Luis Alberto Buttó: La universidad se defiende, no se entrega

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

 

En 1572, Fray Luis de León, a la sazón catedrático de la Universidad de Salamanca, la cual funcionaba con absoluta propiedad como tal desde 1254, fue acusado, perseguido, enjuiciado y encarcelado por los tribunales de la Inquisición. ¿Sus delitos (pecados) formales? Entre otros de ilógica gravedad, haber traducido a la lengua común que se hablaba en la España de la época, sin la correspondiente autorización de la Iglesia Católica, el hermosísimo capítulo de la Biblia denominado El Cantar de los Cantares. De León soportó el vejamen de la prisión con estoicismo digno de admiración. Cuatro años y unos meses después, al ser liberado, volvió a las aulas de Salamanca a cumplir con la sagrada misión de enseñar, y el primer día en que estuvo frente a sus estudiantes, comenzó la clase con la siguiente expresión: …”Como decíamos ayer”… Es decir, para él nada había pasado. Los enemigos de la verdad del momento no prevalecieron, no pudieron quebrantar su fe y su amor por el conocimiento existente y el compromiso en la búsqueda de nuevos horizontes delineados por el predominio de la sabiduría. Aquellos trataron inútilmente de sembrar sombras. Él continuó disipándolas exitosamente.

La inmensa lección ética de Fray Luis de León jamás ha sido olvidada por los verdaderos universitarios del mundo, los que hacen brillar las togas y los birretes con la luz del corazón puro, ése que no suma desdoro ni acumula rencor. Desgraciadamente, ocurren períodos en los cuales los poderes constituidos o los poderes fácticos, sean estos políticos, económicos, religiosos o de cualquier tipo, se empeñan vanamente en perseguir, atacar y tratar de acorralar a las universidades, intentando, con todas las fuerzas que poseen, obligarlas a que se plieguen a sus dictados, de tal forma que no haya creación de conocimiento ni enseñanza ni difusión del mismo, sólo actos acríticos y complacientes que sirvan a los intereses de dicho poder; huelga decir, que no cuestionen la ineptitud y/o la perversión, y que operen como contribución vergonzosa a la justificación y permanencia en el tiempo de la estulticia atrincherada en el mando. Ciertamente, tales períodos pueden extenderse y los incautos llegan a pensar que han vencido. ¡Pamplinas! Los universitarios siempre emergen fortalecidos de cualquier oscurana y continúan haciendo lo que les gusta y saben hacer como nadie, que, para citar el himno de la universidad a la que me honro en pertenecer, no es otra cosa que trabajar …”por el hombre, la ciencia, la conciencia y la verdad”… La universidad es permanente; el poder sólo temporal. Al difuminarse estos interludios de noches castradoras, a los universitarios auténticos sólo les basta exclamar: …”Como decíamos ayer”…





Hoy, la universidad venezolana está amenazada. Quienes de verdad la aman están obligados a defenderla en contra del afán indigno del oscurantismo, que se esconde en la desgastada, falaz, insulsa y fastidiosa fraseología revolucionaria, para manosearla con descaro y torpeza, violentando su esencia y sabia manera de hacer, buscando con ello destruir por completo la razón de ser que la avala y valida al trastocarla en claque entregada y limitada a vitorear los desvaríos y tropelías del poder ejercido con fines despóticos y no de servicio al individuo en su integralidad. En este contexto, el temor, la pusilanimidad, el entreguismo, la connivencia, el derrotismo, sólo pueden leerse como complicidad con los perseguidores de la universidad. No se es un verdadero universitario cuando se es indiferente a los ataques que sufre la universidad. Sépase que quien esto no entienda estará asumiendo mansamente el implacable proceso de castración de pensamiento al cual fue sometido, sin ni siquiera darse cuenta, o consciente de ello, pero mirando a otro lado por mera e instantánea conveniencia. En este combate, la certeza del triunfo, aun existiendo, no es lo determinante; lo determinante es la dignidad involucrada en defender con honra lo que siempre será perentorio defender. La verdad y el saber no tienen precio. Para todo lo demás, recuérdese cuán infeliz es el hecho de perder la libertad.
Postdata: ¡Nos vemos mañana en el Aula Magna de la UU… UCV!

@luisbutto3