“Llamadas obscenas y cámaras para espiar”: La historia de las mujeres en la misión Apolo 11

JoAnn Morgan fue la única mujer en el centro de control de lanzamiento durante el despegue de Apolo 11. Foto: Cortesía.

 

JoAnn Morgan fue la única mujer en el centro de control de lanzamiento del Centro Espacial Kennedy el 16 de julio de 1969. Estuvo allí durante el despegue de Apolo 11. La ingeniera tenía 28 años y, desde su rol, debía controlar los sistemas en la plataforma de lanzamiento.

Por Desirée Jaimovich / Infobae





Entre otras cuestiones, estaba a cargo de verificar que los sistemas de televisión y de comunicación con la nave no sufrieran interferencias para que la comunicación con el vehículo no se viera alterada.

“Antes de Apolo 11, mi director me llamó y me dijo: ‘Vas a estar en la consola, sos mi mejor comunicador, realmente nos gusta cómo identificás los problemas y los resolvés rápidamente'”, contó Morgan en una nota de Mirror.

Morgan comenzó a trabajar en la NASA en 1958, primero como pasante y tras graduarse de la universidad, fue creciendo dentro de la organización, aunque eso no fue fácil. La NASA era un mundo de hombres y el machismo imperaba en aquel entonces. Era propio de la época. Ella era mujer, joven, ingeniera en un contexto que parecía estar reservado solo “para ellos”.

Antes de retirarse, en 2003, Morgan pasó por diferentes puestos de liderazgo en los programas espaciales de la NASA. Foto: Cortesía.

 

Tuve cierta resistencia. Antes de Apolo 11, había recibido llamadas obscenas. Yo era como un pez en una pecera, con todos esos hombres”, aseguró. En una entrevista con Vanity Fair también contó sobre esas “llamadas obscenas” que, según dijo, “recibió algunas veces cuando estaba en su consola”.

Las mujeres “computadoras”

De las 400 mil personas trabajando en las misiones Apolo, un porcentaje menor eran mujeres: la mayoría hacía trabajo administrativa. Fueron muy pocas las que estuvieron involucradas en tareas más técnicas vinculadas al despegue y aterrizaje.

En aquellos tiempos, el mandato social decía que las mujeres debían cuidar del hogar mientras los hombres trabajaban. Eran pocas las que se insertaban en el mercado laboral y cuando lo hacían, como no se alentaba el estudio universitario (al menos no era la norma) para el género femenino, sólo podían acceder a ciertos puesto que no requerían de un título de grado.

Aún así, algunas lograban vencer los estereotipos, se capacitaban y asistían la universidad. Eran de las pocas. Y muchas de ellas, especializadas en Matemáticas se desempeñaban dentro de la NASA haciendo complejas ecuaciones para el desarrollo de proyectos aeroespaciales. La historia de algunas de esas mujeres está contada en la película Talentos ocultos.

Katherine Johnson es una de ellas. Fue una matemática y física brillante que en los años 60 calculó la trayectoria de los cohetes en los programas espaciales Mercurio. Sus números lograron que John Glenn se convirtiera en el primer estadounidense en orbitar alrededor de la Tierra. También desempeñó un rol clave en la misión Apolo 11, que desembocó en el primer alunizaje.

Los cálculos de Katherine Johnson fueron fundamentales en las primeras misiones espaciales de la NASA. Foto: Cortesía.

 

Se las llamaba “computadoras”. Eventualmente, cuando llegaron las máquinas de IBM, muchas de ellas se adaptaron a los nuevos desafíos de la época y estudiaron el lenguaje de las computadoras para programarlas y manejarlas.

Frances Northcutt, la ingeniera en la sala de control

Frances “Poppy” Northcutt también fue una de esas mujeres llamadas computadoras. Así dio sus primeros pasos en la NASA, donde ingresó no bien se graduó de la Universidad de Texas, en 1965. Hizo cálculos y estimaciones para el Gemini, el segundo programa espacial tripulado de los Estados Unidos, luego pasó a formar parte del staff técnico.

Estaba en un equipo que se especializaba en las maniobras que pusieron en marcha la nave espacial para regresar a la Tierra desde la órbita lunar. Durante las misiones Apolo 8, Apolo 11 y Apolo 13, Northcutt estuvo en una sala de apoyo especial a la cual los directores de la sala de control de la misión general podían recurrir en caso de problemas. Ella era la única mujer trabajando en ese equipo. La única mujer ingeniera realizando tareas operativas en la sala de control para esas misiones. En la época de Apolo 11 tenía 25 años. Para los hombres no era habitual esta situación.

Frances Northcutt fue la primera ingeniera en trabajar en el Control de la Misión de la NASA durante el Apolo 8. Foto: Cortesía.

 

En una entrevista con Time, contó que en un momento vio que los hombres en su equipo de trabajo hablaban y miraban con frecuencia un canal del sistema de control interno. Al comienzo ella no le prestó atención al asunto, pero al notar la recurrencia con la que hablaban de ese “canal”, un día se dirigió al monitor y lo sintonizó.

Resultó ser que era una cámara que estaba justo sobre su puesto de trabajo. Tenían una cámara para grabar sus movimientos. Los hombres la observaban como si fuera una rareza. “Había mucho sexismo, pero menos de lo que experimentaban la mayoría de las mujeres”, analizó.

En otra entrevista publicada en Houston Public Media, de la Universidad de esa ciudad, dice que su lugar de trabajo era un gran enclave de hombres blancos. “No había rostros negros, no era solo mujeres, tampoco había rostros hispanos. Eran hombres blancos con camisas blancas y protectores de bolsillo“.

La falta de diversidad y la discriminación era moneda corriente. Eran épocas de grandes cambios: en 1964 recién se había aprobado la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act) que prohibía la segregación racial en lugares públicos, en el trabajo y las escuelas, así como en el registro de votantes.

Frances Northcutt dejó la NASA y se volcó a la abogacía. Foto: Cortesía.

 

En medio de todo eso también estaba el machismo y la falta de consciencia sobre muchas cuestiones que hoy, en algunos países, atravesados por el movimiento “Me Too” resultarían impensables. “Si alguien me hubiera hablado sobre ‘acoso sexual’ ni siquiera hubiera sabido lo que significaba la terminología, ni dónde reportarlo, ni hubiera habido una persona a quien reportarlo. Hubo grandes cambios en ese período de tiempo”, reflexionó Northcutt.

La discriminación también se experimentaba a nivel salarial. Cuando se enteró que sus compañeros hombres en la NASA recibían un pago por las horas extras trabajadas y ella no, enseguida alzó la voz. Y el 26 de agosto de 1970 se tomó el día para participar de una huelga de mujeres por lograr derechos igualitarios. Eventualmente, Northcutt dejó su puesto en la NASA, estudió Derecho y se comenzó a desempeñar como abogada.

Margaret Hamilton

Margaret Hamilton, matemática e ingeniera de sistemas, dirigió el equipo del MIT que desarrolló el software que utilizó la computadora a bordo de Apolo 11. El software sirvió para hacer cálculos durante la misión y contaba con un sistema de detección de errores. Si se registraba alguna eventualidad, el sistema podía alertar a los astronautas.

Hamiton junto a los códigos de programación que se usaron en el software de la computadora AGC que se utilizó en la misión Apolo 11. Foto: Cortesía.

 

La ingeniera había diseñado lo que se conoce como un sistema asíncrono, que permitía planificar en función de prioridades. En una carta enviada a la la revista de computación Datamation habló de las las alarmas 1201/1202 del aterrizaje del Apolo 11 y cómo el modo en que estaba programada la computadora ayudó a evitar una tragedia.

“Debido a un error en el manual de tareas, el interruptor del radar se encontraba en la posición equivocada. Esto provocó que se enviaran señales erróneas a la computadora, con el resultado de que se le pedía que realizara sus funciones normales para el aterrizaje mientras recibía una carga extra de datos falsos que ocupaban el 15% de su tiempo. El ordenador (o mejor, su software) fue lo suficientemente inteligente para reconocer que se le estaba pidiendo que realizara más tareas de las que debía. Entonces lanzó una alarma, que quería significar para el astronauta: ‘Estoy saturado con más tareas de las que debería estar haciendo en este momento y me voy a ocupar sólo de las más más importantes, es decir, las necesarias para aterrizar'”, detalló en ese texto.

Margaret Hamilton recibió, el 22 de noviembre de 2016, la Medalla Presidencial de la Libertad, de manos del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama, por su trabajo en la NASA durante las misiones Apolo. Foto: Shutterstock.

 

“Si el ordenador no hubiera reconocido este problema y llevado a cabo la acción de recuperación, dudo que el Apolo 11 hubiera logrado su aterrizaje exitoso en la Luna”, analizó.

En aquel entonces, la computadora que se usó en la misión (AGC) tenía menor capacidad de procesamiento y memoria con un smartphone actual. Hamilton y su equipo desarrollaron una versión especial del lenguaje ensamblador (Assembly) que tenía miles de líneas de código. Ese código nutrió a la computadora (una de las primeras basadas en circuitos integrados) que se utilizó para hacer cálculos que sirvieron para controlar la navegación y orientación del módulo de control y de mando.

El código del AGC está disponible online para quien quiera verlo desde que, en 2003, el investigador Ron Burkey lo publicó tras leer cada una de las líneas de código originales que estaban impresas.

En 1986, Hamilton creó su propio centro de tecnología y desarrollo de software que lleva su nombre Hamilton Technologies. El 22 de noviembre de 2016, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, de manos del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama, por su trabajo en la NASA durante las misiones Apolo.

Hamilton es conocida también por ser la primera ingeniera de software. O mejor dicho: la primera en ser reconocida con ese término. Ella misma acuñó ese término para hacer una diferencia entre los ingenieros especializados en hardware y software.