Marcos Hernández López: Una revolución articulada a la ingobernabilidad

Marcos Hernández López: Una revolución articulada a la ingobernabilidad

 

Muchos de los gobiernos del mundo luego de un tiempo determinado no responden a la voluntad popular y esto ha hecho que la mayoría de las personas al no estar identificado con ese gobierno o proyecto político, no haga suyas las líneas y ejecutorias del poder, legalmente establecido o no”. Es decir, la ingobernabilidad es una situación política desordenada, derivándose muchos elementos perturbadores al desarrollo económico de un país y consolidación de la justicia social.





Para centrarnos en el análisis debemos empezar por reconocer, la soberbia de altos líderes de la revolución bolivariana, apuntalado con una dosis de deshonestidad y su estilo desafiante, no ayudan a buscar caminos de paz en Venezuela. Pero, también deberíamos hacernos una serie de preguntas ante un Maduro que no quiere dar un paso a atrás sino siempre escapando hacia adelante, ¿Cuánto cuesta la paz?, ¿Cuánto cuesta la reconstrucción emocional de un país?, ¿Cuánto cuesta construir una verdadera Democracia? … ¿Cuánto?. Obviamente, la revolución quiere ciudadanos pasivos y no acepta la crítica porque no hace su propia acrítica, prefiere venezolanos sometidos a su proyecto político.

En este momento histórico, emergen todo tipo de protestas todas apuntando a la calidad de vida, el gobierno busca controlar la opinión pública, incluso activando circunstancialmente blackout informativo que ni el twitter se salva, las fuerzas policiales están siempre activadas en las calles, las tanquetas circulan donde existan concentraciones y se detiene violentamente a los manifestantes. Lo grave es que se confunden Estado y Gobierno, y lo que brota es la cabeza del totalitarismo en su complejidad hace que no funcionen los niveles intermedios que son los que tienen la misión para solucionar las demandas de una gran mayoría de venezolanos que exigen cambios, democracia, respeto y justicia social.

Es algo tangible según los resultados e indicadores, la crisis continuará en lo político con dos gobiernos y económico el sector productivo en el país es casi nulo, las empresas tomadas por el gobierno están abandonadas o disminuyen su capacidad de producción, generándose más escasez con inflación, crece incontroladamente la pobreza, pareciera no hay inmediatez para concretar la salida a la aguda crisis política y económica.

La revolución maneja a su antojo casi todos los poderes del Estado, la angustia en los miles de venezolanos crece cada día emergiendo con una fuerza un descontrolado éxodo. Para Nicolás, su desafío final es mantener el poder político cueste lo que cueste, sin importarle el futuro del país y menos sus nuevas generaciones.

En síntesis, la ingobernabilidad tiene sus caracterizaciones: Situación política desordenada, de gran intranquilidad nacional general, un desperfecto sustancial en el ejercicio gubernamental, ilegalidad entre la realidad y las leyes, inestabilidad generalizada por la debilidad y sometimiento de las instituciones del Estado, se renuncia verdaderos diálogos o negociaciones escenario constante de lucha de poder. Evidentemente, germino la ingobernabilidad, inutilidad para gobernar transformada esta realidad en ineficacia política, corrupción extendida, batalla de propagandas, estancamiento económico, en la dinámica la ingobernabilidad se mueve lentamente llegando a un momento hasta difícil de percibirla. La ingobernabilidad es una situación que arruina peligrosamente la democracia, mostrando un escenario político nacional de destrucción que se compara con la temeridad. En la comprensión del caso venezolano, uno de los aspectos político que sembró la semilla de la ingobernabilidad fue lo electoral, el cuestionamiento movido por la brecha en los resultados del pasado 14A / 2013, en su esencia compleja fue traumático, estimuló la situación en el proceso de la ingobernabilidad en nuestro país.

Es indudable, Nicolás Maduro no es Hugo Chávez, la revolución sin su comandante tiene una bitácora desorientada para buscar su verdadero rumbo. El liderazgo y la percepción de Chávez, lo llevo a manejarse estratégicamente, sabia cuando jugar posición adelantada y radicalizarse, no obstante, podía retroceder cuando había que hacerlo, llamaba al dialogo así no se diera en su futuro cercano y mostraba una postura política flexible, “respetuosa” hacia la oposición y una actitud democrática, indiscutiblemente pensaba en su gobernabilidad.

 

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