Gustavo Coronel: Michelle Bachelet y otras miserias humanas

Gustavo Coronel: Michelle Bachelet y otras miserias humanas

Michelle Bachelet es una versión femenina de Insulza

Ver declaraciones de la Sra. Michelle Bachelet aquí:

 





 

Las declaraciones dadas por la Sra. Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al final de su visita a Venezuela, le dan otro duro golpe a las esperanzas que nos quedaban sobre la posibilidad de que funcionarios internacionales que son claves para denunciar al mundo la tragedia venezolana puedan hacer algún gesto digno de apoyo a la libertad y la democracia y de rechazo a las dictaduras. La Señora Bachelet se ha mostrado como otra burócrata internacional más, de lenguaje cuidadoso y rico en clichés.

Bien pagada y experta en ambigüedades la Señora Bachelet es una admiradora confesa del castrismo invasor de Venezuela y pertenece a una izquierda protectora de las trapisondas y vilezas del chavismo y de su remplazo, el usurpador Nicolás Maduro. El recibimiento que le hizo en la ONU a Rafael Ramírez, uno de los grandes destructores de la industria petrolera venezolana, investigado por su conducta en Petróleos de Venezuela, eliminó toda duda acerca de su postura complaciente ante el chavismo.

En doce minutos de una pobremente leída declaración la señora Bachelet dijo que:

(1), el presidente de Venezuela es Nicolás Maduro Moros

(2), agradecía la plena colaboración de su “gobierno”

(3), hubo violencia en contra de los partidarios del régimen

(4), las sanciones petroleras tienen la culpa del desastre venezolano

(5), el diálogo en Noruega debe ser apoyado

(6) se reunió con el gobierno, con el presidente del TSJ (un asesino), con los ministros del “gobierno” y, en último término, con el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó

(7), se entrevistó con familiares de algunos de los presos y lamentaba la situación de las víctimas

(8), dejaría a dos de sus asesores en Venezuela, a fin de que prestaran asistencia técnica al “gobierno” y monitorearan la situación de los derechos humanos.

La Señora Bachelet prefirió no hablar claramente en nombre de la justicia. Las evidencias del desastre venezolano, de los muertos, de los abandonados, de los aventados de su país hacia el exterior, de los centenares de presos políticos existentes, del hambre y de la indefensión del pueblo venezolano, tienen que ser bien conocidas por la Señora Bachelet pero pudo más la chaqueta de fuerza ideológica. Sus declaraciones, que parecieron escritas por algún aburrido amanuense, fueron complacientes para el régimen usurpador y tuvieron todo el vigor de la melcocha, cuando debió mencionar la tragedia de los venezolanos.

Uno hubiera pensado que la Señora Bachelet también tendría una especial sensibilidad ante la tragedia venezolana porque su padre fue víctima de una dictadura, pero no contábamos con su desdoblamiento ético. En efecto, la dictadura de Pinochet según la Sra. Bachelet era una atroz dictadura porque era de derecha. Pero la dictadura que ha arruinado material y espiritualmente a Venezuela no es para ella una dictadura. Es un gobierno “socialista”, tutelado por el castrismo y, por ello, es aceptable. Recordamos lo dicho por ella en ocasión de la muerte del carnicero cubano, Fidel Castro: “Fidel Castro fue un líder por la dignidad y la justicia social”.
Regresa la Sra. Bachelet a Nueva York, con la “satisfacción del deber cumplido”. Llega a su vivienda, pensando a cual restaurant de la gran manzana irá a cenar esta noche, a descansar de los días de horror que pasó en Caracas. Pensará: Que bueno estar de regreso en la civilización. Hemos sido fiel a nuestra causa, la de los Castro, la de Lula y Dilma, la de Néstor (QEPD) y Cristina, la de José Mujica, Correa y Evo, la de Daniel Ortega y el Frente Farabundo Martí”.

“Misión cumplida”, dirá la Señora Bachelet, pensando en enviar a la lavandería la ropa utilizada en Venezuela por aquello de que el mal olor de la miseria se pega. No sabe Bachelet que el mal olor de la miseria no estará en la ropa que vistió para acercarse a las víctimas sino en la que usó para reunirse con Maduro, Arreaza, Cabello, Saab, Reverol y Maikel Moreno, casi todos ellos sancionados por gobiernos extranjeros por tráfico de drogas y/o violaciones a los derechos humanos.

No hay peor crimen en un funcionario internacional que el silencio cómplice generado por la ideología. Chile ha dado grandes demócratas pero exporta a un Insulza a la OEA y a una Bachelet a la ONU.

Gustavo Coronel