Rafael Quiroz Serrano: Crítica a la “Venezuela Energética” (IV)

En esta CUARTA entrega de artículos donde nos proponemos analizar el libro “Venezuela Energética” de Leopoldo López y Gustavo Baquero (LL/GB), nos referimos a uno de los temas gruesos que proponen los autores dentro de lo que ellos llaman el “Nuevo Modelo de distribución del ingreso petrolero nacional”, y se trata del “Fondo Patrimonial de los Venezolanos”. Como ya lo expresamos en la entrega anterior (III), esto se traduce en una propuesta “para que todo venezolano mayor de edad disponga efectivamente del ingreso petrolero que le corresponde, objetivo fundamentado en la propiedad ciudadana del petróleo que yace en el subsuelo y, por tanto, en los ingresos que genera dicha propiedad” (p. 263). La propuesta ni es genuina ni es nueva. Es simplemente otra modalidad de lo planteado, a final de la década de los ’80, por Alberto Quirós Corradi, Andrés Sosa Pietri, Luis Giusti, Francisco Monaldi, Miguel “Paquetico” Rodríguez, Ramón Espinasa y José Toro Hardy, entre otros.

Los sempiternos medradores de la privatización de nuestra industria petrolera, ante la imposibilidad, y también la ausencia de argumentos consistentes, para plantear la venta de PDVSA al capital petrolero internacional, han venido recurriendo a “caminos verdes”, trochas y atajos, que en forma sibilina les permita avanzar en la prosecución de tan antinacionales propósitos. En este sentido se han encontrado con la muralla que representa el rango constitucional que le da la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), al tema de los hidrocarburos y muy particularmente a la industria petrolera (Artículos 11, 12, 302, 303 y 311); al blindarla de los ataques nocturnos de las hienas que siempre han merodeado en torno a la idea de traspasar la industria básica de la economía venezolano al sector privado. Y para tan antinacional propósito ofrecen diferentes vías, diversas alternativas, para los más variados gustos, de todos cuantos quieran contribuir para avanzar en el camino que nos llevará al “Reino Celestial” de la privatización del petróleo en Venezuela. Veamos solo cuatro de las alternativas, llamémosla “píldoras de un mimo frasco” (A. Quiròs C.) que asoman para acometer su propósito o paradigma liberal.

Cuatro píldoras de un mismo frasco”. 





La primera “píldora”, fue la propuesta de Luis Giusti y Andrès Sosa Pietri, quienes plateaban vender “algunas” acciones de PDVSA en la Bolsa de Valores de Caracas, en una clara automutilación de la soberanía. “Una empresa como Petróleos de Venezuela pudiera perfectamente poner un determinado número de acciones en la Bolsa: 10%, 15% y 20%, sin detrimento para nada de su condición de empresa. Yo creo que la empresa debe ir y colocar sus acciones en el mercado” (En El Nacional, 3 de agosto de 1998, p. E/1), afirmó Luis Giusti, sin desparpajo en aquella ocasión. Se trataba de vender PDVSA por pedazos en forma racionada, y para eso hacían “gala de su talento diseñando la mejor manera de proceder, bien destazándola como una res en canal para vender por piezas, bien entregándola en pie, entera, a puerta de corral. Carniceros unos, comerciantes en grande otros, cada quien busca cómo sacarle su mejor partido al animal bien cebado” (A. Rodríguez, 1997). Y para no dejar lugar a dudas Giusti ratifica, una vez más: Aún existen sectores en el país que se oponen a una privatización de Pdvsa, pero en cualquier caso se están dando los pasos correctos para hablar en un futuro del tema(En Economía Hoy, 26 de enero 1998, p.16). Giusti fue el vedette de las transnacionales (1998) y el principal promotor de la venta de PDVSA, por lo que siempre representó una amenaza para el patrimonio público nacional.

         La segunda “píldora” (propuesta) es la del extinto Alberto Quirós Corradi y Francisco Monaldi quienes planteaban una innovadora fórmula privatizadora, al decir: “Si “el petróleo es nuestro”, yo quiero que todos los venezolanos sintamos en nuestros bolsillos el peso de un Certificado de Participación en un Fondo Mutual, que tenga acciones de Pdvsa y de todas las empresas petroleras que operan en el país estatales y privadas. Quiero, además, que todos recibamos un dividendo anual de esas ganancias y que nos cobren impuestos sobre ese ingreso” (En El Nacional, 23 de agosto de 1998, p. E/10). También Francisco Monaldi, prologuista de los Rodríguez, es coautor -como ya dijimos- de esta tesis. “Por su parte Francisco Monaldi, el ideólogo de la más antipática propuesta privatizadora que conozco, aquella que postula el reparto de las acciones de PDVSA entre los venezolanos mayores de 18 años, es decir, entre menos de la tercera parte de la población actual, desheredando a las otras dos terceras partes y, desde luego, a los cientos de millones de venezolanos que nacerán en el futuro previsible de existencia del petróleo en nuestro subsuelo, anuncia triunfalmente que lo que se omitió en el texto del proyecto constitucional fue precisamente la propuesta radical de Fundapatria en materia petrolera y que, por ello, ahora están dadas las condiciones para ‘transformar a los ciudadanos en socios-propietarios de su principal negocio’” (C. Mendoza Pottellà, Nacionalismo petrolero venezolano en cuatro décadas, Universidad del Zulia, Maracaibo, 2010, p. 415).      

 

La tercera de las “píldoras” (propuestas) es la referida a los Rodríguez (padre e hijo), Luis Roberto Rodríguez Pardo (padre) y Pedro Luis Rodríguez Sosa (hijo), y de todas las propuestas es la más seria, la más consistente y la mejor elaborada, no por eso no deja de ser contraria al interés nacional, y  viene desarrollada en el libro “El Petróleo como instrumento de progreso –Una nueva relación Ciudadano-Estado-Petróleo-“ (Caracas, Ediciones IESA, 2012). Allí los Rodríguez plantean la creación de un fondo de ahorro y estabilización al cual se le denominará Fondo Patrimonial de los Venezolanos (FPV), y el cual estaría caracterizado de la siguiente manera: “Los ingresos del Fondo estarán constituidos por la totalidad del ingreso petrolero, incluyendo el impuesto sobre la renta a las actividades petroleras, el impuesto de explotación (regalías), el impuesto a las ganancia súbitas, los impuestos superficiales y cualquier otro gravamen a la actividad petrolera, así como otros ingresos petroleros, tales como los dividendos de PDVSA, bonos de rentabilidad, bonos de desempate y cuotas de participación” (p. 122-123). Aquí el desafuero por capturar íntegramente el ingreso fiscal petrolero no guarda parangón alguno, y no deja lugar a dudas de que se trata de una abierta y descarada PRIVATIZACIÒN DEL INGRESO FISCAL; esto se traduce en, como no podemos plantear la privatización de la industria petrolera, vamos a valernos del POPULISMO PETROLERO para así intervenir la factura petrolera y acercarnos, avanzando unos pasos, al camino definitivo que algún día nos llevará a “la tierra prometida” de entregar PDVSA al sector privado nacional o transnacional.

         Y la cuarta y última “píldora” (propuesta) es la presentada por LL/GB y a la cual ya nos referimos en la pasada entrega (III). Pero en todo caso, lo planteado por el dueto LL/GB en su libro “Venezuela Energética” no dista mucho de lo que planteaban el también dueto Quirós/Monaldi y los Rodrìguez del IESA, con la diferencia que lo que ahora plantean LL/GB es un poco más matizado y adulzorado para incautos e ingenuos en procesos privatizadores de empresas petroleras. “A partir de esa falacia se ha promovido, y se sigue proponiendo hoy, la más demagógica y antinacional de las propuestas: repartir anualmente una parte sustancial de los beneficios y todos los dividendos de la industria petrolera entre los ciudadanos, vale decir, los mayores de 18 años” (Sic) (C. Mendoza Pottellà, La oportunidad la pintan calva…para la rebatiña petrolera, May. 2019).

Estas son las “Cuatro píldoras de un mismo frasco” como diría el extinto Alberto Quirós Corradi, donde el frasco es la privatización y las cuatro píldoras son las cuatro modalidades de caminar inexorablemente hacia la entrega de nuestra industria petrolera. Se trata de un sinnúmero de formas y modalidades neurálgicas que coliden con el marco legal vigente, con rango constitucional, y que repiten resabios, vicios y tramas del pasado. La reinstitucionalización de PDVSA y reconstrucción del país será una política correcta sólo en la medida en que apunte hacia el futuro cierto e incluyente de todos, no en la medida en que repita los esquemas, resabios y vicios del pasado cuyos efectos, hoy por hoy, siguen a la vista. En Venezuela el petróleo significa soberanía, historia, cultura y reafirmación de la nacionalidad, y por ello esta materia prima sigue, y seguirá, constituyendo un elemento de definición de la sociedad venezolana.

¿Iniciativas e innovaciones?

Los “Fundamentos para la democratización del petróleo”, tal como la plantean LL/GB, no es más que una máscara para captar voluntades cándidas atraídas por “la limosna ideológica del populismo” rentista. Así como la figura del Fondo Patrimonial de los Venezolanos (FPV), la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y la enmienda a la Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOHH), que actualmente se discute en la Asamblea Nacional (AN),  es todo un entramado y una maraña de “iniciativas” que en el fondo amenaza con la perdida de nuestro principal instrumento de negociación en la geopolítica y geo estrategia mundiales, y que al final del día también estarán encaminadas al desmantelamiento del aparato de control y fiscalización del Estado venezolano. De lo que en verdad se trata es de “privatizar paulatinamente a Pdvsa y convertir al Estado en una especie de perro faldero” (CMP, 1995).

Ciertamente, no hay duda, que lo que se persigue en el fondo, como objetivo tras bastidores, es la venta de PDVSA, más que su desarrollo basado en su crecimiento como corporación. Pareciera que una buena parte de nuestra ya no tan joven dirigencia política, que se dice social demócrata, estuviera ganada a planificar, diseñar, desarrollar y aplicar una estrategia direccionada a consolidar la metamorfosis de la propiedad pública de PDVSA en propiedad privada transnacional. En el libro objeto de este estudio y análisis, los autores LL/GB parecieran aparentar un deliberado desconocimiento de la vinculación del Estado con lo social y colectivo; de allí la función estrecha y limitada que le asignan al Estado, donde debe tener poco predominio la equidad social y sí mucho el papel policial de resguardar la propiedad y la riqueza privadas. 

Estos señores desconocen abiertamente que, si bien el mercado en líneas generales “resuelve” con eficacia el problema de qué producir, cómo y para quién, no se ocupa de aquellos bienes que no sean rentables aunque sean muy necesarios; esto se conoce en la literatura especializada, como fallas del mercado. No cabe duda de que la estrategia para ceder PDVSA al capital transnacional, se levanta auspiciada directamente por ese velo de ineficacia, corrupción y desprestigio que hoy caracteriza al Estado venezolano, producto de un gobierno totalmente incompetente, forajido y primitivo, que ha hecho de la delincuencia y el malandraje su principal característica y causa “revolucionaria”, y también estimulado por el elemento privatizador sustentado en el fósil pensamiento liberal clásico (1776), ya cubierto por las telarañas de los tiempos que se tejieron durante más de doscientos años (…y a esto le llaman modernidad?). Y asì quieren hacer creer que los grandes beneficiarios de la privatización de PDVSA son la masa de la población, por aquello de que la riqueza acumulada de algunos individuos se constituye automáticamente, por razones “lógicas” y “naturales”, en un beneficio que salpica o empapa al colectivo.

Esta es una contradicción más que encontramos en el libro de LL/GB, pues mientras plantean la sustitución del modelo rentista-petrolero, simultáneamente con el Fondo Patrimonial de los Venezolanos, también plantean, ratifican, reafirman y profundizan aún más, con todas sus perversidades, el carácter netamente rentista de la economía venezolana; y hacen de la cultura petrolera todo un monumento. Bien decía el sacerdote jesuita Arturo Peraza, vicerrector de la UCAB en Guayana: “El problema es una sociedad que demanda que pide pero que no se plantea qué tengo que hacer para construirla. El problema fundamental de Venezuela no es cambiar al presidente sino los valores de una sociedad que pide y pide y no produce. Una sociedad que se basó en el rentismo y en el extractivismo depredador, en el que si tiene una casa lo que haces es que le quita los muebles las paredes los tubos del agua hasta destruir la casa” (Arturo Peraza SJ, El Nacional, 01-09-19). Reforzar la conducta y el comportamiento del venezolano en el rentabilidad petrolera, es contrario a la consecución de des-petrolizar el ingreso fiscal y de lograr la emancipación de la economía venezolana de la industria petrolera.

No queremos la actual PDVSA para nada, la PDVSA de la desprofesionalización, aquella industria que se dedicó a cientos de tareas que no son propias de una empresa petrolera; la “roja rojita” de Rafael Ramírez y la “caja chica” de Hugo Chávez Frías; pero tampoco queremos la PDVSA anterior, la los “petro espías” que huyeron del país sin enfrentar la justicia, la de Giusti y Alberto Quiròs Coradi, la de Erwin Arrieta y Toro Hardy. Queremos una TERCERA PDVSA, una empresa que sea ejemplo de honestidad, pulcritud, buena gerencia, profesionalismo, eficiencia y eficacia. 


Rafael Quiroz Serrano Economista-Petrolero | Jefe de la Cátedra de Economía y Política Petroleras EEI/FaCES/UCV