José Romero: Cuando tener bolas es la mejor estrategia

Ha habido momentos en la historia, en los que una situación se define cuando alguien ejecuta una acción directa que saca de balance y sorprende a un enemigo que se mostraba resuelto a no ceder una posición y a luchar “hasta quemar el último cartucho”.

Para no perder tiempo haciendo proyecciones acerca de lo que vayan a hacer los gobiernos de la región respecto a generar una solución a la amenaza que significa el régimen de Maduro, vamos a enfocarnos en quien tiene los medios materiales para hacerlo: Donald Trump.

Durante los 90’s, el principal enemigo de USA y de toda la cultura occidental, Osama Bin Laden, descubrió una realidad en la psicología de los líderes de occidente, principalmente en la de los presidentes norteamericanos, a quienes llamó “tigres de papel”, es decir, países con los medios económicos y militares para ejercer acciones definitorias, pero cuyos gobernantes preferían no perder encuestas de popularidad que les garantizarían una derrota política, así tuvieran que dejar de hacer lo correcto en el momento preciso.





Osama Bin Laden colocó a la primera potencia del mundo ante una situación de vida o muerte para que tuviera que ejecutar acciones que debió ejecutar, justo para no llegar a ella.

Si luego de lo ocurrido en Mogadiscio en el ’93 y lo de Tanzania y Kenia (ataques simultáneos a sus embajadas) en el ’98, hubiesen cazado a Al Qaeda donde quiera que estuviere, no habría ocurrido el 11 de Septiembre de 2001…

Así llegamos a este punto, en el que, con sobradas pruebas de que la nomenklatura chavista está directamente incursa en

– Narcotráfico.

– Apoyo a organizaciones terroristas regionales y del medio oriente.

– Acciones de delincuencia organizada que implican: Lavado de activos (legitimación de capitales), corrupción transnacional, asociaciones transnacionales para cometer diferentes delitos.

– Violaciones sistemáticas a los derechos humanos en todas sus formas posibles, incluído el asesinato y el generar migraciones masivas de su población.

Aún con todo esto, se andan por las ramas creyendo, ingenuamente (si es posible ser ingenuo cuando se ejercen cargos como el de presidente de un país como USA) que con sanciones y “declaraciones contundentes de condena…” Van a asustar a unos delincuentes cuya  única ley que obedecen es la “del más fuerte”.

Para ponerlo más claro:

Si tú amenazas a un malandro con declaraciones y sanciones, lo único que logras es mostrar tu debilidad y falta de resolución.

Luego, si tú amenazas al malandro con que le vas a pegar un tiro, pero él ve que ni siquiera tienes un arma encima, se va a reir en tu cara.

Pero en el momento que pones cara de arrecho, sacas la pistola, se la apuntas a la cara, la “montas” lista para usarla y le dices que si no se entrega lo vas a matar, ahí y sólo en ese momento, el malandro va a tomar una decisión de si se entrega o se juega la vida. Lo cierto es que ya se le acabaron las opciones y la situación se va a definir, lo único que le estamos permitiendo es decidir si va a salir vivo o muerto.

Hasta que el liderazgo que gobierna Estados Unidos no vea que es hora de ejercer el poder sin pensar en encuestas y acciones políticamente correctas, no vamos para ninguna parte. Aquí ya hemos demostrado como pueblo que somos aguerridos, pero enfrentarse con palos y piedras a unos esbirros que no tienen problema en meterle un tiro y matar a quien sea, no es heroico, es insensato y suicida, es un sinsentido.

Esperar que unos pocos militares se atrevan y puedan ejecutar acciones que saquen del poder a Maduro y su régimen, hace rato que dejó de ser viable.

De manera que la “negociación” que corresponde es la de sólo darles la alternativa de si salen vivos o muertos