“Jermanos bolivarianos del Comandante Eterno” por Enrique Viloria

“Jermanos bolivarianos del Comandante Eterno” por Enrique Viloria

Queridos jermanos y jermanas (aún cuando su femenina opinión no valga mucho), me dirijo a justedes desde la bolivariana patria para manifestarles mi más profundo apoyo y solidaridad en estos tiempos de opresión y bochorno sionista.

Como país pana y revolucionario de los zorros del desierto, nos declaramos eufráticos y tigricos de origen y nunca más españoles gachupines de imperialista actuar, nos reconocemos fedayines y no bravos llaneros del Páez traidor, nos declaramos guerreros de dromedario vencedor, y nos jactamos de saber que ojala viene de Alá como me enseño mi amigo el jeque de Osmar.

En nuestra caribeña sala situacional no hay más plano que el del Mar arábigo o el del Canal de Nuez ni más consideraciones que las relacionadas con nuestros cercanos amigos de Palestina y de Irak. He renunciado al queso frito por una buen ración de crema de garbanzos; la carne en varas la he sustituido por un  pincho de cordero; me declaro amigo del falafel, y ya no más del Fidel, y no bebo sino leche de camella porque en Venezuela ya de vaca ni de burra hay. Soy un decidido sarraceno que reza ahora diez veces al día y que no cree más en evangélicos de prolongado hablar ni en curas de intenso conspirar.





Me llaman el Califa de Barinitas, el Jeque de Paria, el Derviche insaciable del joropo nacional, el Eremita de Miraflor, el Ermitaño de la Orchila, el Cenobita de Punto Fijo, el  Asceta Socialista, el Misántropo llanero, el lector privilegiado del alcorán, el que no cree, por ahora, en Biblias ni en talmudes, el que porta con orgullo el turbante ancestral. Soy el nuevo Lawrence de Arabia, el converso sinigual. Y me fui de copla como es costumbre en nuestro llano singular.

Ya no soy más Florentino, el enemigo del Diablo, soy el Profeta mismo, el que no aparece más por razones religiosas en ninguna valla ni afiche oficial. Esta noche por los canales de siempre me escucharán cantar desde el minarete de Caricuao acompañando a un obispo presidente que en la teología de la liberación me quiere enrolar.

Jalar es nuestro credo y Ugo su Profeta, ¡La paz sea con Ustedes! mientras no sean golpistas, escuálidos, traidores, lacayos, cachorros, azules, amarillos, blancos, verdes, mantuanos, universitarios, institucionalistas, sandarencistas, paecistas, uribistas, buschones, terceristas, cementeros, ganaderos, lecheros, residentes del Este de Caracas, puntofijistas  o sidoristas.

A todos, menos a los cada vez menos míos míos, ¡Los odio con frenesí! ¡No jile! Como dicen allá en el Golfo Pérsico.