La otra cara: “Caradurismo puro y duro” Por José Luis Farías

La otra cara: “Caradurismo puro y duro” Por José Luis Farías

José Luis Farías @FariasJoseLuis

El más reciente ejercicio de caradurismo de Delcy Rodríguez, flanqueada en penosa comparsa por el general Padrino López y el almirante Giuseppe Alessandrello, es una buena oportunidad para poner al descubierto por enésima vez el cinismo del régimen.

En su descaro la señora Rodríguez ha acusado a Juan Guaidó “y a su organización criminal”, de entregar El Esequibo a Guyana y a la Exxon Mobil, en un primer capítulo de la nueva telenovela montada por el régimen para justificar su represión que derivó, casi de inmediato, en un segundo episodio tras el alarido de Nicolás Maduro exigiendo a Tarek William Saab abrir una investigación a Guaidó bajo la manida acusación de “traición a la patria”.

Es un claro acto de la más grosera impudicia por cuanto misia Rodríguez sabe, y la opinión pública también, que fue el difunto Hugo Chávez, a partir de 2004, con su irresponsable actitud, por contraria al interés nacional en favor de un proyecto ideológico devenido en un Pranato, quien echó por tierra casi siete décadas de una política exterior coherente y firme (única desde 1936) de la histórica reclamación de Venezuela sobre el territorio Esequibo, con la obsecuencia de “yesmen” del propio Nicolás Maduro ante su jefe eterno, bien de presidente de la AN, Canciller o vicepresidente de la República. .





Como es bien sabido, desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999 el gobierno de Guyana, instigado por Fidel Castro, inició un proceso de acciones arbitrarias tratando de ejercer soberanía sobre El Esequibo ofreciendo los bloques petroleros de la fachada atlántica venezolana, el Pomeroon, concedido a la trasnacional CGX y el Stabroek a Exxon Mobil cuyo otorgamiento fue congelado pese al tímido reclamo de Venezuela manteniendo la vigencia del Acuerdo de Ginebra de 1966.

Pero lo que era una débil defensa de la reclamación sobre El Esequibo por parte de Chávez, devino en su brutal entreguismo de nuestra aspiración a ejercer soberanía sobre este vasto territorio de 159.542 km² rico en petróleo y minerales cuando el hijo de Sabaneta declaró el 20 de febrero de 2004 en Georgetown: “Me he comprometido con el presidente Bharrat Jagdeo a que el Gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en la región que vaya en beneficio de sus habitantes, en beneficio directo como me decía el presidente, proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas”.

Añadiendo incluso algo más grave aún: “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países”, en vergonzosa renuncia a los derechos de nuestra nación.

La conducta antinacional de Hugo Chávez fue acentuada luego de declarar en 2007 a Venezuela como un país socialista, asumiendo el discurso de Castro quien desde 1981 calificaba los reclamos de nuestra nación como parte de una política “expansionista” estimulada por el “imperialismo norteamericano”.

Fue cuando Chávez afirmó desde Miraflores que el país “inició la reclamación del Esequibo por presiones de los Estados Unidos para desestabilizar el gobierno comunista de Chaddy Jagan”.

Un canto aprovechado por el entonces embajador guyanés en la capital venezolana, Odeen Ishmael, para hacerle coro declarando que “la confraternidad entre dos países socialistas implica abandonar el contencioso fronterizo, dado que los hermanos están llamados a vivir en paz”.

El régimen de Chávez se hizo la vista gorda del reinicio a partir de 2009 de los acuerdos de la Exxon con Guyana, país que solicitó ante la Comisión de Límites de Plataforma Continental una extensión de la suya más allá de las 250 millas bajo el argumento de que “no hay disputa en la región”.

Por cierto, para entonces Nicolás Maduro era canciller de la república y como tal, recuerda el periodista Víctor Amaya, en ese mismo año recibió un delicado informe del embajador venezolano en Guyana, Darío Morandi, quien informaba que las acciones de ese país “le cerraría a Venezuela su salida al Atlántico, lo cual sería estratégicamente inconveniente, además de los perjuicios económicos que representaría para nuestro país perder el acceso a los recursos marítimos y petroleros”.

Un delicado planteamiento cuya “respuesta oficial -anota Amaya- llegó tres años más tarde, el 9 de marzo de 2012, cuando el gobierno de Chávez envía una carta al Secretario General de la ONU para pronunciarse sobre una nueva solicitud guyanesa de ampliar su plataforma continental a 350 millas.”