El caso de Nitu, por Luis Barragán

Luis Barragán @LuisBarraganJ

 

Suele ocurrir, hemos coincidido y también discrepado de Nitu Pérez Osuna, pero jamás dudado de su integridad personal y la de su familia. Un asunto litigioso de carácter privado, se ha convertido en ocasión para una indecible guerra sucia que pretende neutralizarla y sacarla definitivamente del corajudo combate cívico que, por años, libra frente a la dictadura y las mafias que la conforman.

Todavía recordamos la vez que llevó un documento a la sede legislativa, junto a Enrique Aristeguieta Gramcko, contando – no faltaba más – con nuestro respaldo parlamentario. Vehemente, lúcida y apasionada, emplazó personalmente ante las cámaras al otrora presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, en un acto de responsabilidad ciudadana que siempre ha de reivindicar su oficio y vocación: el periodismo.





Esta campaña contra Nitu, es típica de la malévola maquinaria dictatorial que cuenta con la complicidad de figuras formal y sólo formalmente opositoras, cuyos estilos de vida y empeños arribistas, los delatan como francotiradores digitales a los que se les moja frecuentemente la pólvora. Tienen otras funciones para el sostenimiento de lo que es, al fin y al cabo, un régimen, aunque – demostrado – a mediano plazo resultan desechables o reemplazables en una dinámica que, desde ya, tejen los historiadores, politólogos y todos los interesados en una experiencia tan inédita como la de este lado del mundo.

Forzados al destierro, Nitu y Vladimir Petit, su esposo, han dado una respuesta contundente a la injusta y despiadada campaña, porque no tendrán pasaportes, pero si el visado ético que los autoriza. La valiente y serena exposición hecha por Petit en el programa de Patricia Poleo, advierte muy bien la inmensa tarea que tendremos que afrontar para una genuina y exitosa transición democrática.

Nada grata la faena, seguiremos adelante, mientras haya ciudadanía. Y la hay con creces, no quepa duda alguna.