Las dos caras del Dios Jano: Miseria vs. Opulencia, por Carlota Salazar Calderón

Las dos caras del Dios Jano: Miseria vs. Opulencia, por Carlota Salazar Calderón

Carlota Salazar Calderón @carlotasalazar

 

La cara de la miseria en Venezuela la vemos a los amigos pálidos y delgados, no por dieta sino porque comen dos veces al día o no comen; caminando kilómetros para ir al trabajar; porque no hay transporte o no lo pueden pagar; mueren por falta de su tratamiento, unos porque no lo consiguen y otros porque no lo pueden comprar; pasan hasta un mes sin luz o sin agua; peregrinando de farmacia en farmacia de mercado en mercado donde puede conseguir los medicamentos o alimentos, más económicos; haciendo cola los ancianos desde la madrugada, deteriorando su salud, para que le entreguen efectivo y así poder comprar alguna que otra cosita de comida, porque en efectivo es, un poquito, más barato; en las colas de las ventas de gas o con la bombona montada en el hombro de hombres, mujeres y hasta de niños; pidiendo en las calles; los niños mendigos que han abandonado las escuelas; esperando la bolsa del Clap para comer que pasa cada 3 o 4 meses; quejándose permanente a lo sumo sumuco, a la chita callada, susurrando la impotencia, porque si hablan y se quejan son enemigos de la revolución y alguna ventajita de beca, bono o bolsa ¡la pueden perder!

Las calles oscuras, llenas de huecos, aguas negras y basura… han proliferado enfermedades como la malaria, dengue, fiebre amarilla… en las zonas más pobres, cada día son más las cañadas tapadas y menos su limpieza, el mismo aseo personal es menor por el costo del champú, jabón y detergentes. La cara más triste de la miseria es cuando toca ir a un hospital, tienen que comprar todo, pero ¿a quién le compran? Al camillero, al enfermero, aseador… ¿de dónde salen esos medicamentos? Del presupuesto del Estado, de los bolsillos de todos nosotros, que los Choros irresponsables hurtan. Pero es que siempre lo había hurtado, sí, pero con esta realidad es cruel hacerlo. Si necesitan una operación viene el calvario, los hospitales en la mañana son públicos y en la tarde privados, los pacientes son operados y les pagan en dólares, mientras en las emergencias el que no puede pagar se muere de mengua.

Aturdidos por el sufrimiento, nos topamos con la opulencia en las mismas calles, llenas de hueco, carros importados último modelo, fastuosos bodegones donde venden en dólares, hay de todo y la gente hace cola para comprar, viajan pagando boletos en dólares o alquilan aviones, cierran locales o los anexos de los restaurantes donde corre de todo…hacen sus mercados en los puerta a puerta, van a clínicas privadas…por supuesto para ellos no está pasando nada y a viva voz hablan de la franca recuperación del país.

Dos realidades, dos mundos, ninguno voltean a ver al otro, se desconocen mutuamente, los miserables por miedo y los opulentos por indolentes. Esto ha pasado en Egipto, México… donde la brecha, entre pobres y ricos, igual que en Venezuela, cada día se ensancha más.

Carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar

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