Carlos Ochoa: El mito de la ONU

Carlos Ochoa: El mito de la ONU

La creación de la Organización de Naciones Unidas responde a las circunstancias que se dieron posterior a la finalización de la segunda guerra mundial, que algunos historiadores consideran como la continuación no resuelta de la primera que se desarrolló de 1914 a 1918. Con la ONU surgen nuevos retos como la descolonización de África, la creación del estado de Israel y el equilibrio necesario para que las superpotencias nucleares no terminaran lanzándose bombas destruyendo la vida en el planeta.

Hay que reconocer que se han evitado conflictos con el papel mediador de ONU y que su protagonismo en la guerra fría la consolidó como un escenario neutro para dirimir diferencias, eso contribuyó a que el mito mediador de ONU y su prestigio como organismo mundial creciesen a lo largo de las décadas finales del siglo XX. Pero el mito fundacional de ONU como garante de la paz y la preservación de los derechos humanos se ha visto fuertemente debilitado por el permanente estado de conflicto en varias regiones en donde la diplomacia internacional no ha logrado salidas que dejen satisfechos a las partes involucradas. El Oriente Medio, Corea del Norte y Ucrania, son zonas del planeta en donde hoy las superpotencias mueven sus piezas de acuerdo a sus intereses, las negociaciones directas entre los líderes de los Estados Unidos, China y Rusia, crean tensiones que ellos mismos de acuerdos a sus estrategias aprietan o flexibilizan.





En ese tablero metió Fidel Castro a Venezuela a través de Hugo Chávez, manejándole el ego con la idea de convertirlo en un líder mundial utilizando el petróleo como arma estratégica para intentar destruir o debilitar a los Estados Unidos, para ello se alió con terroristas árabes de diferentes países que utilizan a Venezuela como base de operaciones económicas y militares, igual alianza realizó con las FARC y el ELN de Colombia que mundialmente están identificadas como organizaciones narcoterroristas. Con Rusia acordó una carrera armamentista que en su momento desequilibró a la región por lo sofisticado del armamento de última generación y con China un número desconocido de acuerdos de todo tipo que al igual que los firmados con Irán y Siria se desconocen casi en su totalidad porque omitieron remitirlos al órgano de poder que le compete aprobarlos o negarlos: la Asamblea Nacional de Venezuela.

El mito de la ONU como garante de los derechos humanos en el mundo sufre de fragilidad institucional, los actores para el desenlace de la crisis venezolana somos los venezolanos y las superpotencias, porque ni la oposición ni Maduro cuentan con la suficiente fuerza ni voluntad para dirimir el conflicto que ha dejado de ser interno. Para el mes de julio cuando la Alta Comisionada presente su informe pueden haber pasado muchas cosas, o peor aún puede que no haya pasado nada significativo para construir la transición y el país tenga más venezolanos detenidos y madres que lloren a sus hijos muertos, mientras la ONU continuará relatando una tragedia que ya ha durado demasiado.