Villca Fernández: España es cómplice del chavismo al aceptar empresas con dinero del narcotráfico

Villca Fernández: España es cómplice del chavismo al aceptar empresas con dinero del narcotráfico

Villca Fernández, durante la entrevista con ABC en la sede de Amnistía Internacional, en Madrid – Jaime García

 

 

 

Villca Fernández tiene 38 años y ha pasado más de la mitad de su vida luchando contra el chavismo: primero contra Hugo Chávez y después contra Nicolás Maduro. Esta semana ha visitado Madrid para participar en un encuentro informativo de Amnistía Internacional (AI), ONG a la que asegura le debe la vida, para explicar cómo es la situación en Venezuela, país del que fue desterrado el pasado mes de junio después de haber pasado dos años y cinco meses en la prisión del Helicoide, tras ser detenido por los Servicios Bolivarianos de Inteligencia Nacional (Sebin). Su delito: un tuit dirigido al número 2 del régimen, Diosdado Cabello, ávido por capturarle, según manifestó en su programa de televisión «Con el mazo dando». A lo que Fernández respondió: «Tienes los días contados en el poder y tienes muchas cuentas pendientes con la justicia… No te tengo MIEDO». Doce horas después, sin orden de captura era detenido en la ciudad de Mérida, por una comisión del SEBIN, y trasladado en avión a Caracas fuertemente custodiando. «Nunca más he vuelto a Mérida. Fue mi última vez con mi gente, y en una calle de Venezuela», dice con tristeza a ABC.

Por Susana Gaviña
@sgavinabarriuso

En 2002, Fernández participaba en su primera revuelta contra el Gobierno chavista, pero fue quizá en 2011, cuando estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes (ULA), en el estado Mérida, cuando se hizo notar más: tomó parte en una protesta estudiantil que desembocó en una huelga de hambre de 27 días. En esa misma universidad coincidió con quien se convertiría en su gran enemigo, Tarek William Saab, hoy fiscal general de Venezuela. «Son 20 años de lucha ininterrrumpida contra un sistema que siempre supe que era totalitario, el fin de los derechos y libertades de Venezuela. Yno me equivoqué. Míreme acá, dónde me ha llevado», explica a ABC en la sede de AI en Madrid. «Tarek y yo nos conocemos y sabe que no vamos a claudicar en la lucha por la libertad. Por eso me desterraron, sin identidad ni documentos, porque no pudieron callarme en el calabozo». Un calabozo del que nunca estuvo seguro de poder salir con vida, «o hasta que cayera el régimen».


Usted comenzó a estudiar Ciencias Políticas porque quería cambiar el sistema desde dentro -se presentó a diputado de la Asamblea Legislativa en 2015-. Ahora parece más partidario de la intervención como única solución posible a la crisis que atraviesa su país..

Sigo pensando que el sistema hay que cambiarlo desde dentro, pero esto también pasa por una intervención, que no tiene que ser militar sino humanitaria. Y no se trata de la intervención de un país, debe haber una coalición internacional, que no acabe con el régimen sino que salve la vida de la población. No es un tema político. En Venezuela no hay una lucha de dos bandos políticos enfrentados. En el país hay una mayoría del 90% de la población que cree en la democracia y en las libertades y los valores; y hay un sector que es criminal, que es la mafia. Eso es el régimen de Maduro. Un régimen criminal formado por criminales. Cómo sales de eso cuando la población está desarmada, es joven, nunca ha estado en guerra y no está acostumbrada a ella.

Pero en los últimos años gran parte del país se ha echado a la calle para protestar y reivindicar sus derechos…

En los últimos años Venezuela ha demostrado la casta que tiene, de lucha, de querer ser libre, de que no nos van a someter. Pero cuánto es el coste que va a pagar, cuántas van a ser las muertes, los presos, las torturas, el hambre, la población migratoria… Los venezolanos que están aquí, en España, no están voluntariamente. Están huyendo del hambre, del totalitarismo…

Pero el exilio es un castigo, no es un premio…

La mayoría quiere volver. Los que no quieren volver son aquellos que han colaborado y participado en los crímenes. Con la chequera llena han hecho una vida en España y en otros países del mundo, y se mantienen. Ylamentablemente los gobiernos son complices de eso, sin importar la ideología.

¿España es cómplice por aceptar chavistas?

Claro. Si tú aceptas una empresa en un país con dinero del narcotráfico, con dinero de los venezolanos, robado, y lo sabes, porque está abiertamente demostrado que son activos de país, de una población que está pasando hambre. Si lo aceptas te vuelves cómplice. España se está esforzando en ayudar al país a salir de la crisis, pero todavía no ha dado el paso completo. No termina de hacer lo suficiente para que Venezuela sea libre. Como no lo hace el resto de los países del mundo. No es suficiente decir«queremos que Venezuela sea libre», que hay presos políticos, que se violan los derechos humanos… si después no les das refugio cuando son perseguidos. En España todavía no se les da refugio. No hay coherencia. Todavía no reconoce a los funcionarios del presidente Juan Guaidó, y sigue manteniendo en la embajada a los representantes de la dictadura. El Gobierno español no es coherente. Para serlo debería echar a todos los funcionarios de Maduro, que son funcionarios criminales. No son suficientes las palabras, Venezuela necesita que esto deje de ocurrir. Que más de 1.200 presos políticos salgan de las cárceles. Que Venezuela sea libre. ¿Y cómo puede ser libre, y dejar de pasar hambre y de necesitar medicinas? ¿Cómo se resuelven los problemas de la inmigración que llega a otros países? Saliendo del régimen de Maduro. La mejor ayuda humanitaria que el mundo le puede dar a Venezuela es colaborar para lograr la salida de Maduro. Nosotros no queremos que nos lancen bolsas de comida y medicinas desde el cielo. Queremos sembrar y producir nuestra propia comida. Y eso solo es posible si sale el régimen. Nosotros no queremos ser como los países de Oriente Próximo, que llevan 50 años en guerra; o África, recibiendo bolsas de ayuda humanitaria. No queremos limosna, queremos libertad.

Usted lleva media vida luchando, rebelándose contra el régimen chavista: desde hacer huelgas de hambre, participar en revueltas, vivir en las clandestinidad… Lo que le ha llevado a pasar dos años y cinco meses de prisión en Helicoide -donde participó en motines-, un centro de torturas, y después al destierro en Perú, de donde es su padre…

He hecho once huelgas de hambre, todas contra el régimen criminal de Venezuela. Por la libertad de expresión, por la libertad de los presos políticos, por mantener nuestras universidades abiertas… Hice dos estando preso. Estuve dos años en la clandestinidad -tras participar en las protestas de 2014, en las que fue detenido el líder opositor Leopoldo López- porque me perseguían después de llevar años luchando contra el régimen. No te persiguen porque participes en las protestas, sino porque piensas diferente. Es lo que le sucedió a Leopoldo López, que aunque esté en casa vive encarcelado, y sufre la tortura. Lleva dos grilletes electrónicos en los tobillos. Yo tenía uno en el Helicoide que me daba descargas eléctricas cada media hora.

¿Qué recuerda de su paso por la prisión del Helicoide?

Estuve tres días desaparecido hasta que me presentaron. Nunca terminé un juicio. Comenzaba y se interrumpía. Hay presos que pasan dentro cuatro años y nunca van a juicio. Es una manera de torturar a los presos políticos, porque caes en un limbo judicial. Tu proceso no avanza. Ese es el modus operandi de todos los presos políticos. Además de la tortura física está la psicológica, que consistía en torturar a otros presos comunes, porque a nosotros ya no podían tocarnos porque lleagmos a ser 80 o 90 presos polítivos en total en el Helicoide, y nos rebelábamos. Entonces nos colocaban un preso recién llegado, un preso común, lo colgaban de una muñeca delante de nuestra celda para que lo viéramos, y lo torturaban: le daban corrientes eléctricas en los testículos. Les desnudaban y les golpeaban con un mazo envuelto en papel de periódico para que no le dejara marcas. Les golpeaban hasta que no pudieran mantenerse en pie. Y nosotros no podíamos hacer nada. En la madrugada de escuchaban los gritos por las corrientes. Se usaban también bolsas de gas, que consistían en poner a los presos bolsas en la cabeza, meter una bomba de gas dentro, y volverla a cerrar para que te asfixies, y te golpean en el estómago para que saques el aire. Te inyectan drogas y otras sustancias para que grabes vídeos.

¿Intentaron que usted grabara alguno?

Sí, pero les dije que conmigo no iban a lograr nada. De hecho, en los dos años y cinco medio que estuve allí nunca me interrogaron. Lo que querían era tenerme encerrado. Me conocen bien. sabían que no iba a obtener información. Buscaban que yo no estuviera en la calle.

¿Cree que la figura del presidente interino, Juan Guaidó, es suficiente para mantener la tensión de las protestas en las calles? ¿Volverá la oposición a perder fuerza como consecuencia de divisiones internas como le sucedió hace un par de años?

No está dividida, pero Maduro es capaz de cualquier cosa. En Venezuela no se va la luz. Maduro es el responsable de que se apague. Está orquestado por el régimen para desviar la atención y acallar lo que viene haciendo Juan Guaidó, para aplacar la calle. Si tienes pensado salir a la calle para protestar y se va la luz, debes pensar cómo guardas la poquita comida que tienes en el refrigerador. Ver cómo cargas los equipos, los teléfonos, no puedes dejar sola la casa, tu negocio… No puedes salir a protestar.

El régimen acaba de quitarle la inmunidad de Guaidó, ¿piensa que será capaz de detenerlo?

El régimen no tiene ninguna legitimidad, no es un gobierno legítimo, pero es capaz de todo.

El Dgcim, el lugar más oscuro para los militares

Villca Fernández no solo habla del Helicoide, donde permaneció retenido sin juicio casi mil días. También menciona otro de los grandes centros de torturas en Venezuela, el Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela), «el lugar más oscuro que puede haber. Hoy por hoy es el centro de la tortura. Ahí hay civiles y militares. La gente se pregunta por qué los militares no se levantan contra Maduro. La respuesta es que hay más de 300 militaers que están siendo torturados. La cúpula militar está vendida al poder, al narcotráfico, pero la gran mayoría está sometida. No termina de dar el paso porque cada vez que se enteran de que hay un militar que piensa distinto lo llevan al calabozo y sufre las peores torturas y no solo él, también su familia».

El expreso de conciencia se refiere también «al ejército de mercenarios, mal llamados colectivos, grupos de la muerte financiados por el régimen, con motos y más armas que los propios militares». Grupos que tienen tomados los cuarteles, y que viven en ellos en mejores condiciones que los propios militares. Y señala a Freddy Bernal, Coordinador Nacional de los Comités Locales de Abastecimiento; a Terek William Saab, fiscal general, y a Diosdado Cabello como quienes «los administran»; y a Iris Varela, ministra del Poder Popular para el Servicio Penitenciario de Venezuela, «que es la encargada de sacar a criminales y asesinos de las cárceles, y los uniforman en el FAES (Fuerzas Armadas Especiales) o los ponen como colectivos. ¿Y cómo lucha la población contra eso?», se pregunta.

Exit mobile version