El papa Francisco atribuyó hoy la violencia existente en el este de la República Democrática del Congo (RDC) a los intereses de los vendedores de armas, durante una misa por el rito zaireño que llenó de música la basílica de San Pedro.
“Rezamos por la paz, gravemente amenazada en el este del país, especialmente en los territorios de Beni y de Minembwe, donde se propagan los conflictos, alimentados también desde el extranjero con el silencio cómplice de muchos”, denunció el pontífice.
En ese momento el papa añadió que estos conflictos son causados por “quienes se enriquecen vendiendo armas”.
Por esa razón pidió la intercesión de la beata Marie-Clémentine Anuarite Nengapeta, una religiosa asesinada en 1964 durante la guerra, para que “se renuncie a las armas por un futuro que no sea más de unos contra otros” y para que la “economía sirva a la paz”.
Francisco, siempre atento a las iglesias locales y consideradas periféricas, presidió esta misa por el rito zaireño en la basílica de San Pedro del Vaticano para conmemorar el cuarto de siglo de la fundación de la Capellanía católica congoleña de Roma.
Y ante los asistentes, en su homilía, alertó también de los riesgos que entraña “el virus” del consumismo y de la avidez.
“El consumismo es un virus que ataca a la fe en su raíz porque te hace creer que la vida depende solo de lo que tienes y te olvidas de Dios y de quien tienes cerca”, advirtió.
“Entonces se vive de vive de cosas pero no se sabe para qué. Se poseen muchos bienes pero ya no se hace el bien. Las casas se llenan de objetos pero se vacían de hijos. El invierno demográfico que estamos viviendo”, lamentó.
La basílica vaticana se impregnó de ritmos, músicas y colores africanos por la celebración de esta misa que siguió el rito zaireño o congoleño, una adaptación del rito romano ordinario aprobada por la Congregación para el Culto Divino en abril de 1988.
La liturgia, adaptada a los valores culturales congoleños, tienen numerosos rasgos de la tradición estilística africana.
Por ejemplo la asamblea participa activamente durante la misa con cantos, gritos y movimientos rítmicos o levantando los brazos al ritmo de tambores y otros instrumentos, lo que ofreció una visión atípica de las eucaristías que la basílica acoge normalmente.
Otro momento particular se produce durante el canto del himno del Gloria, cuando los sacerdotes danzan alrededor del altar.
Este rito fue solicitado por los propios obispos congoleños desde 1969 y se aprobó tras un largo proceso de adaptación de la liturgia tradicional impulsado por Pablo VI y Juan Pablo II.
Francisco siempre se ha mostrado muy sensible a la situación en la República Democrática del Congo, sobre todo en su parte oriental, sumida en un largo conflicto alimentado por las milicias rebeldes y los ataques de soldados del Ejército regular y agravada por el ébola. EFE