Irene Olazo Mariné: Decide ser feliz sin importar el lugar en el que te encuentres

Irene Olazo Mariné: Decide ser feliz sin importar el lugar en el que te encuentres

 

Muchos en la vida hemos tenido que dejarlo todo: la casa, la familia, el trabajo… pero también hemos dejado de ser el doctor, el licenciado, el maestro, el odontólogo, el ingeniero o el dueño de su empresa y, con ello, sacrificios y años de estudios perdidos, porque la mayoría de los venezolanos que han tenido que salir a buscar un futuro se vieron en la necesidad de colgar su título para que ser taxistas, meseros, mucamas, vendedores. Mientras tanto, los que se han quedado en Venezuela, no tienen como ejercer su profesión porque casi todo está paralizado.





Vi hoy una fotografía de un hermano venezolano sentado sobre su cavita que poseía un letrero que decía “empanadas venezolanas” y él recostado en sus rodillas mostrando su cansancio físico y emocional, era tal vez es un doctor que tuvo que dejar de salvar vidas por buscar sustento para su familia.

Este punto en particular me toca las fibras, me pone siempre a pensar y analizar: ¿Cómo fue que llegamos hasta esta situación? Es lógico que nos llenemos de desesperanzas, desilusión, y tengamos rabia e ira hacia los culpables de que llegáramos a este extremo.

Pero en medio de todo ese panorama yo veo a un pueblo luchador, fuerte, que no descansa, que sigue en un aprendizaje que nos hará una mejor sociedad, que busca la manera de superarse. El ingeniero hoy se convirtió en la mano de obra y eso lo hará el mejor de los jefes cuando vuelva a ejercer porque conocerá lo que es vivir como obrero. La Doctora, hoy es la recepcionista de una clínica, pero cuando retome su profesión comprenderá a su asistente y lo que es estar sentado tras una recepción lidiando con el público a pesar de sus cargas emocionales; el abogado que hoy es taxista se convertirá en el defensor más justo porque conoció innumerables historias; la maestra que hoy le toco ser niñera o doméstica, será mañana la docente más humilde y carismática que puede existir; el músico que está en la calles tocando y esperando que alguien lance una moneda seguro que cuando vuelva a estar en una sala de concierto tocará como nadie porque ya endulzo con sus melodías los oídos de miles de transeúntes, y así como estos podría dar muchos ejemplos.

Personalmente, creo que esta experiencia tan amarga está formando a una nueva sociedad donde se dejará a un lado las vanidades y egocentrismos y será una sociedad humilde, comprensiva y bondadosa.

Hemos aprendido a valorar lo que teníamos: nuestro país es definitivamente maravilloso, lleno de recursos, pero no lo cuidábamos. Era común ver una lata o un papel volar por la ventana de un vehículo, y nuestras hermosas playa llenas de basura, las calles sucias y los basureros vacíos; nuestra casa hoy la vemos como el castillo más soñado porque a muchos nos ha tocado vivir en un lugar muy pequeño; nuestras familias con todo y sus defectos son la bendición más grande que podamos tener pero hoy día están divididas y separadas, más ese distanciamiento nos ha enseñado a valorar a cada uno de ellos. Y como no admirar aquellos que están en Venezuela luchando contra viento y marea para sobrevivir, o admirar la fortaleza de cada preso político y sus familiares. Definitivamente esta dura experiencia como sociedad nos está enseñando especialmente a valorar lo que tenemos, y a ser más humildes para afrontar los nuevos retos.

Personalmente, luego de 12 años de servicio en el Hospital Universitario de Caracas como fisioterapeuta, hace un año me tocó colgar mi título –temporalmente-, hoy busco igual que millones de venezolanos llevar a casa el sustento de cualquier forma siempre honradamente, mi hija depende de lo que yo logre con mucho esfuerzo ganar al mes, hay meses que a duras penas he logrado cubrir los gastos, pero ¿saben?

Cuando recuerdo que no soy la única, somos millones de venezolanos regados por el mundo que buscamos sobrevivir a esta crisis y no olvidaos a nuestras familias que quedaron en el caos de nuestro hermoso país, me lleno de fuerzas y continuo la lucha diaria, y no olvido que esta situación me está transformando en una mejor ciudadana y en un mejor ser humano, y pasará, y volveré a ejercer mi profesión no tengo la menor duda. Tu ejercerás la tuya!

Estoy segura que toda esta situación es pasajera y pronto en Libertad podremos volver a tener todo aquello que hoy nos han quitado. No te sientas solo (a) somos muchas personas pasando por situaciones similares, ¡Animo! Sigamos luchando. Llénense de fuerzas y busquen ser felices.

Irene Olazo Mariné