Commedia dell’Arte o del desastre, por @ArmandoMartini

Commedia dell’Arte o del desastre, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Cohabitantes de la Asamblea Nacional, añejos de la Casa Amarilla, intelectuales turulatos de la izquierda trasnochada, politiqueros populistas, titiriteros, bolichicos, ladrones del tesoro público y socios comerciantes, ruegan desesperados, piden de rodillas y a gritos retomar la ficción patética del diálogo Oslo/Barbados. Venezuela esta tan distorsionada, que los fracasados negociadores, sin rendirle cuentas, tienen el tupé, la osadía de conceder entrevistas, visitar medios de comunicación y realizar conversatorios para autografiar su fracaso a los demás. ¡Descaro al infinito!

El castro madurismo complace gustoso la iniciativa parlanchina manifestando deleite y asistencia inmediata, abriendo puertas con alegría ensayada, a la nueva ronda socarrona y farsante. Que algunos justifican con ironía, burla y desprecio al ciudadano con la necedad de que, si han fracasado las negociaciones, ¿por qué vamos a otra?, añadiendo insolentes que partiendo de ese criterio nos vamos todos a la casa y entonces Maduro para siempre. ¡Cinismo y desvergüenza sin pudor ni rubor!

Una de las características de la original italiana, Commedia dell’arte, es la improvisación, por eso llegó a llamarse también “commedia all’improviso, que combinaba temas del entorno país y ciudad donde los grupos se presentaban; leyendas de origen popular, como ahora los políticos de izquierda mezclan justicia para el pueblo con poder para ellos; o la siniestra zurda chavista que aprovechó al militar nacido -para el resto del país en la remota Barinas-, dramatizando su origen y formación pobre del hijo de burócratas y el dineral que la República gastó para transformarlo de vendedor de arañitas y mediocre jugador de pelota en oficial con guáramo y simpatía, pero incapaz de diseñar, ejecutar una adecuada estrategia -fracasó aquella madrugada, luego con el país, después al confiar su cáncer -su vida- y elección de su sucesor al achacoso, siempre perverso Fidel, a quien el confiado y devoto Hugo Chávez aceptó el consejo interesado de nombrar al menos meritorio de confianza y carente de originalidad, pero por esa misma limitación mental y cultural obediente sin discusiones. Tanto que todavía hoy, arruinada la industria petrolera, vetada, sancionada, sigue empeñado en obsequiar el oro negro a sus jefes cubanos.





Tal vez la travesía por Moscú y Pyongyang, haya sido en procura de inspiración para la endógena commedia revolucionaria, castrista y rodriguista, pero con nada dell’arte.

Los norcoreanos llevan décadas representando no uno sino dos espectáculos a la vez. El del pueblo que se emociona, llora, aplaude vigoroso a los miembros de la dinastía, incluso fingiendo el fundador sigue siendo Presidente. Y la coreografía de calles enormes, solitarias, mujeres y hombres pudorosamente vestidos, cortes de cabello y peinados aprobados por el régimen, desfiles militares por grandes plazas, en correcta formación, diciéndole al mundo con prepotencia lo arrecho que son, mientras al quitarse el uniforme irradia el hambre, cicatrices y humillación por decenas de años.

En Rusia, podrán enseñarle a usar la fantasía, en la tierra del Ballet Bolshoi, la gran ópera de Moscú, la tradición de Stanislavsky, los rusos tienen mucho que instruir sobre teatro y escenificaciones. Falta saber si es lo que busca Maduro y asociados mientras el anfiteatro local se les cae, y si son capaces de aprenderlo.

Porque varias son las comedias montadas y fracasadas después que el público fue abandonando poco a poco la original de Hugo Chávez. La actual función ya no deslumbra, hace tiempo que su clímax pasó, la sala se desocupa, algunos no aguantan semejante despropósito, y quieren con abucheos y rechiflas sacarlos a tomatazos, gritos, patadas.

La reciente astracanada es una Mesa de Diálogo Nacional, atiborrada de tradiciones carnavalescas, repleta de máscaras, recursos mímicos, pequeñas habilidades acrobáticas, actividades de juglares, malabaristas y cómicas de bufones formadas por los menos populares, pero más confiables, actores que han olvidado el oficio y sólo están pendientes de una taquilla que les ofrecieron jugosa. Sectores irresponsables, perjuros e intrigantes de la sociedad venezolana y burocracia internacional continúan en géneros como la pantomima, sainete de estereotipos y vertiente teatral de payasos; ahora, con el arribo del gilipolla que pretendiendo ser cómico resulta ridículo, terminarán devastando, arruinando y matando a los venezolanos, con lo que, pareciera mejor huir porque la crisis no se resolverá en años. Aprovechen lo que queda de vida fuera de Venezuela; que los políticos seguirán disfrutando las mieles del poder en un país quebrado. Eso es “commedia all’improviso, y significa el fin.

@ArmandoMartini