Griselda Reyes: Merecemos saber la verdad

Griselda Reyes: Merecemos saber la verdad

Absolutamente desagradable resulta para los venezolanos toda la situación desvelada en torno a presuntos hechos de corrupción en los que estarían incursos algunos diputados de oposición a la Asamblea Nacional y personas de confianza del presidente del parlamento Juan Guaidó.

La corrupción ha sido una de las características innatas de los desgobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Hemos perdido la cuenta de las tramas nacionales e internacionales denunciadas, y que fueron montadas desde todos los organismos de la administración pública centralizada y descentralizada para desangrar el erario público.





La otrora poderosa Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y el malogrado Banco Central de Venezuela (BCV), fueron empleados para instaurar un perverso esquema que impuso un control de cambio que fue manejado desde la Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi), posteriormente Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex). Rafael Ramírez y Nelson Merentes, principales señalados, inexplicablemente siguen en libertad pese a las denuncias y pruebas presentadas.

Miles de millones de dólares fueron dilapidados por un grupo de delincuentes de cuello rojo que hoy disfruta en Venezuela y fuera de aquí y, bajo total impunidad, de los recursos mal habidos, patrimonio por cierto que debió ser invertido en beneficio de todos los venezolanos.

Extrañamente el general de brigada Manuel Barroso – que manejó Cadivi desde 2005 hasta 2013 –, nunca fue citado a declarar en la Asamblea Nacional durante las investigaciones adelantadas por la Comisión de Contraloría, pues su “dedo” determinaba quién recibía y quién no las divisas preferenciales. Desde hace dos años vive en Brasil, aunque sobre él pesa una acusación de haber malversado $25 mil millones.

Cada vez que se destapa un nuevo caso de corrupción, a los venezolanos que ya estamos cansados de tanto irrespeto, humillación y desparpajo, se nos revuelve el estómago. Jamás podremos justificar tanta maldad y ruindad juntas.

Escuchar que parte de los recursos asignados por países y organizaciones internacionales a Venezuela para atender la emergencia humanitaria compleja creada por el desgobierno de Chávez y Maduro, se quedó en “manos” de algunos seguidores y hombres de confianza del presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, cayó como un balde de agua helada sobre una población reducida a la indigencia.

Y peor, que ello además generó un impase que terminó en la destitución del embajador designado por Guaidó en el vecino país de Colombia, Humberto Calderón Berti y en el desenmascaramiento de diputados opositores, miembros de la Comisión de Contraloría del Parlamento que habrían paralizado una investigación contra Alex Saab por casos de corrupción en el programa de suministro de alimentos oficial, Clap.

¿Qué está pasando en Venezuela? Me resisto a pensar que la corrupción administrativa y política es un germen inoculado en gran parte de la población. Pareciera que la putrefacción del chavismo penetró todo, incluyendo la moral y la decencia de quienes se supone nos están defendiendo de aquel mal.

Corrupto no es solamente el que se roba los reales de todos los venezolanos en detrimento de otros, o el que favorece a sus amigos desde el cargo público que ejerce.

Corrupto es el que usa de manera ilegítima información privilegiada para beneficio propio, el que se presta para cometer sobornos y el que trafica con influencias.

Corrupto es el que avala la evasión fiscal y comete cualquier tipo de fraude o estafa.

Corrupto es el malandro o el policía que extorsiona a una víctima a cambio de dinero.

Corrupto es el que fomenta el caciquismo, el nepotismo, el compadrazgo, la cooptación política, la impunidad y el despotismo.

Corrupto es el que estando en el poder obtiene prebendas; el que ofrece dinero a otros a cambio de un “favor”.

Corrupta es la persona que, desde un Consejo Comunal, niega la caja de comida a un vecino por no avalar el “modelo socialista” de Maduro.

Corrupto es el funcionario que te cobra sumas astronómicas de dinero para agilizar la emisión de una cédula de identidad, un pasaporte o un documento en cualquier registro civil o mercantil.

Corrupto es el carnicero que a cambio de un dinero extra te da la mejor pieza de carne o te cobra menos porque “hay que fregar al dueño”.

Corrupto es el comerciante que le hinca el diente al consumidor porque necesita hacerse rico “de la noche a la mañana”.

Corrupto es el bachaquero que por un bien o servicio te cobra un precio equis si lo pagas en efectivo, pero te lo aumenta si lo cancelas con tarjeta de débito.

La podredumbre parece que va más allá de Maduro y sus acólitos. Y la pobreza y la miseria física no pueden justificar la corrupción.

Los venezolanos merecemos, exigimos conocer la verdad, especialmente de parte de quienes se han arrogado el liderazgo de la oposición.

Del desgobierno sabemos no saldrá nada. Su rabo de paja es demasiado largo. Desde tiempos de Chávez, el modus operandi ha sido la desinformación, el ocultamiento de cifras y datos de todas las operaciones financieras adelantadas. Y cuando cambie el gobierno y el modelo, será sumamente difícil establecer responsabilidades porque todo ha sido manejado con total oscurantismo.

Sin embargo, tenemos la autoridad moral para exigirle a Juan Guaidó, que investigue hasta el final y que los responsables de esta nueva bofetada al país, sean desenmascarados y paguen ante la justicia. No hay corruptos buenos ni corruptos malos. Los corruptos son seres despreciables, vengan de donde vengan: de la izquierda, de la derecha, del centro.

Ya basta de burlas y de saqueos, ya basta de “querer verle el hueso” a los venezolanos que bastante mal la estamos pasando en medio de este caos. No es suficiente con ver a algunos partidos de oposición “expulsando” a sus diputados señalados de haber cometido agravio contra el país. ¡No! Deberían ser los primeros en promover una investigación oportuna y seria y, de encontrar responsabilidades, presentarlos ante las instancias correspondientes para ser juzgados.

En estas horas ciegas, la República lo exige, lo reclama, lo demanda: Merecemos saber la verdad.

@Griseldareyesq