Antonio Ledezma: El sueño guaidosiano

Antonio Ledezma: El sueño guaidosiano

La visita de la Sra. Michelle @mbachelet se concreta en medio de inocultables realidades de todo orden. El dictador Maduro trata de sacar provecho a la confusión reinante, después del fallido movimiento del 30-A y se decide a concretar los ascensos pendientes en el ámbito castrense. Así tenemos nuevos “generales”, sin tropas bajo su mando, que no tendrán despachos en los cuarteles, sino que serán confinados a sus casas donde serán “torturados” por sus esposas e hijos, que de seguro les recriminaran esa sumisión rastrera a una falsa revolución que los hace cómplices con semejante esperpento.

Sin embargo, eso no le hace “cosquillas” a un Maduro que se mezcla con otros “caimanes agazapados”, esperando la oportunidad para clavar sus dientes en un estamento militar zarandeado desde adentro y desde la periferia. La chapuza del 30-A, lo deja en posición de remendar las fragmentaciones que explotan en las guarniciones militares. Lo cierto es que Padrino López está en la mira de los cubanos desde que se supo de su alianza con los “testaferros filántropos” que estaban tramando una transición para sacar a Maduro y asumir, ellos, el poder absoluto.





Podrá enterarse de que PDVSA está más quebrada que nunca. Pero lo que queda es para que los enchufados terminen de raspar la olla, ¡eso si! Asegurándole su bojotico a Cuba. Porqué podrá faltar gasolina en Venezuela, nos quedaremos sin luz y sin gas, pero lo que si no debe faltar es la mesada petrolera a los tutores en La Habana.

Y tiene que ser así, salvo que se “salten a la torera” los códigos del Foro de Sao Paolo. De allí que la señora Bachelet, verá en cada una de estas contradicciones y paradojas, los rasgos del mestizaje ideológico que le da fibra a ese amasijo de planes anacrónicos que siguen imprimiendo y distribuyendo por América latina, los asociados a ese foro apadrinado por Odebrecht.

La señora Bachelet sabe que “la receta dialoguista” se chamusco en la mesa de negociaciones instalada en Dominicana. De eso le dio detalles el mesurado y consecuente ex Canciller Chileno, Heraldo Muñoz. Por eso Maduro y sus asesores habaneros sacan ese “conejo” de la copa del sombrero hecho en Noruega. Buscan reeditar la campaña de desprestigio contra la dirigencia que asiste a Juan Guaidó, involucrándola en un supuesto “circo de pactos electorales”.

Está claro que tienen montada su artillería pesada para disparar a mansalva contra “el sueño guaidosiano” que se desplaza por todo el territorio en las almas de un pueblo aferrado a las razones para seguir atizando la esperanza de que saldremos pronto de esta pesadilla madurista. Los titiriteros de Maduro saben que tener a miles de ciudadanos en las calles puede ser definitivamente letal para ellos, por eso apuestan a la estrategia de desmontar las protestas y el ardid clásico es apuntar al estado de animo para derribarlo.

Por eso se ha activado el colmo del cinismo: ver a los capos del narcotráfico, a los jefes de las camarillas delincuenciales que asaltan a nuestro país, hablar de la lucha contra la corrupción, es, nada más que menos, vomitivo. Los mismos que arrasaron miles de millones de bolívares en el Plan Bolívar 2.000. Los mismos que hicieron “caída y mesa limpia” en las operaciones de CADIVI. Los que raspaban los cupos en esa “feria de viajes” por todo el planeta con dólares regalados, mientras faltaba presupuesto para financiar las escuelas y universidades. En fin, los culpables de “la orgia financiera” con los bonos y los papeles de la deuda estructurada.

Los que traficaron comisiones con las inconclusas obras de El Metro de Caracas, el cable tren, el tercer puente sobre el Rio Orinoco, el segundo puente sobre El Lago de Maracaibo, las fantasmagóricas termoeléctricas y con los miles de millones de “verdes” que se embolsillaron mientras esperamos que prendan las turbinas de TOCOMA. Cinismo es poco, diría mi abuela, porque aún “huele a podrido” en los patios de los puertos donde se descompusieron miles de toneladas de alimentos, al igual que sigue vivo el tufo de corruptelas en el Seguro Social y el Min. Salud.

La otra cara de la moneda la representan Guaidó y nuestro embajador en Colombia, Humberto Calderón Berti, ambos han dado la cara y puesto en su sitio a los presuntos involucrados en actos irregulares. La diferencia estriba, entonces, que mientras Maduro condecora y festeja las andanzas de sus funcionarios, Guaidó los sanciona, separándolos, sin titubear, de las responsabilidades.

Como corolario, Maduro trata de aprovechar la presencia de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, para mostrar una narcotiranía maquillada. Por eso montaron hasta un concierto en el patio de la Cancillería usurpada, la llevaron a conversar con el fiscal chimbo y apelaron a todo tipo de argucias para desmentir lo que ya está escrito y circulando en la Corte Penal Internacional: nada más y nada menos que el informe del anterior Alto Comisionado Zeid Ráad AI Hussein. Me atrevo a asegurar que el despropósito de Maduro no se logró. La señora Bachelet confirmó lo que está más que demostrado: en Venezuela impera una férrea narcotiranía.