Tras el fallecimiento de Carlos Cruz-Diez, el caricaturista EDO recuerda a los “Fabulosos Cuatro” (Foto)

Tras el fallecimiento de Carlos Cruz-Diez, el caricaturista EDO recuerda a los “Fabulosos Cuatro” (Foto)

(foto @edoilustrado)

 

Tras el fallecimiento del maestro Carlos Cruz-Diez, el caricaturista EDO, no dejó pasar este momento para recordar y hacer homenajes a estos cuatro venezolanos que ahora se encuentran en el cielo y los llama “Nuestros Fabulosos Cuatro”.

Por Pamela Toledo / lapatilla.com





Y es que estos “Fabulosos Cuatro”, como bien lo recuerda EDO, dejaron el nombre de nuestro país, Venezuela, muy en alto y sus obras traspasaron fronteras.

Entre ellos están:

Arturo Michelena

Francisco Arturo Michelena Castillo, conocido simplemente como Arturo Michelena (Valencia, 16 de junio de 1863-Caracas, 29 de julio de 1898), fue un reputado pintor venezolano, quien desde niño manifestó excepcionales dones para el dibujo y la pintura. A los 14 años de edad se le encomendó realizar todas las ilustraciones de un libro sobre costumbres venezolanas. Junto con Cristóbal Rojas, Antonio Herrera Toro y Martín Tovar y Tovar se le considera uno de los más grandes pintores venezolanos del siglo xix. El presidente Joaquin Crespo le regaló la beca para irse a estudiar a París al igual que Cristóbal Rojas.

Una de sus obras más emblemáticas es Miranda en La Carraca es un lienzo pintado por Arturo Michelena en 1896 con motivo de cumplirse ochenta años de la muerte de Francisco de Miranda, acaecida el 14 de julio de 1816 en la prisión de La Carraca, en España.

Armando Reverón:

Armando Julio Reverón Travieso (Caracas, 10 de mayo de 1889-ibidem, 18 de septiembre de 1954), fue un artista venezolano precursor del Arte Povera y considerado uno de los más importantes del siglo XX en América Latina.

Fue pionero del happening, del ensamblaje artístico, de la instalación, de la intervención, de la escultura textil y del móvil. Se estima que fue autor de casi 600 piezas entre pinturas, dibujos, objetos y sus famosas muñecas de trapo. Desarrolló su obra en Barcelona, Madrid y París. Fue víctima de ataques, períodos de depresión y crisis de psicosis causadas al contraer fiebre tifoidea en la infancia. En 1918 conoce a Juanita Mota, su esposa y única compañera hasta su muerte. En 1921 se estableció en La Guaira donde construye «El Castillete», su taller y morada.

Por su carácter exótico, excéntrico y primitivo, fue conocido como el «Loco de Macuto». A pesar de ser incomprendido fue admirado por artistas e intelectuales como Pablo Picasso, Alí Primera, Jesús Soto, Fernando Botero, Antonio Saura o Sofía Ímber. Su obra solo alcanzó reconocimento después de su muerte y en el 2007 el MoMA le dedica una retrospectiva; siendo la primera dedicada a un venezolano y la cuarta a un pintor latinoamericano medio siglo después de Diego Rivera (1931), Cândido Portinari (1940) y Roberto Matta (1957). Falleció inesperadamente recluido en el Sanatorio San Jorge de Catia a los 65 años luego de ser diagnosticado de esquizofrenia.

Desde el año 2016 sus restos mortales reposan en el Panteón Nacional de Venezuela.

Jesús Soto:

Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, 5 de junio de 1923-París, 14 de enero de 2005)1?2? fue un artista venezolano, figura importante del arte cinético, que inicia y desarrolla a finales de los años 50.

En su honor, el gobierno de Venezuela inauguró el Museo Jesús Soto en Ciudad Bolívar en 1973.

Estudió en la Escuela de Arte en Caracas, donde conoce a Carlos Cruz Diez y Alejandro Otero. Desde los años 70 hasta los 90 los trabajos de Soto son expuestos en lugares como el MOMA y Museo Guggenheim de Nueva York, Centro Georges Pompidou en París y la Bienal de Venecia de 1966 y la Bienal de São Paulo en 1996.

Soto fue particularmente famoso por sus “penetrables” esculturas dentro de las cuales, las personas pueden caminar e interactuar. Se ha dicho que el arte de Soto es inseparable del observador, sólo puede estar completo con la ilusión percibida por la mente como resultado de la observación.

Un trabajo de Soto adorna el techo del salón principal del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, y otro, una parte del interior de la estación Chacaito del Metro de Caracas. Este último se extiende hasta el exterior de la estación y se puede ver desde la superficie, en la Plaza Brión de Chacaíto. La Esfera Caracas, se encuentra en la autopista Francisco Fajardo, la cual fue recientemente reconstruida.

Carlos Cruz-Diez

Carlos Eduardo Cruz-Diez (Caracas, Venezuela, 17 de agosto de 1923-París, Francia, 27 de julio de 2019) fue un artista venezolano del arte cinético. Vivió y trabajó en París desde 1960 hasta su muerte. Cruz-Diez propuso concebir el color como una realidad autónoma que se desarrolla en el tiempo y en el espacio, sin ayuda de la forma o necesidad de soporte. Su trabajo abarca ocho investigaciones: Couleur Additive, Physichromie, Induction Chromatique, Chromointerférence, Transchromie, Chromosaturation, Chromoscope y Couleur à l’Espace.

Su pasión por el arte comenzó desde muy pequeño. Su fascinación por el color surge a raíz de la pequeña fábrica de botellas de gaseosas que monta su padre, pues en ella descubre el reflejo de la luz y el color gracias al impacto del sol en las vidrieras.

Estudió en el Colegio Atenas y seguidamente cursó el bachillerato en el Liceo Andrés Bello. En 1940 se inscribe en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas donde obtiene el diploma de profesor de Artes Aplicadas. Allí recibe clases de destacados maestros, como Marcos Castillo, Luis Alfredo López Méndez y Juan Vicente Fabbiani. Entonces le interesa particularmente la obra de Francisco Narváez y Héctor Poleo. Mientras estudiaba, colaboraba con viñetas humorísticas para el diario La Esfera y la revista infantil Tricolor. Su pintura en ese momento se centraba aún en el realismo social.

Sin embargo, ya en este periodo formativo adquirió conciencia de la importancia del trabajo con el color. Aprendió de uno de sus maestros, Rafael Ramón González, a no pintar el color plano y evidente de los objetos sino a interpretar los matices que lo componen. Años más tarde profundizó en este precepto llegando a concretar uno de sus más grandes descubrimientos: apreciar que el color está en el espacio que nos rodea y que el punto radica en saber ver el color.