevivir cada día, deberá luchar también contra unas autoridades regionales y municipales, que lejos de defender su tierra y a sus ciudadanos, parecieran más bien que le tienen arrechera a su misma gente. Hambre, miseria y muerte de mengua asolan hoy a Maracaibo y todo el estado Zulia.
Soy un venezolano que no vive en el Zulia pero que lo siento como mío. Me lo conozco de arriba a abajo porque por muchos años me albergó como uno más de sus hijos. Hoy siento ira, impotencia, frustración y desesperación ante la imposibilidad de no poder hacer más nada que dar una palabra de aliento y consuelo a mis amigos, a mi gente querida que hoy vive esta terrorífica realidad. Le recuerdo a quienes hoy ostentan el poder, así como a aquellos que lo aspiran, que Venezuela no solo es Caracas, que el Zulia y todos los estados del país también existen, también son importantes y que también han dado libertadores.
José Manuel Rodríguez Analista / Consultor Político josemrbconsultor@gmail.comtwitter: @ingjosemanuel