La historia de la “gran muerte venezolana”

La historia de la “gran muerte venezolana”

(foto dw.com)

 

Karina Sainz Borgo apaga su cigarrillo, pide una botella de agua. “Soy periodista cultural”, dice. Pero Sainz Borgo también escribió una novela, “La Hija de la Española” (Lumen), cuyos derechos se vendieron más de 20 veces en la Feria del Libro de Frankfurt del año pasado. En agosto, el libro, que habla del destino de una mujer joven y la caída de un país, Venezuela, se publicará en Alemania con el título “Nacht in Caracas” (Noche en Caracas). La autora venezolana vive desde 2006 en Madrid. Una gran parte de su familia todavía está en Venezuela.

Por lapatilla.com
Así lo reseña dw.com





En Brasil, “Noite em Caracas” (Intrínseca) salió en junio. Por eso Karina Sainz Borgo acudió a la “Festa Literária de Paraty” (Flip), uno de los eventos literarios más importantes de Brasil, en una ciudad histórica a cinco horas de Río de Janeiro.

DW: ¿Cuál fue el momento en el que el trabajo periodístico se volvió literario?

Nunca se diferenciaron. Yo trabajo como periodista cultural desde que tenía 17, 18 años. En Caracas hice mucho periodismo político también, trabajo social, me interesaba la calle. Nací en un país muy complejo. Es difícil escribir solo sonetos cuando naces en una ciudad tan violenta como Caracas. Cuando yo me vine a España en 2006, tenía 24 años, empecé a escribir tentativas de novelas. El año en el que yo había leído lo suficiente y estaba fuerte, me senté con “La Hija de la Española”. Era el tercer intento de novela, y las palabras me hacían caso.

Aunque es una historia que ocurre en Caracas y en la Venezuela contemporánea, ¿es algo universal?

 Yo he intentado muchas veces escribir sobre aquello que me afecta, y el desarraigo me afecta. No porque yo me sintiera desarraigada en España, sino porque me sentía desarraigada con mi proprio país. No es una novela autobiográfica, pero está impulsada por una perdida ciudadana, política. Si a Adelaida Falcón se le murió su mamá, a mí se me murió mi país. Esa es la gasolina de esta novela. Es una novela sobre perder y como sobrevivir esa pérdida. Yo quería reflejar toda esa sensación que empuja a alguien a renegar de todo lo que fue y convertirse en otra persona. Eso le pasó a mucha gente (en el siglo 20) y sigue ocurriendo.

El interés internacional en Venezuela aumentó en el 2017 pero el declive del país ya había comenzado mucho antes.

Cuando un proceso político es tan largo, despista. Por eso ella usa sus recuerdos de infancia. Yo empecé a escribir “La Hija de la Española” en el 2017. Era un impulso exterior pero no era nuevo. Hay temas que tienen que ver con nuestra historia como país, que han estado en mí: la muerte, la memoria. Solo que yo quería que esta novela lo juntara de otra manera, contarlo de una forma en la cual un inmigrante español, italiano, portugués de los años 40, 50 viera un eco. En el fondo siempre hemos visto esto. Lo contradictorio es que esto ocurra en un país que parecía rico. Es la historia de la gran muerte venezolana pero también sería equivocado pretender que nosotros estamos descubriendo las tragedias. Las tragedias son muy antiguas.

¿Por eso tomó la decisión de que fueran muchas alegorías? La madre y la hija, la Mariscala, Los Hijos de la Revolución…

Nada es real, pero todo lo es. El proceso venezolano ha sido tan violento que hemos olvidado contarnos en perspectiva. Un reportaje no me iba a permitir emocionarme. Yo quería emocionar, y yo necesitaba que las personas se emocionaran como me estaba emocionando yo. Esta novela fue escrita con mucha ira, con mucha tristeza, mucha melancolía. Yo he pisado los sitios que están en esta novela. No he estado en la tumba pero estuve en el Helicoide. Muchos amigos míos han ido presos. Era como poder usar todo aquello que yo había visto y que tenía en las manos. No me gusta la fórmula de “El periodista escribe novelas”; el periodismo es parte de mi forma de pensar.

Adelaida Falcón tiene 37, 38 años, tiene su edad, la de una generación…

De la generación que salió a patadas. La novela es dura con todo. Aquel rico país no vio lo que venía, se distrajo, y cuando llegó, ya no sabía qué hacer. Es la gran historia de una frustración, un duelo por lo que no fue, y eso lo he visto en otros autores que me interesaban. La literatura latinoamericana es potentísima, pero si yo pude razonar lo que estaba pasando, fue por la literatura europea que me dio las herramientas. Esa novela está contada con emociones latinoamericanas pero con instrumentos europeos. Se parece un poco a lo que hizo el desarraigo conmigo: creó una criatura que no es ni una cosa ni otra.

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