Historias de la diáspora: Creí que de verdad te conocía

Historias de la diáspora: Creí que de verdad te conocía

REUTERS/Susana Vera

 

 

 





La vida amorosa suele ser una cosa bastante seria: Cuando dos se quieren, toman decisiones a menudo para encontrar estabilidad, y el verdadero ejemplo de la intensa búsqueda de calidad de vida se observa en el día a día de muchas parejas venezolanas, las cuales han visto “las de Caín” debido a una crisis de película, de esas que se cuentan y no se creen.

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Innumerables uniones han hecho maletas para buscar un mañana en otros horizontes. Algunas hallaron las puertas para ingresar a las recámaras del progreso, otros se desviaron en el camino, apostando cada uno por sus propios objetivos, y de eso va esta historia, sobre desenlaces diferentes e insólitos… no todos los cuentos tienden a culminar de la mejor manera.

Nuestra historia comienza en Venezuela, dónde más: Ella es Sandra, abogada, madura, de buena familia, una mujer que tiende a adaptarse a cualquier entorno con grandes capacidades y aptitudes de emprendimiento y supervivencia (más adelante sabrán de qué les hablo).

Él es Víctor, el antagonista del relato (el malo de la película pues): Un médico cirujano plástico quien, de acuerdo con la descripción de Sandra, no era un tipo con un historial alentador.

Demandas y acusaciones en su contra fueron el menú en el hogar de ambos. Ella se encargaba de salvarle los muebles al problemático sujeto que, según lo contado, estuvo cerca de entrar a una prisión venezolana si no fuera por la defensa de ella en tribunales.

Se salvó de chiripa la rata“, me dijo con una visible impotencia en sus palabras… Sigan leyendo.

Creí que lo conocía“… pero no era así.

Las cosas se pusieron color de hormiga durante mucho tiempo, así que decidieron empacar y partir hacia Madrid, España, un destino conocido por Sandra y en donde el papeleo sería “pan comido” puesto que ella lleva en su hoja de vida la nacionalidad ibérica.

Una vez instalados en nuestro apartamento, ya transcurrido un mes aproximadamente, a él le salieron sus papeles y decidió alquilar un consultorio por la zona de Vallehermoso en Madrid. Yo trabajaba como recepcionista en la misma clínica para ayudar con el pago del consultorio“, me comenta.

No veía lo que ganaba, pues tan pronto me pagaban, lo entregaba para pagar el consultorio de la rata”, confesó.

Sandra con el tiempo fue deprimiéndose, no tenía dinero en su cuenta, aparte que contaba con la impotencia de no poder ejercer su profesión, tampoco trabajar en algo parecido… aparte, le afectaba mucho haber dejado a su madre de 88 años en Caracas.

Aprovechándose de la situación, “La rata” (Víctor) comenzó a medicarla sin hacer ningún seguimiento médico, ni control sobre la evolución de su situación. Le daba récipes para que ella comprara la “medicina”, como quien da a un alcohólico una botella de licor.

Cambios

Durante el mes de junio de 2017, Víctor deja el consultorio para irse a una renombrada Clínica de estética ubicada en el Paseo de la Habana 1 en Madrid, donde fue aceptado pese a haber sido objeto de denuncias por parte de pacientes en Venezuela.

Pese a ello, Sandra continuó con su chamba de recepcionista, intentando ahorrar y lograr una estabilidad que, por causas conocidas, eran (y son) imposibles en Venezuela.

Como una anécdota, pocos días de su llegada a España, la ex esposa de Víctor llamó a Sandra para pedirle ayuda con la residencia de los tres hijos que éste tiene con ella. Nuestra protagonista hizo las diligencias correspondientes y lo logró, pero dicho apoyo resultó siendo una trampa.

Sí, yo soy (o era) así de tonta. Ayudando siempre“, aseveró.

Para el mes de agosto de 2017, ella se quedó sin trabajo por cuestiones de operatividad de la clínica y decidió hacer cursos para centrarse en abrirse paso en el tema de extranjería, debido la experiencia que ella tiene en la materia. “Los cursos, por supuesto los inicio en septiembre y los culmino en enero de 2018, momento en el cual decido viajar a Caracas para ver a mi mamá que ya había cumplido los 89“, dijo.

Sandra viajó a Venezuela para estar cerca de su mamá, y me asegura que la pasó bastante bien, una bocanada de aire fresco, pero que al regresar se llevó una sorpresa sumamente desagradable.

A mi regreso, descubro que la rata tenía una amante desde cuatro meses atrás, con quien incluso él y sus engendros habían pasado juntos la Semana Santa en Valencia, España. Comieron y durmieron juntos. ¡Qué bolas!“, me cuenta con impotencia.

Su vuelta a suelo ibérico fue estrepitosa, al pisar tierra firme fue a atacar el problema desde la raíz, buscó a Víctor para reclamarle la infidelidad, y éste en vez de ofrecer disculpas, optó por denunciarla ante la ley por “acoso”; tanto él como sus hijos declararon en contra de Sandra luego que ella los había ayudado con su residencia.

En simultáneo a los cargos de acoso, “la rata” decide demandarla de divorcio. “¡Claro! Ya la rata, sus engendros y la mamá de éstos habían conseguido lo que tenían tiempo tramando y calculando“, exclamó.

Otra mudanza, otra tragedia

A protester carries a Venezuelan flag on her cap during a demonstration to demand a referendum to remove Venezuela’s President Nicolas Maduro, in Madrid, Spain, September 4, 2016. REUTERS/Susana Vera

 

En abril de 2018, Sandra hizo maletas para regresar a Venezuela otra vez. “No tenía trabajo, ni cómo pagar las cuentas“.

Cuando me disponía a buscar un documento que necesitaba para la mudanza a mi país, un dolor horrible, de la nada, atacó mi espalda“, confesó.

Casi sin poder caminar, ella tomó un taxi para dirigirse a una clínica de inmediato. El diagnóstico fue fractura de vértebra.

En el recinto médico pasó sola una semana, y los probables diagnósticos eran aterradores. Según los doctores, era un tumor, un linfoma, o tuberculosis.

Allí duré una semana sola, luego me informaron que no me podían operar allí, así que tomé nuevamente un taxi hacia un hospital público que era el que me correspondía de acuerdo a la zona donde vivía“, relató.

Allí me hicieron mil exámenes y pruebas para descartar cualquier “bicho” como llamaban al cáncer. Gracias a Dios nuevamente, todo salió bien y los marcadores tumorales no arrojaron nada“, sumó.

La tuvieron que operar dos veces y estuvo hospitalizada por mes y medio. Su hermana tuvo que viajar de emergencia desde Venezuela para cuidarla, ya que no podía moverse.

Lo peor estaba a punto de pasar

Antes que su hermana llegara, Víctor fue al hospital donde ella se encontraba internada y le robó todo el dinero que tenía mientras ella estaba sedada a punta de derivados de la morfina para controlar el dolor.

Mientras tanto, ya había instalado a su amante en el apartamento donde yo vivía. Sí, es tan rata que primero dejó de pagar los servicios, alquiler, y demás para que yo me tuviera que ir, y luego volvió a alquilar el mismo apartamento“, reveló con una notable indignación, pero no todo estaba perdido.

Unos ángeles españoles/argentinos a los que estaré eternamente agradecida, nos acogieron en su casa, tanto a mi hermana como a mí luego que me dieron el alta en el hospital, y para fortuna de nosotras, no aceptaron que pagáramos nada“, añadió.

En la actualidad, Sandra regresó a Venezuela, vive con su madre y consiguió divorciarse de Víctor. Ella aún busca dejar atrás su anterior vida para comenzar de nuevo.

Esta historia es para que vean que no solo los extranjeros joden. Existen venezolanos tan malos como el personaje que te menciono en mi relato“, concluyó.