Desmontaje de las fake news del régimen de Maduro (Parte VI)

 

¿Por qué el régimen chavista no puede resolver el problema alimentario?





Fernando Núñez-Noda, de Verifikado para La Patilla.

En un país con más de 60% de déficit alimentario a Nicolás Maduro se le ocurre, el 13 de abril pasado, ordenar a la milicia producir alimentos. Pero no es todo, promete “un milagro económico”.

Más allá de la anécdota subyace una realidad más definitiva: el régimen de Maduro no tiene capacidad financiera ni logística para producir alimentos. Vale agregar, ni voluntad. Para distribuirlos sí, en limitados circuitos, usando infraestructura de la nación aunque bajo programas proselitistas como el Clap.

Pero la idea de Maduro o es una monumental pérdida de recursos o tiene otros fines. Igual será pérdida de recursos para la nación.

¿Por qué el régimen chavista no puede resolver el problema alimentario?

Ese llamado a los milicianos es un ejemplo de porqué no logrará jamás enmendar un desastre que se gestó bien temprano en la administración chavista. La producción y distribución de alimentos requiere una infraestructura industrial que no es, precisamente, lo que ha promovido el chavismo. Los países mejor alimentados del mundo han delegado la producción y distribución de estos bienes casi enteramente al sector privado.
Por el contrario, iniciativas confinadas a pequeños grupos, artesanales en su mayoría. Desde cultivos oligopónicos hasta gallinero verticales, pasando por fundos unifamiliares, tienen sentido en escalas muy locales, rurales y pobres. No pueden ser parte de una estrategia nacional para derrotar la escasez y la hiperinflación.

Un documento de 2003 cuenta lo siguiente en la juramentación de las Juntas Nacionales Agrícolas por el entonces presidente Hugo Chávez: “En materia de agricultura, la Constitución Bolivariana de Venezuela en su artículo 305 es clara, cuando señala que la agricultura sustentable es la base estratégica para el desarrollo rural integral que garantice la seguridad alimentaria de la población.”

Obviamente esto no se cumplió y, de cualquier forma, los conucos y pequeños sembradíos familiares y cooperativos siempre han existido, incluso con más éxitos antes del chavismo y su extrema discrecionalidad para entregar concesiones y ayudas. Si vamos a cultivos en la ciudad, pues los pocos que se ensayaron -con mucha propaganda- fueron abandonados.

Expropiaciones

Pero vayamos a la producción industrial, como antecedente y no a Maduro sino a Hugo Chávez. Un estudio que cubre hasta el 2010, ya registraba unas 1.440 compañías, galpones y terrenos expropiados. “De este total, 256 compañías operaban en el sector de alimentos.” Entre los expropiados estaban “grandes consorcios, cuatro millones de hectáreas (según fuentes oficiales) de propietarios privados, 12 plantas procesadoras de harina precocida de maíz (…) y las dos principales cadenas de automercados.” También con la adquisición forzada de Agroisleña, el gobierno de Chávez acaparó “90% de los insumos agrícolas del país”.

Proyectos como el “Plan Especial de Seguridad Agroalimentaria” de 2003, o la Misión AgroVenezuela que arrancó en enero de 2011 con el propósito manifiesto de incrementar sustancialmente la producción nacional y “convertir a Venezuela en una potencia agroalimentaria”, no lograron ninguno de los objetivos. Tampoco el plan para incrementar en 34% la producción de maíz blanco y amarillo, de arroz, leguminosas y hortalizas anunciado por el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras (MAT).
“Otros de concepción más ideológica como los Fundos Zamoranos, supuestos pilares del socialismo agrario, y el programa de agricultura urbana denominado “Agrociudad” también fracasaron.”

¿Se comprende cuánto dinero se gastó en estas adquisiciones, solo para que 10 años después ninguna exista o genere productos para los cuales fueron desembolsados millones de dólares? Eso se llama ni lavar ni prestar la batea.

El sucesor fue peor que el sucedido

Con Maduro, obviamente, no fue mejor: “Así, en junio de 2013 (…) Nicolás Maduro aseguró ante la FAO que Venezuela tenía la red pública de alimentos subsidiados más grande del mundo con 22.000 puntos de distribución que daban cobertura al 61% de los hogares venezolanos. Casi un año antes, en agosto de 2012, Carlos Osorio, por entonces ministro del Poder Popular para

la Alimentación, precisaba que 16 millones y medio de venezolanos compraban sus alimentos en los 22.300 establecimientos de esa red: Mercales, Pdvales, Bicentenarios, Casas de Alimentación, Panaderías, Areperas, Bodegas Móviles y Comedores Populares.”

El punto débil fue que los insumos para estos alimentos o los productos frescos eran importados. La producción privada fue ahogada y la público se desintegró en corrupción e impericia. Cuando comenzó a concretarse la quiebra del sistema financiero público venezolano, ya no había forma de adquirir estos productos. La investigación de AlNavío afirma que “la crisis alimentaria en Venezuela empezó con la expropiación de Agrosileña”.

Siete años después: “64,3% de los venezolanos perdieron 11,4 kilos en promedio de peso involuntariamente en 2017, según [el informe de Conavi], y 8,2 millones de venezolanos comen dos o menos veces al día, y los alimentos que consumen son de baja calidad nutricional. Por primera vez en casi un siglo el hambre o el miedo a pasar hambre es la preocupación principal de casi todos los venezolanos.”

Un reporte basado en cifras de la FAO de 2017 lo expresa con precisión:

“La proporción de población en situación de hambre en Venezuela ha crecido sostenidamente desde el 2010 hasta el 2017. El déficit se viene acumulando por un período ininterrumpido que comenzó hace 8 años, no comenzó con las recientes sanciones internacionales ni con una supuesta guerra económica reportada desde el 2013 (FAO 2017).

“La proporción de población en situación de hambre en Venezuela aumentó 4 veces desde el 2010. En el mismo período, la proporción de población en situación de hambre disminuyó en América del Sur y en toda América Latina. Del total de personas que pasaron a situación de hambre en América del Sur desde el 2013, el 86% son venezolanos (FAO 2017).”

Una encuesta de Datanálisis publicada en abril de 2019 encontró que los principales problemas “que se identifican en Venezuela [son el] desabastecimiento de alimentos con un 75,7% y el alto costo de la vida con 53,6%.” Es decir, preocupa más la escasez alimenticia que una inflación de 10.000.000% para 2019, según el FMI.

Por cierto, de esa misma investigación: De la opinión sobre el responsable del desabastecimiento de alimentos, 63% se identificaron con el oficialismo.

Hay muchos casos más, como los Claps “mexicanos” y de modalidades similares, denunciados por los periodistas de Armando.info y otros medios. Allí se comprueba que la gestión alimentaria del chavismo bajo Maduro se convirtió en una red de negocios corruptos entre líderes del chavismo y operadores políticos y comerciales en diversos puntos de América Latina, no solo México.

Conclusiones

¿Qué se puede esperar de cientos y hasta miles de milicianos subeducados, mal entrenados, más ávidos de empuñar un arma contra “los escuálidos” que de producir? Y si se trata de producir ¿de dónde sacará los insumos un régimen quebrado? ¿dónde producirían si las fábricas están abandonadas, subdotadas o en paupérrimas condiciones? ¿cuán rápido transformarían esas iniciativas en negocios corruptos grupales e individuales, como han hecho con TODAS las experiencias anteriores?

Aunque las órdenes de Maduro en general no se cumplen, a menos que estén impulsadas desde La Habana, esperemos que ésta de involucrar a milicianos en producción de alimentos siga el mismo destino. Que no se cumpla. Así es país se ahorrará unos cuantos de sus escasos dólares y dejará el “milagro económico” para cuando realmente se pueda realizar, es decir, cuando el chavismo deje el poder.

VerifiKado, Fernando Núñez-Noda, 2019 para La Patilla.