Desmontaje de las fake news del régimen de Maduro (Parte XII)

Desmontaje de las fake news del régimen de Maduro (Parte XII)

 

En Venezuela la tortura está institucionalizada





Fernando Núñez-Noda, de VerifiKado para La Patilla.

Muerte del capitán
– Rafael Acosta Arévalo, capitán de navío, fue detenido el 21 de junio por fuerzas de seguridad (Sebin y DGCIM) del régimen de Nicolás Maduro. Se le acusó junto a otros de “formar parte de un grupo subversivo liderado por Juan Guaidó”, que había planeado un “golpe de Estado previsto para el 23 y 24 de junio”, según el vocero oficial chavista Jorge Rodríguez.

Alonso Medina Roa, miembro del equipo de defensa de los militares acusados, informó que Acosta murió en la madrugada del viernes 28, y que en su última aparición pública ante un tribunal militar estaba en silla de ruedas, con dificultades para hablar, el cuerpo lleno de marcas, las uñas con sangre y los ojos morados de tantas torturas que había recibido.

“El cadáver de Acosta Arévalo está reventado a golpes y tasajeado a nivel de la nalga derecha hacia abajo”, dijo una fuente militar citada por Caraota Digital.

– Una juez militar ordenó que lo trasladasen a un hospital. Fue llevado a uno que está dentro del Fuerte Tiuna (una instalación militar en la capital), donde murió.

¿Quiénes lo perpetraron… ¿están todos?

El 2 de julio fueron detenidos “el suboficial Estiben José Zárate Zoto, de 22 años, y el sargento segundo Ascanio Antonio Tarascio Mejía, de 23 años.” Ambos miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militarizada) y pertenecientes a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Zárate Zoto y Tarascio Mejía, este último quien además ostenta el rango de teniente, fueron acusados de “homicidio preterintencional” y permanecerán recluidos en el mismo lugar donde estuvo detenido el capitán fallecido.

Ahora ¿Dos soldados veinteañeros pueden decidir torturar a un oficial de las FANB hasta matarlo? Sin duda que no, sobre todo en una estructura represiva tan controlada como la chavista. ¿Cuál fue la cadena de mando? ¿Quiénes supervisan esas prácticas claramente condenadas por la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de la ONU de 1984?

El Fiscal General chavista, designado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab hizo el trámite de condenar el hecho y anunciar una investigación, pero no mencionó ni condenó la tortura.

Hay que recordar que William Saab prometió una investigación sobre la muerte del concejal Fernando Albán, “un suicidio en Venezuela que se parece mucho a un asesinato oficial”, según publicó en Twitter el Editor Senior de The Economist, Michael Reid. Esa investigación nunca se realizó o publicó.

Es notable que ningún alto funcionario chavista haya desmentido expresamente que haya torturas en Venezuela. Jorge Rodríguez, Ministro de Información del régimen, ha negado incluso que haya un éxodo masivo de venezolanos, pero no el maltrato y eventual asesinato de presos políticos. No obstante, ese silencio y esa promesa de investigar que nunca se cumple son formas de la negación. Una que no necesita palabras.

Foro Penal, reconocida organización de defensa de los Derechos Humanos, recoge en un video de 2015 multitud de testimonios fuertes sobre torturas y otras violaciones de derechos básicos, como prueba de que tales prácticas no son cuestión reciente (video con casos sensibles):

Entonces ¿Está institucionalizada la tortura en Venezuela?

* El 4 de julio la prensa recibió un adelanto del informe de la Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michele Bachelet, demoledor para el régimen chavista. Respecto a la tortura, un artículo de La Tercera señala:

“El ACNUDH pudo documentar información detallada de 135 casos de personas (23 mujeres y 112 hombres) privadas arbitrariamente de la libertad entre 2014 y 2019. De ellas, 23 fueron detenidas en 2018 y 8 en 2019. Es precisamente en este último punto en el que Bachelet lanza durísimos dardos contra Maduro. Al hablar de las torturas, sostiene que “en la mayoría de estos casos, se sometió a las mujeres y los hombres detenidos a una o más formas de tortura o trato o pena cruel, inhumana o degradante, como la aplicación de corriente eléctrica, asfixia con bolsas de plástico, simulacros de ahogamiento, palizas, violencias sexuales, privación de agua y comida, posturas forzadas y exposición a temperaturas extremas”. “Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, especialmente el SEBIN y la DGCIM, recurrieron de manera habitual a esas medidas para extraer información y confesiones, intimidar y sancionar a las personas detenidas”, agrega.

* Vale comenzar por recordar que la tortura es un delito de “lesa humanidad” según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Y en Venezuela abundan los casos y se han multiplicado exponencialmente en la gestión de Nicolás Maduro.

* La abogada venezolana disidente Tamara Suju, directora ejecutiva del Instituto CASLA de Praga, ante la Organización de Estados Americanos (OEA), declaró el pasado 20 de marzo que la tortura “se ha incrementado” en Venezuela, donde el primer trimestre de este año ha sido “el más duro y cruel.” Solo en enero y febrero de 2019, Suju “ha documentado en dos meses 40 nuevos casos de tortura, dentro de los cuales se incluyen menores de edad de ambos sexos, civiles y militares”. Para finales de noviembre de 2018, Suju ya había denunciado “106 casos de tortura” documentados.

“La tortura no ha cesado, al contrario, se ha incrementado por el desespero de Maduro de que siente que pierde el control”, aseguró Suju en una rueda de prensa junto al secretario de la OEA, Luis Almagro, y en la que participó de forma remota un exfuncionario de la Inteligencia militar venezolana.

* Por ejemplo, el caso del diputado Juan Requesens quien fue sacado de su casa el 7 de agosto de 2018 y “le allanaron la inmunidad parlamentaria de forma expedita, sin ninguna fórmula procesal” y “sin órdenes judiciales ni explicación sobre los motivos de la detención”. Dice un artículo de El País: “Según testimonios de funcionarios del Sebin (la policía política del régimen), en desacuerdo con el ilegal procedimiento, contaron que el joven parlamentario fue golpeado y drogado hasta el punto de perder control sobre sus esfínteres.”

* Le dio la vuelta al mundo el video de Requesens visiblemente dopado y manchado con sus propias eses. (Se sugiere discreción).

* La alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU Michelle Bachelet, señalado en artículo de El País el 21 de marzo de 2019, “denunció torturas, asesinatos y una aguda crisis social en Venezuela.”

* En el mismo artículo se cuenta que “casi en paralelo a la conferencia de Bachelet, en Washington se presentó un estremecedor vídeo sobre un centro de tortura de la policía [política del régimen de Maduro].” El video fue publicado por La Patilla el mismo día en que fue presentado ante la CIDH:

La estructura de torturas en Venezuela

Ya en 2017 la tortura en Venezuela era denunciada como sistemática, institucional y ordenada desde el tope de la cadena de mando. Este video de Human Rights Watch menciona casos específicos:

La periodista Sebastiana Barraez explica cómo funciona el aparato represor que tortura a prisioneros políticos:

“En la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) se fue imponiendo desde hace tiempo, pero con mayor énfasis durante 2018 y lo que va del 2019, una estructura de poder para liquidar, por vía física pero sobre todo psicológica, a quienes caen detenidos por sospechas de conspiración. No son cubanos, son militares y policías venezolanos quienes lo hacen.
“El Jefe de la DGCIM es el mayor general (Ej) Iván Hernández Dala, que ha tenido una acelerada carrera de ascenso en la Fuerza Armada como hombre de confianza de Nicolás Maduro, no sólo como jefe de Contrainteligencia Militar sino de la Guardia de Honor Presidencial.

“La juez a través de subterfugios hace que los imputados sean asistidos por defensores públicos militares que, por supuesto, nunca los defienden, porque obedecen a sus jefes superiores.

“El otro elemento a considerar es un grupo de médicos forenses del Hospital de El Llanito, quienes se limitan a firmar las certificaciones sobre la situación de salud de los detenidos. Ellos omiten las marcas, moretones, golpes, heridas y cicatrices recientes de los militares presos.”

Lea el resto del artículo en Infobae

Es decir, una metodología específica para aplicar torturas y encubrirlas.

Las formas de la barbarie

El internacionalista y tuitero Daniel Lara Farías menciona en un artículo algunos métodos de castigo para someter a prisioneros y obligarlos, con dolor, a confesar o doblegar su voluntad.
Entre ellos:

* Negar tratamiento médico a quienes lo requieren.
* Golpear al prisionero en “la boca, los ojos, la cara, las orejas, la cabeza.”
* Hacer que el torturado defeque y, con el excremento, untárselo en la cara y otras partes del cuerpo.
* Para las mujeres, hacerle el “helicóptero”, que una víctima describe así: “Te toman del cabello, te hacen girar y te lanzan contra las paredes”.
* Asfixiar con bolsas plásticas a las que se les rocía insecticida.
* Recibir castigo psicológico e incluso “ideológico”: escuchar música cantada por Chávez, el himno nacional en versión Chávez, el himno «Patria» cantado por Chávez.
Todo tipo de maltrato físico y psicológico. Violaciones de Derechos Humanos en todos los planos. Y un régimen con un infraestructura para torturar y encubrir estos crímenes de lesa humanidad.

Conclusiones y perspectivas

El régimen chavista tiene una poderosa estructura de desinformación. No obstante, respecto a la tortura como forma de sometimiento y castigo, hay

demasiadas evidencias, de modo que ha optado por el silencio, por la invisibilización de la terrible práctica.

Ya Michele Bachelet adelantó su informe. No hay duda de que el régimen practica la tortura como forma de disuasión, castigo y disminución física y psicológica de sus opositores. Este reporte oficializa esa convicción y muchas otras graves violaciones de DD. HH.

En cualquier escenario, de todas las violaciones de derechos en Venezuela la tortura, ejecutada detrás de gruesas paredes y dentro de la oscuridad procesal, paradójicamente ha sido una de las más visibles.