Carlos Blanco: El falso dilema, diálogo o invasión

 

1. La opinión pública es víctima de un chantaje político que no por evidente es menos repulsivo, según el cual si no se está con el diálogo –en términos venezolanos: las simulaciones de Oslo y de la Casa Amarilla-, se está del lado de la “planta insolente del extranjero” que busca profanar “el sagrado suelo de la patria”.





2. Sean dichas algunas precisiones: una invasión en toda la regla, con desembarco de tropas incluido para llevarse amarrado a Maduro, no es una hipótesis viable. Sólo tres países podrían acordarse en esa materia, Estados Unidos, Colombia y Brasil, y no lo van a hacer: sus presidentes no lo consideran como opción; la opinión pública de esos países no lo admitiría; las condiciones y experiencia de América Latina y el Caribe producirían rechazo a la idea; y militarmente podría ser un pantano. Puede o no gustar esa conclusión, pero así es con los datos que hay disponibles.

3. El problema es que hay una confusión sobre la naturaleza de las opciones militares y no todas implican invasión. El TIAR apunta a salidas negociadas y al contemplar el tema militar abre las puertas a una diversidad de acciones con participación de oficiales y soldados de otros países sin poner un pie en el territorio venezolano, salvo estilo piquijuye. Ejemplos: una zona de exclusión aérea: un espacio en el cual los países involucrados no permiten vuelos; también puede ser el resguardo limitado de la entrada por distintos puntos fronterizos de alimentos y medicinas; incluso obstrucción de comunicaciones comprendido el ciberespacio; todos estos son mecanismos del tipo referido.

4. ¿Es posible que esos países actúen de su cuenta sin importar lo que digan las fuerzas democráticas domésticas? Pienso que una decisión unilateral sólo sería posible si Maduro y su banda provocan un enfrentamiento en las fronteras de Colombia o Guyana, lo que obligaría a los países a defenderse e involucrarían inmediatamente a EEUU. ¿Puede Maduro jugar adelantado? Es una hipótesis que no descartaría pero es de un riesgo máximo para la corporación criminal.

5. Oponer el diálogo de Barbados-Casa Amarilla a una invasión que no va a ocurrir es inventar un muñeco de paja para caerle a trompadas y justificar, con esos diálogos, el abandono de la consigna fundamental de lo que iba a ser el movimiento liberador, resumida en “el cese de la usurpación”.

6. La alternativa a los falsos dilemas es construir tanto una coalición nacional como una internacional alrededor de un objetivo no negociable: la salida del régimen. Esto significa no colocar, aunque sea a hurtadillas, la idea de que se pueden hacer elecciones libres con el régimen prevaleciente. Esa propuesta llevada a Oslo-Barbados contradice el Estatuto de la Transición, así como la oferta hecha por Guaidó en mejores momentos y las aspiraciones mayoritarias del país.