Gladys Socorro: ¿Una corrupción que pica y se extiende?

Gladys Socorro: ¿Una corrupción que pica y se extiende?

Duro golpe. Las denuncias por corrupción que involucran a 11 diputados de la oposición venezolana llegan en un momento muy álgido para su liderazgo político, caracterizado por la abrupta caída de la popularidad del presidente interino Juan Guaidó, sus intentos fallidos por retomar las acciones de calle y las escasas 4 semanas que restan para definir si éste será reelecto a la cabeza de la Asamblea Nacional o no.

El guiso en cuestión está en la Comisión de Contraloría. Es por ello que desde la Presidencia interina se ordenó invalidar cualquier documento que haya emanado de su seno, a la vez que se instruyó una investigación para determinar si efectivamente estos 11 diputados incurrieron en el delito de corrupción, que de confirmarse conduciría al allanamiento de su inmunidad parlamentaria. Es aquí donde entra la pregunta de las mil lochas: ¿la corrupción parlamentaria está focalizada, o por el contrario, ha avanzado más allá amparada por la vista gorda de muchos?

La corrupción ha sido la mayor lacra que nos ha acompañado a través de nuestra historia. Ayer, hoy, mañana y siempre ha sido, es y será un grave delito. Pero hoy, precisamente hoy, duele más que nunca porque arrastra a su paso la esperanza de todo un país que clama a gritos acabar con esta tragedia nacional que sólo ha dejado destrucción y miseria.





Hoy, más que nunca, la corrupción duele porque trasciende las cifras millonarias en dólares para contabilizarse en familias divididas, en muertos por falta de medicinas o porque los precios de los procedimientos médicos son impagables. Hoy la corrupción se cuenta en miles y miles de venezolanos que han tenido que huir del país con la esperanza de un futuro mejor y que sin querer se han convertido en víctimas de xenofobia.

Hoy la corrupción golpea muy fuerte porque se contabiliza en abuelos depresivos a quienes les ha tocado vivir solos ante la partida de sus hijos y nietos, en 397 presos políticos y en universidades vacías porque nuestros jóvenes han sacrificado su formación académica para emigrar y escapar de la realidad de un país que no les da tregua ni oportunidades para avanzar.

¿Cómo no sentir tristeza, decepción, rabia y desesperanza cuando ésto pudiera ser apenas la mecha de un explosivo que en cualquier momento detona? Sólo se ha hablado del amparo que ha hecho la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional al grupo corrupto de chavistas que juega con el hambre de la gente a través del CLAP, pero quedan aún explicaciones pendientes sobre los señalamientos sobre el uso de los recursos de la ayuda humanitaria, los aportes de Odebrecht y la plata destinada al apoyo de los militares desertores que se fueron a Colombia, entre otros, además de la posibilidad latente de que salga a la luz pública una lista de parlamentarios que pudieron ser financiados por Raúl Gorrín y por la mafia Derwich.

La desbordada corrupción roja acabó con los sueños revolucionarios que albergó una parte importante de la población que en su momento llevó a Hugo Chávez al poder. ¿Acabará ahora esta corrupción emanada desde el Parlamento nacional con los sueños de cambio de toda una nación? Amanecerá y veremos. Como siempre, prefiero pensar que los buenos somos más. Me inclino a creer que la mayoría de nuestros diputados son honestos y están comprometidos con la lucha por la restitución de la democracia. Pero como reza el dicho popular: la mujer del César no sólo debe serlo, sino parecerlo.


Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro