Se ha escrito tanto en relación al tema de la unidad opositora que ya la gente dejó de creer en ella. El mismo término “unidad” se convirtió en un lugar común, algo ajado en las manos de todo el mundo. Los partidos intentando un frente común para alcanzar a través de los medios democráticos someter algo que de ninguna forma desde el mismo comienzo no se podía considerar como democrático sino como autoritario y dictatorial. A esa “unidad” pronto se le vieron las costuras de coexistencia con el régimen. A la tiranía le era conveniente una “oposición” en funcionamiento para dar una apariencia internacional de democracia.
Por Luis Manuel Aguana
Esa postura le costó políticamente al país una ruptura entre aquellos que veíamos con claridad que el régimen se había concertado con una oposición complaciente que concurría a cada evento electoral a sabiendas de ir sin ninguna garantía, y quienes nos mantenían ocupados con el chantaje del voto como la única manera de salir de esta tiranía, en un contrasentido lógico ya que por definición una tiranía no puede salir por medios democráticos, todo lo contrario, las tiranías se afianzan con las herramientas de la democracia. Pero la oposición complaciente nos tuvo por años en esa mentira hasta que con tantos palos la gente al final comprendió esa verdad más grande que un templo al demostrarse fehacientemente todas las trampas que nos habían hecho con el sistema electoral.
La gente aun no lo asimila completamente, pero el hecho de que el Presidente Encargado Juan Guaidó y el resto de los políticos de la Asamblea Nacional hayan avanzado lo que se ha avanzado hasta ahora para desalojar al régimen de Nicolás Maduro Moros, no se debe a sus “extraordinarias habilidades políticas” sino porque los venezolanos les dimos, como un solo hombre, la espalda a seguir aceptando la vía del fraude electoral propiciado por quienes siempre nos habían engañado: el régimen y su oposición complaciente. Y esa es la única verdad.
Ese solo hecho dinamitó la base de sustentación del régimen el 20 de mayo de 2018, lográndose que internacionalmente no se reconociera esa elección y a Maduro como Presidente legítimo. El resto es historia hasta el 23 de Enero de 2019 cuando Guaidó recogió la cosecha de legitimidad perdida al asumir las funciones de Presidente de la República (aunque de una manera incompleta), de acuerdo al Artículo 233 Constitucional, pero de la mano del pueblo venezolano en las calles, cosa que por cierto no acompañaron los partidos que siempre nos habían llevado al matadero electoral. Hay que recordar eso muy bien.
De manera que si en la Asamblea Nacional, con Juan Guaidó al frente, debido a una sucesión de eventos históricos, están ejerciendo ese “poder paralelo” como Poder Ejecutivo a través de una Ley del Estatuto para la Transición, ha sido por obra y gracia del mismo pueblo de Venezuela quien ha sido el que ha puesto la sangre y el sufrimiento todos estos años.
La administración de esta lucha para lograr el Cese de la Usurpación ha sido sumamente desafortunada e ineficaz –por no decir criminal-, no solo porque ha habido torpeza e impreparación sino porque aun están vivas las fuerzas opositoras que en el pasado deseaban la continuidad electoral del régimen, saboteando cualquier intento para su desalojo. Ellas no han desaparecido por el hecho que el país ya no crea en absoluto en el sistema electoral de Tiby Lucena y sus incontables ladrones electorales del CNE, sino porque ahora buscan otro acomodo que les permita recuperar la confianza que una vez tuvieran para poder llevarnos de nuevo a un matadero electoral con el régimen, aun sin estar Nicolás Maduro Moros en el poder, dándole continuidad por otras vías al socialismo del siglo XXI.
Y para muestra un botón: la sola presencia en la misión de Noruega de un agente electorero de esa oposición que siempre nos dijo a los venezolanos que el sistema electoral del régimen era confiable, el ex Rector Vicente Díaz, es prueba irrefutable que la salida que se busca en Oslo es electoral, sin haber hecho la fumigación previa y necesaria al antro electoral del CNE para sanear todas las irregularidades denunciadas insistentemente desde la sociedad civil.
Pero no quisiera desviar el asunto hacia lo específicamente electoral, aunque es muy importante para este razonamiento. La Asamblea Nacional y Juan Guaidó como su máximo representante y Presidente Encargado, no pueden ignorar al resto de los venezolanos que dijimos que NO al sistema que designó a Maduro ilegalmente como Presidente el 20 de Mayo de 2018 y que lo llevaron a él a ser quien estuviera al frente de esta lucha. Y en representación de esos venezolanos se encuentran lideres que se apartaron desde hace tiempo, unos mas y otros menos, de la solución electorera del régimen y su colaboracionismo. Integrando a ese liderazgo a los esfuerzos que se realizan para el Cese de la Usurpación se podría decir que Venezuela estaría luchando unida para salir de la tiranía.
En representación de esa Venezuela opositora, el Presidente Encargado Juan Guaidó debería estar incorporando políticamente en un Consejo de Gobierno a Diego Arria y Antonio Ledezma fuera del país, y a María Corina Machado dentro del país, en posiciones para decidir una estrategia unificada y creíble internacionalmente frente al régimen de Nicolás Maduro Moros. De la misma manera integrar en ese Consejo a organizaciones de la sociedad civil e instituciones de la máxima credibilidad en la ciudadanía como las Iglesias y las Universidades.
En las personas mencionadas descansa el liderazgo político y la representación de la Venezuela que no fue a las elecciones del 20 de Mayo del 2018 y que mantuvieron en todo momento una posición radical e intransigente para la salida del régimen. Esa es la Venezuela que Guaidó debe integrar a su gobierno. Por supuesto que existe otro liderazgo político que se podría perfectamente considerar, pero podría afirmarse sin mayor equivocación que en Arria, Ledezma y Machado descansa la representación mayoritaria de esa otra Venezuela que no ha cedido ni un milímetro ante la tiranía del castro-chavismo-madurismo.
Ese Consejo de Gobierno representaría delante terceros la verdadera unificación opositora sin que quede nadie afuera. Y si verdaderamente están negociando con el régimen otra cosa diferente que los términos del Cese de la Usurpación, entonces que esa solución sea validada por la representación opositora de toda Venezuela, no solo de la parte que representa a la MUD-Frente Amplio de la Asamblea Nacional, o peor aún, la de dos partidos –VP y UNT- , porque de ser así no tendría ningún valor para los venezolanos. Si fueron a negociar un proceso electoral sin cambiar absolutamente las condiciones, solo negociando Rectores del CNE como barajitas de intercambio, lo que lograrán es que nadie vaya a votar en otro proceso fraudulento como el del 20M-2018, alargando el sufrimiento de los venezolanos y exponenciando la violencia, el hambre y la muerte.
Hace unos años, previo al desastre ocurrido con las elecciones de Chávez-Capriles del año 2012, publique una nota titulada “Unidad Técnica” (ver http://ticsddhh.blogspot.com/2012/07/unidad-tecnica.html). En esa nota hacía una propuesta semejante, ya no entre políticos de la oposición sino entre aquellos que siendo iguales eran a su vez muy diferentes. Parecía un juego de palabras pero no lo era. Proponía Unidad entre los técnicos electorales opositores para darle un frente técnico común con implicaciones políticas a quienes políticamente conducían la oposición frente al régimen. Mi ingenuidad en aquellos días descansaba en que creí que existía la verdadera voluntad política de terminar con la tragedia que ya era en el 2012 el desgobierno de Hugo Chávez, y como no la había desestimaron la propuesta.
Ahora la voluntad política es un prerrequisito y esta vez la propuesta no es técnica, es Política (con “P” mayúscula) y va dirigida a quienes conducen la transición, para que tengan la grandeza de incluir sin sectarismos a la representación del resto de la Venezuela opositora en el proceso para cesar la usurpación, porque si no lo hacen el resultado será más traumático y muy posiblemente no lo logren solos. En este sentido suscribo 100% las palabras de Carlos Sánchez Berzaín en una la reciente presentación en el InterAmerican Institute for Democracy: “…en la realidad venezolana, en la realidad cubana, en la realidad boliviana, y en la realidad de Nicaragua y de los países que están oprimidos por estas dictaduras delincuencia organizada transnacional, hay dos etapas para liberarse….La primera etapa es una etapa de unidad contra el usurpador. Una etapa de unidad social, de unidad política contra el detentador ilegal del poder, contra la dictadura de delincuencia organizada. Ese es un concepto de misión nacional porque en eso se va la sobrevivencia de Venezuela y los venezolanos en el caso de Venezuela, de Bolivia y los bolivianos, en el caso de Bolivia, de Cuba y los cubanos en el caso de Cuba, y lo mismo Nicaragua. Esa unidad no es una unidad ideológica. No es una unidad partidista. No es una cuestión que tenga que ver con las concepciones que tiene la gente o los muy respetables partidos políticos que resisten a la dictadura. Es nada más el objetivo de terminar con la usurpación. Para dar lugar a una segunda etapa que es la restauración de la democracia, en la que sí podrán volver a tener vigencia ideologías, posiciones políticas, reponiendo los elementos esenciales de la democracia. Y quiero volver sobre esa primera etapa, porque estamos en esa primera etapa en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua y estamos fallando por sectarismo. ¡Estamos fallando porque no hay posibilidad de que exista unidad en contra del usurpador! ¡Porque hay quintacolumnistas, porque hay división, porque hay aspiraciones a un poder que no se tiene que lo detenta el usurpador pero que no se lo quiere lograr porque simplemente rige y está vigente el sectarismo! Y al que le caiga el guante que lo asuma y que se avergüence para tratar de hacer un proyecto de unidad que termine prontamente con la usurpación en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua y en Cuba…” (ver Carlos Sánchez Berzaín, en Unidad para terminar con la usurpación en Venezuela”, en https://youtu.be/c-ryN2uec1s). (Resaltado nuestro)
Aunque en Venezuela veo difícil que lo asuman o lleguen a avergonzarse, al menos que si se vean señalados por sectarios. Lo que hemos visto hasta ahora del gobierno de Guaidó son actos sectarios que excluyen a factores opositores que bien podrían acelerar la caída del régimen. El Presidente Encargado y los factores políticos de la Asamblea Nacional no representan a toda la Venezuela opositora y no tienen la legitimidad de negociar por todos nosotros. Pero si tienen el poder para abrirse sin sectarismos, como lo señala Sánchez Berzaín, para construir entre todos un proyecto de unidad opositora que administre las estrategias nacionales e internacionales para el Cese de la Usurpación. No deberían existir problemas si coincidimos en lo fundamental: terminar inmediatamente con el régimen para recuperar la democracia y la libertad.
Caracas, 26 de Mayo de 2019
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