Vladimiro Mujica y Horacio Medina: El mensaje de Mike Pompeo

Vladimiro Mujica y Horacio Medina: El mensaje de Mike Pompeo

El Secretario de Estado de los EE. UU., Mike Pompeo, habla durante una conferencia de prensa en el Departamento de Estado de los EE. UU. en Washington, DC. (Foto de ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP)

 

Por esta vez, y dadas la complejidad del momento y de nuestras coincidencias, este artículo está escrito al alimón con mi querido amigo Horacio Medina.

En un audio que ha circulado masivamente en las redes, y cuya fuente no ha sido disputada, se escucha la voz del Secretario de Estado norteamericano. Mike Pompeo, advirtiendo que la oposición venezolana no tiene un plan post-Maduro y que si este llegara a salir del poder se enfrentaría una situación endiabladamente complicada para manejar al coro de más de cuarenta personas que aspirarían a ser los sucesores de El Usurpador.





Por supuesto que las reacciones no se han hecho esperar, y van desde señalar que Pompeo gasta tiempo y recursos en decir lo obvio en un momento impertinente, es decir apuntar lo que todo el mundo sabe sobre las divisiones de la oposición, y al hacerlo darle con ello armas y argumentos al chavismo; hasta quienes expresan su indignación y frustración ante el hecho de que quienes están obligados a unirse no lo hagan por sus disputas internas, y de que todo el mundo nos recuerde que pareciera que los venezolanos somos los primeros que no nos queremos ayudar a nosotros mismos.

Quizás valga la pena antes de seguir con nuestro análisis, recordar un trozo de la letra de una hermosa y profunda canción de Tracy Chapman: Change:

 

If you knew that you would die today

Saw the face and God and love

Would you change?

Would you change?

 

Si supieras que

morirías hoy

Vieras la cara de Dios y el amor

¿Cambiarías?

¿Cambiarias?

 

Como la lírica de la canción de Chapman, las palabras de Pompeo, más allá de su intención política nos deberían recordar, por n-ésima vez en estos últimos 20 años de oprobio y traición del gobierno chavista contra su propio pueblo, que los venezolanos no hemos terminado de aprender nuestra lección de no anteponer intereses menores al interés de la nación, lección válida tanto para el ciudadano de a pie como para la dirigencia política. Tampoco hemos logrado madurar políticamente como pueblo, a pesar de décadas de sufrimiento, y seguimos trivializando los términos de la guerra y la paz, como si se tratara de una cuestión de un pronto, Para complicar nuestro aprendizaje ahora se dispone de los medios sociales que les otorgan voz a todos, especialmente al fraude colectivo de los llamados “influencers”, y que funcionan simultáneamente como altares y paredones de ejecución públicos.

Pero quizás las palabras de Pompeo tengan otra lectura. La de mandar un mensaje encriptado en el lenguaje sobre lo que se está cocinando en la comunidad internacional y que puede tomar por sorpresa a quienes insisten en el todo o nada que solamente se alcanza cuando se logra una victoria militar, algo que difícilmente será el resultado de la confrontación entre el país rojo y el país azul. En esencia nada ha variado en la enumeración, aunque si en su peso relativo, de los factores de poder que van a decidir el curso de los acontecimientos en Venezuela y que constituyen un rompecabezas formidable. Algunos son internos: la presión de calle, la unidad o su ausencia en la oposición venezolana y la posición de las Fuerzas Armadas y el chavismo disidente. Otros son externos, por un lado, la comunidad internacional aliada de las fuerzas democráticas, especialmente el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto, la Unión Europea, la OEA y la ONU y los Estados Unidos. Por el otro los actores internacionales aliados de El Usurpador, Cuba, Rusia, China, Irán y los grupos de la guerrilla del ELN y el terrorismo como Hezbollah. Por último, los actores criminales abiertamente ligados al mundo de la droga. En medio de esta complejísimo entramado, uno no logra entender como alguna gente en Venezuela sigue hablando de una solución que se alcance solamente entre venezolanos, como si ya los términos de injerencia, especialmente la cubana, no fuesen enteramente equivalentes a los de un ejército de ocupación.

Por otro lado, está la pregunta más determinante: ¿Qué se necesita como elemento de presión para que Maduro y su camarilla criminal acepten un proceso de transición y su salida del poder? Hasta ahora nada parece haber tenido la fuerza suficiente para determinar un cambio en la conducta del régimen, que continúa desafiando el rechazo de su propio pueblo, una situación inestable en su base de apoyo civil y militar, y a la comunidad internacional. Maduro se sigue burlando de su gente y del mundo. y sin embargo cada vez se encuentra en una situación objetiva de mayor debilidad. El problema es que el país entero también está al borde de la ruina total, que nos encontramos en medio de un éxodo masivo que ya supera la increíble cifra de 4 millones de personas en una población de 26 millones, y que tanto los venezolanos que han emigrado, como quienes se han quedado en Venezuela están enfrentados a una situación abismal de penuria y sufrimiento. A la par la oposición tampoco está fortalecida después de varios meses de anuncios incumplidos. Ello a pesar de los enormes avances que ha representado la acción del gobierno constitucional de Guaidó.

Así las cosas, la reciente declaración conjunta del Grupo de Lima y el Grupo de Contacto, unida al críptico audio de Pompeo, hacen pensar que la comunidad internacional está derivando cada vez con más fuerza hacia impulsar una elección presidencial anticipada con garantías y supervisión internacional. Para quienes esperan el triunfo último de la justicia y la victoria final sobre el chavismo, esa opción oculta dos palabras impronunciables en la actual atmósfera opositora: Diálogo y Negociación entre el gobierno legítimo y la oposición democrática y las fuerzas de la usurpación, para acordar los términos de la transición y, sobre todo, otorgar garantías de participación electoral al chavismo, acordar la liberación de los presos políticos, el cese de la represión y el manejo del gobierno durante el período de transición. Todas cosas que de ninguna manera pueden ocurrir sin apoyo del sector militar.

Como en la canción de Tracy Chapman, enfrentados a la disolución y la muerte de la nación en un impredecible enfrentamiento bélico o rebelión civil: ¿Cambiaremos? En otras palabras, y hay que decirlo con toda claridad, la mejor salida en este momento para Venezuela, dadas las condiciones de agotamiento y fractura tanto del régimen usurpador como de la sociedad democrática, es una elección anticipada, con garantías internacionales que se extiendan no solamente al registro electoral, las autoridades electorales, la participación de venezolanos en el exterior y, de modo muy importante, a la protección de los testigos opositores en las mesas electorales. No olvidemos que esta es la verdadera fuente del fraude central electoral que es la usurpación de identidad. Como dijera el Padre Luis Ugalde en una reciente conferencia en Bilbao: Lo que más escasea en Venezuela es la esperanza. Pero solo entendiendo la complejidad de donde estamos metidos podremos darle nueva vida. Pensar en victorias finales contra el chavismo en este momento es una ilusión. Ya vendrán los tiempos de justicia. Por ahora, será un milagro que salgamos de este hueco sin añadirle mas muerte a nuestra tragedia si acaso logramos articular la formula mágica: unidad democrática, protesta ciudadana, apoyo internacional, y fractura del chavismo disidente, de la fuerza armada o de ambos.

Vladimiro Mujica | Horacio Medina