Juan Guerrero: La islamización de occidente

Juan Guerrero: La islamización de occidente

El peligro que se observa en Venezuela no es tanto porque devino primer Estado en el mundo en poder de los grupos trasnacionales del crimen organizado. Es la evidente presencia del islamismo que intenta penetrar con fuerza en territorio continental latinoamericano.

Antes ha permanecido por largo tiempo en Trinidad y Tobago y otro tanto, en Guyana y Surinam. Ese es el verdadero peligro que corren todas las sociedades latinoamericanas. Lo que se experimenta en Venezuela es la desaparición de los valores y principios que han dado soporte a la civilización/civilidad del ser venezolano.





Por ello es notorio, público y comunicacional el deterioro de la actividad cultural fomentada por el Estado, suplantado por efemérides, nombres e identidades que surgen como consecuencia de una neo cultura donde se impone, tanto un inicio de la historia (1998) como una práctica religiosa (paleros, sincretismo y neo evangelización) desde un nuevo lenguaje de la banalización y el festejo de lo cursi, amoral y simbólico, como formas de una cultura de lo bárbaro y grotesco.

Es lo previo a una imposición que, de darse, supondrá el advenimiento del islamismo ortodoxo hecho poder de Estado. No es exagerado esto que tratamos. Obsérvese los últimos 35-40 años de las sociedades europeas y se tendrá una respuesta que alarma, tanto por la presencia física de los hijos de Alah, como por la práctica diaria y constante, tanto de su religión como en su cotidianidad.

El panorama que se vive en países, como España, Alemania o Francia llama la atención, por la evidente “invasión silente” de esta cultura/religión medioriental. La penetración en los grupos minoritarios, llámese feminismo, ecologistas, sexo diversidad, entre otros, a la larga siempre han buscado escalar hasta las posiciones de poder de Estado. De esa manera, se privilegia la ruptura de los partidos tradicionales –la antipolítica- para vaciar mentes de incautos y generar nuevos grupos y partidos.

En Venezuela el advenimiento del llamado chavizmo, -como reacción de antipolítica- fue promovido, no por los ciudadanos comunes, sino por intelectuales y académicos. Detrás de ellos estaba y sigue estando la presencia de personajes que jamás sabremos quiénes sean. Pero sí se sabe de poderosas estructuras económico-financieras transnacionales que en su momento reclamaron y reclaman parte del botín. Muy detrás de ellos y bien cubiertos vemos la “mancha verde” islámica que avanza de manera sigilosa, paciente y segura.
La lucha actual en Venezuela es por la sobrevivencia de la sociedad. El Estado en la práctica ha desaparecido, así como las instituciones que lo representan. Venezuela, hoy, es un gigantesco campo de exterminio de su población. Lo hemos dicho en innumerables artículos. Son los escombros de una guerra donde no hubo bombardeos ni fusilamientos en masa.

Pero sí ha habido constantes masacres, desplazamiento de poblaciones enteras, como en la Guayana con el pueblo pemón, o la agresión constante contra estudiantes y ciudadanos en sus justos reclamos, por falta de alimentos, medicinas, agua, electricidad o gasolina. Esos reclamos se traducen en atropellos, vejaciones, detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y desapariciones. Las estadísticas nos indican poco más de 3,5 millones de migrantes, 250 mil muertos, gran parte por enfermedades prevenibles, desnutrición crónica o suicidios inducidos.

De una población estimada en poco más de 32 millones de venezolanos, cerca de un 12% ha emigrado. Otro tanto ha muerto o se encuentra en situación de emergencia humanitaria, y entre 6-7 millones de seres humanos necesita ayuda sociosanitaria.
Venezuela se está quedando sin músculo ni cerebro social. Ciudades como Maracaibo, la segunda en importancia poblacional, hoy aparece afantasmada. Cientos de miles de comercios cerrados. Constantes apagones de electricidad que duran días. Igual con los otros servicios básicos, como agua, gas, o gasolina.

La mayor ciudad andina, San Cristóbal, ha sido reducida a escombros. Basura en calles y avenidas. Centros comerciales cerrados. Nula asistencia de estudiantes a sus centros educativos. Los centros de salud sin mantenimiento. Como consecuencia de ello, la proliferación de bacterias hospitalarias.

Venezuela se está quedando sin población. ¿Esto es una consecuencia de políticas gubernamentales equivocadas o es un meticuloso plan para repoblar ciudades y pueblos con la presencia de hombres y mujeres traídos de otras parte del mundo?

Ejemplo de lo anterior es la intentona de establecer una radical Autonomía Islámica Wayú (ver http://autonomiaislamicawayuu.blogspot.com/?m=1 ) en 2011, al norte de la Goajira, con la construcción de una mezquita. Las denuncias y frontal defensa de su identidad, por parte de los indígenas, hizo desistir al chavizmo de semejante locura.

El “fenómeno de la migración” hacia los países europeos desde el norte de África y el Medioriente, ¿es consecuencia de las guerras locales, el hambre, o es orquestado desde una óptica geoestratégica?

Detrás de esos “pobres e infelices migrantes” islámicos, ¿quiénes están? Igual podemos indicar de los rabiosos grupos minoritarios, que defienden los derechos de las mujeres, los homosexuales, las selvas y bosques, o los radicales ciudadanos que reclaman presencia política en parlamentos y congresos.

Esos movimientos de migrantes y grupos minoritarios hay que verlos con sumo cuidado. La Venezuela actual es una dolorosa caricatura donde aún se observan rasgos de valores ancestrales del venezolano de siempre. Esa eternidad cultura está amenazada, física, psicológica, religiosa, política y culturalmente con poderosas fuerzas extranjeras, alineadas para crear esta catástrofe humanitaria que nos tiene al borde de la desaparición, como pueblo y nación.

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