Mónica Corrales: “La tierra prometida”

Mónica Corrales: “La tierra prometida”

12/02/2019.- Un grupo de ciudadanos venezolanos recorren ayer, lunes 11 de febrero de 2019, la vía hacía Bucaramanga desde Cúcuta (Colombia) |  EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

 

Un pie en la frontera; los rostros aciagos que acompañaron el recorrido desempacan ya la esperanza.

Mochilas más ligeras a las que en la distancia les vaciaron el peso del miedo.





Escasos días tomó enterrar el sésamo de la mocedad, para aferrarse a la murria del otoño emigrante.

Errantes buscadores de la tierra prometida que no hallan en el mapa la dirección del cobijo y el trato afable.

Plazas que dan la bienvenida con sus frias almohadas de concreto; vecinos andrajosos que expían la intrusión.

El alba no trae consigo el olor a la tierra mojada y la aurora luce tan foránea como el paisaje.

Callos en los pies no son excusa para amarrarse al banco; hora de desesfundar el tesoro universitario apostillado en Marte
adherido preventivamente a la remera.

A lo lejos cientos de paisanos hacen fila para recibir el mendrugo que bendice algún alma caritativa.

Frente a estos, otros temerosos de tesoros, lanzan piedras expulsando competencias.

Quizás sean los hijos de aquellas señoras que los cuidaban a ellos de niños, venidas de esa tierra que hoy los apedrea.

Quizás no recuerden que crecieron en la Venezuela que solo lanzaba oportunidades, abrigo y respeto. Que abrazaba al portu y al gallego; hasta al trinitario vendedor de helados.

Que hacía nana a la colombiana, que asiló a panameños, que colmó sus barriadas de peruanos y ecuatorianos, que les exportó héroes.

Deambulantes pronto descubren que el título no tiene mayor valor que la garantía para adjudicarle la bicicleta de repartidor.

Esa noche, probablemente tirados a los pies de alguna estatua de Simón Bolívar, soñarán con encontrar la tierra prometida, sin darse cuenta de que acaban de salir de ella, que nacieron en ella… que solo debíamos volverla a independizar.