La camiseta maldita: El asesinato de Luciano Olivos por odio entre hinchas de fútbol

 

Dragon Ball, libros, punk y teatro. Así era la vida de Luciano Olivos Gómez hasta sus 18 años, cuando la rivalidad entre albos y azules se cruzó en su camino: lo mataron el 2016 en la calle por vestir la camiseta de Colo Colo. Pero a él no le gustaba tanto el fútbol. Ni siquiera era fanático del equipo albo. Es más, era de la U. Esta es la historia de cómo la violencia de barras bravas, un asesino prófugo y un día desafortunado, terminaron con la vida de un adolescente que lo único que quería era convertirse en actor.





Por: The Clinic

De chico siempre fue especial— dice Marcela Gómez (48) mirando hacia abajo. Está sentada en un sillón que es resguardado a su derecha por un altar en honor a su hijo.

Sobre la mesa de centro descansa un álbum de fotos que fue hecho por ella misma; es una recapitulación de la infancia y adolescencia de Luciano Olivos Gómez (18). Está abierto en una página donde lucen dos imágenes similares: en la primera, un poco borrosa, Luciano aparece sentado en una plaza y haciendo un gesto con su mano. En la segunda está en la calle encorvado y sonriente, con su cadera hacia atrás, bromeando, relajado. En ambas tiene la cabeza rapada, pantalones cortos y una polera de Colo-Colo.

Las dos capturas son del viernes 15 de enero de 2016, el último día de su vida.

El mediodía de ese viernes, un poco antes de que se tomaran las fotos, Luciano y su polola, Tamara Vallejos (20), querían verse. “Nos extrañábamos y quedamos de acuerdo en juntarnos a andar en bici”, recuerda Tamara. Luciano le escribió por WhatsApp: “Amor, te llevo una sorpresa”. Los separaban 20 kilómetros. Él vivía en Puente Alto y ella en Peñalolén, así que eligieron un lugar intermedio: La Florida.

Luciano apareció usando una camiseta de Colo-Colo, club del que era hincha Tamara. La camiseta era la misma que había usado cuando jugaba en una escuela de fútbol de ese equipo, en su infancia. Pero Luciano no alcanzó a estar mucho tiempo jugando ahí, porque a la semana cambió la pelota para ser scout. No era tan fanático del fútbol y ni siquiera era hincha de los albos. Era simpatizante de la Universidad de Chile, pero a veces acompañaba a su polola al Estadio Monumental. Para Luciano las rivalidades futbolísticas no eran tema. Ese día él solamente quería sorprender a Tamara.

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