María Corina Machado: La alternativa es liberal

María Corina Machado: La alternativa es liberal

 

Frente al fracaso incontrovertible del socialismo en Venezuela, la alternativa que tenemos es liberal. Debo reconocer que nos ha tomado tiempo declararnos, por la calle del medio, radicalmente liberales. Porque en nuestra sociedad, ambos términos fueron descalificados y estigmatizados, no solamente desde el sector político, también por algunos en la academia, en los medios de comunicación, e incluso en el sector privado de la economía. Se tergiversó el significado y las consecuencias de lo que estos conceptos representan.





Hoy, nosotros asumimos el reto de plantear estas ideas de frente y de reivindicarlas. Si en algún lugar ha quedado claro que la confrontación entre socialismo y liberalismo es de valores, y por lo tanto de raíz, y que incluso tiene implicaciones existenciales, es en Venezuela.

¿Qué significa esto en términos prácticos? Que en una sociedad liberal quién decide cómo es tu vida, eres tú. Que no es verdad que el Estado sabe más que tú y que por eso tiene que tomar las decisiones por ti. Eso se materializa desde en la decisión de cómo debe ser la educación de tus hijos, qué religión profesas, en qué moneda ahorras, de cuáles países son los productos que puedes comprar, qué puedes y que no puedes ver en televisión, hasta qué y cuánto comes. Y algunos de estos controles no comenzaron con la llegada de Chávez al poder.

Debemos reconocer los indiscutibles avances que se lograron en Venezuela durante los cuarenta años de la República democrática en cuanto a los derechos políticos y civiles, y en el fortalecimiento institucional. Sin embargo, no se comprendió que la manera de hacer irreversible la democratización de Venezuela tenía que ir de la mano de la libertad en todos sus planos, incluida la económica; creando los incentivos para hacer un Estado más fuerte, eficiente y pequeño en lugar de uno que abarcara casi todos los aspectos de las relaciones sociales. La exacerbación de los controles y la voracidad del Estado en estas dos últimas décadas destruyó el pilar de una sociedad libre y próspera, que es la relación entre esfuerzo y logro, entre conocimiento y superación.

Sin embargo, después de 20 años de socialismo y totalitarismo, Venezuela es profundamente liberal. Y lo es incluso más en los sectores trabajadores y en el campo. Nadie más claro que el productor de cacao de Paria o el feriero de La Grita cuando te anuncia “este pedazo de tierra es mía y mi propiedad es sagrada”. Lo mismo que sienten los emprendedores, el trabajador informal, el comerciante, o el transportista. La gente no quiere dádivas ni “misiones”, con o sin condicionamiento político, sino la oportunidad a la educación y a la tecnología, la seguridad jurídica y el acceso al crédito, que le permitan ganarse lo suyo y decidir su futuro.

Hoy, cuando se ha destruido, intencional y sistemáticamente, el valor del trabajo, el país reclama precisamente eso, trabajo productivo y digno, del cual vivir y a través del cual poder ser autónomo y libre.

La gran institución de una nación liberal son los mercados; y las demás instituciones se diseñan para hacer que sus interacciones sean cada vez más libres y eficientes para beneficio de toda la sociedad. El socialismo supedita al ser humano a la “súper estructura” del Estado; en el modelo liberal, el mercado es la gran institución. Es decir, la gente, con sus necesidades, sus derechos, sus aspiraciones y sus obligaciones son el eje central de ese mercado.

¿Y por dónde empezamos? Por un Estado que se dedique a la generación de bienes públicos: seguridad y justicia, y que garantice el acceso a la educación y a la salud a toda la sociedad, estimulando la participación privada y competitiva en estos dos sectores. Una economía próspera debe estimular la participación privada en todos los sectores, abrirse a los mercados internacionales, establecer sólidas garantías para la inversión, bajos impuestos y costos de transacción.

Una sociedad liberal es profundamente solidaria y estimula la cooperación. Es respetuosa de las preferencias individuales en todos los ámbitos y asume que no hay libertad sin dignidad y que la libertad implica responsabilidad.

Vivimos la hora más oscura de nuestra historia, las fuerzas criminales que secuestraron a Venezuela pretendieron destruir el honor y la identidad de nuestra nación. La sociedad venezolana ha luchado y aprendido profundas lecciones: no más socialismo, no más populismo, no más clientelismo y corrupción. Por fin dejaremos atrás la pobreza y la dependencia. Estamos listos para la alternativa, y ésta es liberal.