Cuando las casas hablen de Martiniano Bracho Sierra, por Luis Alfonso Bueno

Cuando las casas hablen de Martiniano Bracho Sierra, por Luis Alfonso Bueno

 

Este 30 de octubre estaría llegando a la novena década de haber nacido en Amuay , bahía de la península de Paraguana’, estado Falcón , el escritor y poeta MARTINIANO BRACHO SIERRA.





Desde muy joven despertó su vocación literaria , y tal vez por la devota admiración a Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco huzo parte en las huestes juveniles del naciente partido Acción Democrática que tenía entre sus fundadores a los dos insignes venezolanos.

En el Liceo “Cecilio Acosta” de Coro, se reveló el Martiniano Bracho poeta y febril orador; ya por 1946 los falconianos, en su propia tierra, tuvieron ocasión de conocer en carne y hueso al gran poeta Andrés Eloy Blanco, cuando en su visita a Coro les fue presentado por aquel adolescente Martiniano, en un discurso que estremeció al pueblo y conmovió al autor de “Píntame angelitos negros.”. Desde entonces éste quiso ser amigo -no obstante la distancia de edades- de aquel joven estudiantes de palabra emotiva y fahaciente. Asi fue, y en los exilios politicos que vinieron después, Bracho Sierra estuvo varias veces al lado de Andrés Eloy Blanco y de su pedagogía moral y poética en pro de la democracia y sus valores.

Preso en la tiranía, tuvo entre sus compañeros de cárcel a hombres como Ramón J Velázquez, y Luis Herrera Campins.. Cuando Bracho Sierra cumplió 70 años y el Ayuntamiento de Coro-entonces institución de dignidad y conciencia-sesiono’ especialmente para homenajearlo y fue el doctor Velázquez como orador de orden, quien trazara el mas completo y emocionado perfil humano, intelectual y politico de nuestro coterráneo. Alli quedó plasmada la imagen cívica de Bracho Sierra y su presencia en las vicisitudes de Venezuela, por él asumida como desvelo y mortificación de patria. “Su novela ” Cuando las casas hablan”, escrita en la prisión política y publicada en 1991- es la ficcionada existencia de Simón Bolívar, “Breve crónica de un destino”. Tiene prólogo de Alberto Baeza Flores y testimonios de Luis Herrera Campins y Pedro Diaz Seijas.

Como periodista vocacional fue corresponsal de El Nacional en Coro; ensayistas, su obra acertada resultó afirmativa y previsora de su tiempo. Incursionó en la Diplomacia (Yugoslavia y Argentina) donde un incidente burdo, mas personal que diplomático, cesó su presencia en el Servicio Exterior. Su lugar estuvo en las letras- mucho mas que en la política- y el Parlamento.

Su obra se condensa en “Humana heredad”, ” profecía del hombre”, “Los vientos minerales”, “La innombrada de la luz”, y su libro final: “Cantares del viajero”.

Venezolano cabal, coriano en plenitud. El olvido no será el territorio de su nombre.

Esta hora lo espera para el dia necesario cuando todas las casas hablen.