Ya, por largo tiempo, nos ha interesado la materia. Ineludible para entender a la Venezuela del presente y del futuro, las relaciones civiles y militares trascienden el estricto ámbito académico.
Es otro y adecuado el enfoque del problema, rompiendo con la herencia de una interpretación que se acerca más al sempiterno caudillaje rural del XIX. El presente siglo, desafortunadamente, corrobora las intuiciones, presupuestos y elaboraciones suscitadas por nociones, como la del Estado Cuartel. E, incluso, en fecha reciente, intervenimos en la plenaria de la Asamblea Nacional, planteando el asunto de su descomposición, condenando la violación de los derechos humanos al interior mismo de la Fuerza Armada.
No se trata únicamente de exaltar hechos de una irrefutable trascendencia, sino de comprenderlos en el contexto de una dinámica de características propias. La aprehensión, secuestro, tortura y muerte de oficiales, algo absolutamente condenable, se inscribe en la trama de una dictadura socialista implacable, pero insegura.
Por ello, recomendamos “La conjura pretoriana” del académico Hernán Castillo, accesible a través de las redes sociales. Versamos en torno a una brillante exposición hecha en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, que tiene por ventaja la de interrogarnos con precisión sobre un fenómeno sufrido en carne propia por los venezolanos.
La muerte del capitán Acosta Arévalo, ha conmovido al país y a la comunidad internacional por sobradas razones. Y, aunque caiga mañana está dictadura, se mantendrán en pie muchas preguntas respecto a la corporación castrense que ya no parece tal.
Ver también La conjura pretoriana, por Hernán Castillo