“El chavismo mató al capitán Acosta, mi marido, para amedrentar a los militares”

Waleska
Foto: El Espectador

 

La vida de Waleswka Pérez, esposa del capitán Rafael Ramón Acosta Arévalo, dio un giro de 180 grados el 21 de junio. Cuando habló ese día con su marido sobre su llegada a Venezuela y los trámites que tenía previsto realizar allí, no podía imaginar que esa sería su última conversación. Fue una charla sin trascendencia si no fuera porque no habrá más. El próximo 28 de agosto se cumplen dos meses de la trágica muerte del capitán de corbeta Acosta Arévalo, a ojos de su familia y de los activistas de derechos humanos un asesinato del régimen chavista. “Querían amedrentar a los militares”, señala la viuda, en un paradero que no quiere desvelar.

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Por: Ana Alonso / El Independiente

Waleswka Pérez, de 42 años, tiene miedo y toma precauciones antes de aceptar una entrevista con EL INDEPENDIENTE. Hay unas sospechosas interferencias cuando intentamos establecer la conexión. No escucho su voz pero ella sí puede oírme. A la tercera lo logramos.

Teme que identifiquen dónde está, que tomen represalias y, sobre todo, tiene miedo por sus hijos, de 12 y cuatro años. El mayor está “al tanto de lo que ha pasado y se echa a temblar cuando ve uniformados, tiene pesadillas”. El menor aún cree que su padre volverá algún día. Mientras hablamos se escucha de fondo al crío. El primogénito se ha ido a jugar al fútbol. Waleswka se llama así en recuerdo de la bellísima joven polaca que fue el gran amor de Napoleón.

“Estamos muy afectados por lo que pasó. Pero toca estar de pie. Por ellos. Voy a seguir adelante por mis hijos”. Habla serena. Solo encuentra consuelo en la convicción de que no va a parar hasta que quienes ejecutaron a su marido paguen por su crimen. “Desde Maduro al último funcionario que lo consintió”. Lo mataron, juzga, porque quieren “sembrar el miedo, especialmente, entre los militares”.

Los Acosta Pérez habían dejado “hace poco tiempo” Venezuela “porque la situación estaba muy fea” pero les quedaban algunos papeleos pendientes. El capitán regresó a ultimar la tarea. Waleswka tenía miedo, pero no se imaginaba cómo terminaría sus días su marido.

“No apoyaba a ningún partido político pero no le gustaba lo que está haciendo el régimen. No estaba de acuerdo. Comentaba lo que estaba sucediendo en su círculo. Le traicionaron”, comenta. “Siempre fue un número uno, un militar intachable, un constitucionalista”.

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