José Alberto Olivar: Miserable arremetida

José Alberto Olivar: Miserable arremetida

José Alberto Olivar

Los más recientes eventos que sacuden el panorama nacional son la prueba más fehaciente de la esquizofrenia catatónica que se apoderó de la tiranía luego del 30A. El germen de la felonía sigue al acecho, ahora con los rostros al descubierto, pero ante el escollo de reparar con prontitud el albañal agrietado, la reacción tardía pero no menos aciaga se ha hecho sentir en diversos planos. Uno de ellos, es el sector universitario que en las últimas semanas ha sufrido una arremetida mucho más ruin que de costumbre.

La toma delincuencial del rectorado de la Universidad de Oriente (UDO) fue la primera campanada del funesto guión totalitario, que acto seguido el Ministerio de Educación Universitaria acentuó al dejar de reconocer el derecho laboral y al propio tiempo la gratuidad de la enseñanza, en la Universidad Simón Bolívar (USB), al desentenderse por completo de la atención a las insuficiencias presupuestarias cuyas secuelas afectan entre otros servicios, la prestación del transporte a estudiantes, empleados y profesores que hacen vida en las sedes Sartenejas y El Litoral.

Son muchos los usebistas que desde distintos lugares deben trasladarse a diario para cumplir sus deberes académicos y laborales y a tal efecto disponen de las variadas rutas de transporte que la USB, dada la ubicación de sus sedes, ha venido ofreciendo para contribuir a garantizar la llegada y retorno de los usuarios. Sobre todo, en medio de la caótica situación económica a la que nos ha conducido el desgobierno usurpador.





Nada de lo anterior importa a quienes solo están pendientes de mantener activa su roñosa cuota de poder, cavilando nuevas y perversas formas de doblegar la tenaz resistencia que aun emana de las Universidades Autónomas. Por más que tarifados personeros y acólitos de la mentecatería, insertos en la Universidad para cumplir su papel de agentes destructores, finjan de mediadores para gestionar soluciones, la gran mayoría de los universitarios conocen muy bien que son parte de una estrategia de aniquilamiento que ya no guarda comedimiento.

A cuenta del hambre, la desidia, la represión y el latrocinio salarial creen que someterán el talento que anatematiza las barbaridades del régimen, pues tengan por seguro que no silenciaran a los universitarios en la justa reivindicación de sus derechos.