José Ignacio Moreno León: Con motivo de la década guerrillera de los años 60

 

En el año que comienza se estarán cumpliendo seis décadas de la derrota del militarismo y del golpismo y la guerrilla castrista que mantuvo en jaque a la naciente democracia venezolana durante los años sesenta. Fue una década en la que las fuerzas armadas de entonces supieron defender a ultranza la soberanía nacional y hacer honor a su lealtad democrática. Y en la que la firmeza y claridad de visión de los líderes políticos, pioneros de nuestra democracia, fue factor clave para asegurar la gobernabilidad y el inicio del proceso de modernización del país, luego de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.





Esa violenta década se inicia en Venezuela con el frustrado golpe de Estado que el 20 de abril de 1960, y con el apoyo del dictador dominicano José Leónidas Trujillo, intenta el ex ministro de la defensa y general retirado Jesús María Castro León, junto con el teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal con la intención de tomar la guarnición militar del Táchira. Derrotados por las fuerzas armadas leales al gobierno, los conspiradores fueron hechos prisioneros y Castro León, condenado por rebelión militar, terminó su vida en 1967, a causa de un infarto durante su prisión en el Cuartel San Carlos de Caracas. Dos meses después, el 24 de junio un atentado, promovido igualmente por el dictador Trujillo, estuvo a punto de acabar con la vida del presidente Rómulo Betancourt. Luego vendría otro alzamiento militar con el apoyo de los partidos de izquierda MIR y PCV, cuando el 26 de junio de 1961, el capitán Tesalio Murillo y oficiales retirados intenta el golpe militar de carácter cívico-militar, recordado como El Barcelonazo. El 11 de noviembre, ante las crecientes evidencias de las tentativas de expansión de la revolución cubana y su respaldo a los movimientos de extrema izquierda del país, el gobierno venezolano rompe relaciones con Cuba y el presidente inicia su prédica, conocida como la Doctrina Betancourt para que no se acepte en la OEA a gobiernos no electos, logrando en enero de 1962 la expulsión de Cuba de ese organismo, y procediendo a ilegalizar al MIR y al PCV. Dos nuevos intentos de golpe militar, con apoyo de la extrema izquierda se produjeron el 4 de mayo y el 2 de junio de ese año, conocidos como El Carupanazo y El Porteñazo, causantes de más de trecientos muertos y nuevamente reprimidos por el ejército leal al gobierno.

Desde inicios de 1963 se incrementa el asedio de los movimientos guerrilleros, con el abierto apoyo castrista, en contra de la naciente democracia venezolana con diversas acciones terroristas para sabotear las elecciones presidenciales, previstas para diciembre de ese año. Se produjo el secuestro del famoso futbolista italiano Alfredo Di Stefano, incendios de empresas norteamericanas, voladura de puentes en el estado Falcón, el asalto al tren turístico que hacía la ruta Los Teques-El Encanto, con saldo de 5 militares muertos y varios civiles heridos, incluyendo niños y mujeres, lo que provocó que Betancourt ordenara detener y realizar juicio militar contra los principales líderes del MIR y PCV y procediera a formular graves denuncias ante la OEA en contra de Fidel Castro, a quien acusa de estar suministrando armamento soviético a los movimientos guerrilleros que estaban operando en Venezuela provocando asesinatos de policías, asaltos a bancos y comercios y otras acciones terroristas.

A pesar de las maniobras desestabilizadoras de la izquierda castrista, los comicios se realizan con notable participación del electorado resultando ganador Raúl Leoni, candidato de AD partido del gobierno con 32,8% de los votos. Rafael Caldera candidato de COPEI, el principal partido de oposición firmante, junto con AD y URD del Pacto de Punto Fijo –que aseguró la estabilidad democrática y el progreso en esos turbulentos tiempos-, obtuvo el 20,19 % de los votos.

La insurrección extremista continúa en 1964 en su empeño terrorista y antidemocrático, entonces con mayor apoyo del régimen cubano, cuyos líderes Fidel Castro y el Che Guevara promovían la tesis de la Guerra Larga. Fue así como en julio de ese año se constituye el frente Guerrillero Ezequiel Zamora que inicia acciones en la zona de El Guapo y Cúpira en el Estado Miranda y en octubre se secuestra a un coronel norteamericano adscrito a la embajada de los Estados Unidos. En 1965 la guerrilla se agrupa en los estados Lara y Yaracuy y realiza varias acciones desestabilizadoras, lo que ocasiona que las fuerzas armadas del gobierno capture, en junio de 1966 a Fabricio Ojeda –uno de sus principales líderes- quién días después apareció muerto en una prisión militar en Caracas.

El 8 de julio de 1966 se produjo el primer intento abierto de Fidel Castro de invadir a Venezuela en apoyo a apoyo a los grupos guerrilleros activos en el país, cuando un grupo de cuarenta guerrilleros, entre ellos 14 milicianos cubanos desembarcaron en las playas de Chichiriviche en el Estado Falcón, comandados por Luben Petkoff y el entonces capitán veterano de la Sierra Maestra Orlando Ochoa – quien llegó a ser el general más condecorado y reconocido como héroe de la Revolución, fusilado en 1989 por instrucciones de Raúl Castro bajo acusación de tráfico de drogas-, con el frustrado objeto de unirse al frente guerrillero José Leonardo Chirinos que comandaba Douglas Bravo en las serranías de ese estado. En marzo de 1967 un comando guerrillero secuestra y asesina al médico y presidente del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Julio Iribarren Borges, por lo cual el gobierno de Raúl Leoni acusa directamente a Fidel Castro y su régimen de estar involucrado en esos actos terroristas, señalando su notoria injerencia en los procesos desestabilizadores de la democracia en América Latina.
La intervención militar en Venezuela ideada por Fidel Castro se acentúa con un segundo intento de invasión guerrillera, organizado y apoyado directamente por el caudillo revolucionario cubano, que se produjo el 8 de mayo de 1967 por las playas de Machurucuto, próximo a Boca de Uchire en Barlovento, Estado Falcón, a 160 kilómetros al este de Caracas, para reforzar el frente guerrillero que operaba en el cerro El Bachiller, región de Barlovento en el Estado Miranda. Según comenta Héctor Pérez Marcano, para entonces uno de los líderes guerrilleros venezolanos participantes en esta acción, Fidel en su manifiesto interés por el petróleo venezolano, se ocupó personalmente de dar las últimas instrucciones y de equipar con fusiles AK47 de fabricación norcoreana a la milicia invasora. De nuevo este intento invasor fue derrotado por el ejército nacional con la captura de dos oficiales cubanos y la muerte de un tercero.

Con las elecciones de diciembre de 1968, en las que resultó ganador Rafael Caldera, se consolida el principio democrático de alternancia en el poder y se profundiza la política de pacificación que había iniciado Raúl Leoni. Con esa estrategia del gobierno socialcristiano se redujo sustancialmente las acciones desestabilizadoras y terroristas, al desmontarse la mayoría de las agrupaciones guerrilleras, cuyos principales líderes se acogieron a la pacificación. Se logró así vencer la tendencia golpista del militarismo y de la izquierda marxista que, con el apoyo de Fidel Castro se había empeñado en acabar con la joven democracia venezolana, prestándose para los resabios expansionistas del caudillo cubano y su empeño en las riquezas petroleras del país.
La democracia pactada de la década de los sesenta fue fundamental para alcanzar importantes logros en el proceso de modernización del país, por lo que, ante la compleja realidad que vive Venezuela, la experiencia de esa violenta década y de la inteligente y eficiente posición asumida por el liderazgo democrático de entonces que, con el apoyo de la institución de las fuerzas armadas, supo confrontar y derrotar la insurrección y el terrorismo, son lecciones aún no aprendidas por el liderazgo político actual pero que deben servir de notable referencia para asegurar los acuerdos requeridos a fin de superar la profunda crisis que vive el país y enrumbar a Venezuela por la ruta del desarrollo humano sustentable.