“¡No me rindo!”: Pueblo de California arrasado por el fuego se reconstruye

“¡No me rindo!”: Pueblo de California arrasado por el fuego se reconstruye

california
GEYSERVILLE, CALIFORNIA – 24 DE OCTUBRE: Las vacas se paran en una colina cuando se acerca el incendio de Kincade el 24 de octubre de 2019 en Geyserville, California. Alimentado por los fuertes vientos, el incendio Kincade ha quemado más de 7,000 acres en cuestión de horas y ha provocado evacuaciones en el área de Geyserville. Justin Sullivan / Getty Images / AFP

 

Kevin Lundy se ajusta los guantes de trabajo, antes de continuar con la reconstrucción de su casa en Paradise, el pueblo de California que hace un año fue arrasado por las llamas.

“No quiero seguir siendo prisionero del pasado. Ha sido muy difícil, perdí muchos amigos. Ahora solo quiero ver al futuro, a reconstruir mi hogar, ¡no me rindo!”, dice este topógrafo de 35 años en el terreno que ya fue limpiado y descontaminado por las autoridades.





El 8 de noviembre de 2018, su casa y todas sus pertenencias fueron consumidas por el incendio Camp, que mató a 86 personas, desplazó a otras decenas de miles y devoró 18.000 edificios de este pueblo al norte de California (275 km de San Francisco), en Estados Unidos.

Mirando fotos de los escombros ennegrecidos en los que se convirtió su propiedad, ve “un gran progreso” en el largo camino para volver a tener un techo y cuatro paredes.

– “No es una vida normal” –

En el terreno descampado, como muchos otros en la posapocalíptica Paradise, Lundy se instaló con su hijo Levi, de ocho años, y su perro Labrador. Viven en la misma caravana en la que estuvieron 10 meses en un estacionamiento en la ciudad vecina de Chico, junto a otros afectados por el fuego.

Hasta ahora no tienen luz, pero ese día trabajadores reactivaban el servicio de agua corriente, que solo fue restaurado durante el verano boreal.

“Tener agua es importante porque puedo mezclar hormigón y levantar postes”, destaca animado.

También le evitará al joven Levi tener que ducharse en casa de su abuelo, que vive a las afueras del pueblo y cuya casa se salvó del incendio.

“No es una vida normal, hay muchos fantasmas”, dijo Hollis Lundy, de 67 años. “Nunca volverá a ser lo mismo, una parte de la historia de la ciudad desapareció”.

Kevin Lundy recuerda cuando regresó por primera vez adonde era su casa: “Estábamos muy tristes, muchos amigos se habían ido, no sabíamos si queríamos reconstruir o no”, recuerda el hombre que no tenía la propiedad asegurada.

Estaba deprimido, tenía pesadillas constantes de autitos hechos por Levi quemados.

“Estaba en negación hasta que un día vine con Levi a reconstruir la cerca”, señala sonriente… Y desde entonces no ha parado.

– “Es como vivir en otro mundo” –

Kyla Awalt fue más afortunada. Solo perdió su cobertizo en Camp, cuyas llamas no llegaron a tocar ni los muebles del jardín.

“Nos sentimos muy afortunados porque tenemos nuestras posesiones, pero al mismo tiempo perdimos a nuestra comunidad”, lamenta esta mujer de 34 años. “Ha sido muy duro para nosotros. Nací y crecí aquí. Paradise es todo lo que he conocido en mi vida y los hogares en los que crecí, desaparecieron, la escuela, igual. Somos la única casa que quedó en pie”.

Su compañía de seguros le permitió volver a la casa con su esposo y sus hijos de siete y nueve años, tan pronto terminaron los trabajos de limpieza. Y dice que la sensación ha sido muy extraña.

“Es muy callado, muy solitario. Extrañamos a nuestros vecinos, a nuestros amigos, nada abre después de las siete de la noche. Es como vivir en otro mundo”.

Un toque de queda impuesto el año pasado para desalentar a saqueadores sigue vigente, de las 23h00 a las 05h00, pero es difícil de aplicar: varios integrantes de la policía local abandonaron la ciudad tras perder sus hogares, y Paradise intenta reclutar nuevos oficiales pero es complicado debido a las pocas viviendas disponibles.

– “Navidad en nuestra casa” –

Carrie Keel, una contratista de construcción, quiere ayudar con la falta de oferta. Está reparando junto a su esposo las ocho casas prefabricadas que rentaba antes del incendio y que se esfumaron entre las llamas.

Al terminarlas, quiere venderlas.

“Creemos que es muy importante ofrecer opciones de viviendas baratas para las personas que quieren volver”, dice mientras corta tablas. “Vivimos en un gran remolque por seis meses y no es divertido, no tiene nada que ver con ir de campamento”.

Lundy opina lo mismo. Tiene listos los planos de su nueva casa y quiere pasar tres días a la semana reconstruyéndola, con la ayuda de su hijo.

“Creo que nos llevará hasta el próximo diciembre”, afirma Levi. “Es mi objetivo estar la mañana de la Navidad de 2020 en nuestra casa”.

AFP